28.7.11

Las reformas políticas

Los políticos en Chile reclaman por reformas, aquellas que les incumben, excusa perfeccionar la democracia.
Desde la época de pipiolos y pelucones, hasta chascones y guatones, el argumento es el mismo, cómo la ciudadanía es mejor representada.
El criticón de mi amigo momio, me lo hizo presente esta semana.


A comienzos de esta semana regresaba de una reunión de socios de la Corporación Gabriel González Videla, venía contento, solo había cometido un error, caminé desde mi oficina hasta la Municipalidad, unos 20 minutos, para aprovechar de mantener el físico en una mejor condición.
¿Por qué venía contento? fue una buena reunión, con una sólida cuenta sobre salud y educación, con varios proyectos en marcha, aunque con problemas económicos que no tienen solución frente a un aporte estatal bastante magro, que obliga al municipio serenense a sacar de sus propios recursos algunos cientos de millones de pesos.
Malo para la salud síquica caminar. A paso rápido doy la vuelta a la esquina de Prat con Balmaceda, y una voz me espeta, saliendo del portal de una óptica, “¡Ahora hasta Piñera se dio vuelta la chaqueta! Seguramente de tanto escuchar tu programa, está diciendo lo mismo que dijiste la semana pasada. Quiere que los chilenos que viven en el extranjero, puros exiliados, voten en nuestras elecciones”.
Hago un gesto de saludo, que puede interpretarse más como una despedida, pero mi amigo, de quien pensé había perdido su amistad, rápidamente me empareja el paso que yo instintivamente había apurado.
Insiste. “Mira, Piñera dice que ahora podría bastar que se inscribieran para votar los que viven fuera de Chile. Antes, que tenía que venir cada cierto número de años al país. Espera un momento, alcanzo a balbucear. ¡Que esperar!, replica, esto lo tienen cocinado, es un contubernio para engañarnos a nosotros, los verdaderos demócratas.
Menos mal que es tarde y hace frío en La Serena. Mi amigo mide, con suerte, 1 metro 60 y yo uno con 85, apuro más el paso, mi ex compañero de curso casi trota agregando nuevos argumentos. “Ustedes los periodistas, del gobierno y la oposición, solo piensan en cómo se arreglan los bigotes. Quieren terminar con el binominal, tú, tu lo has dicho varias veces en la radio. Me detengo, bruscamente, quiero responderle de manera serena, pero mi amigo que iba al trote sigue de largo un par de metros y se vuelve, sorprendido de mi reacción. Lo encaro y le digo tratando de controlar la voz. Respondo, dices que te gusta el binominal, pero ¿sabes que la Concertación, de cuál me has dicho siempre eres un acérrimo opositor, tiene un diputado más, en el octavo distrito gracias a ese sistema electoral? ¿Sabes que en el extremo norte hay un senador socialista que también sale electo favorecido por el binominal?
Por eso creo que hay que hacer reformas políticas, no quedarse en el pasado como tú. Mi voz sube de tono, en el fondo lo siento, porque mi amigo se encoge mas, lleva abrigo que parece quedarle más largo por momentos.
Trata de replicar. ¡Esa reforma la hizo mi general! Sutil manera de recordarme que fui partidario del gobierno de las FF.AA., eso no se puede cambiar. ¡Qué, acaso te lavaron el cerebro! (según la RAE también se puede decir celebro).
Arremete, “mira como tratan al gobierno, el Presidente invita a dirigentes de la oposición a la Moneda a conversar, ellos mismos, los opositores lo habían pedido y los lindos después no van”.
Me quedo en silencio, punto para mi amigo.
Cuando presiento que iniciará otra embestida verbal, con nuevos argumentos, recurro a una acción evasiva, miro mi reloj y aduciendo una diligencia pendiente, sin esperar respuesta me alejo a paso rápido. A mis espaldas mi “amigo”, sigue mascullando otros argumentos que no alcanzo a percibir.
Medito en silencio, en la política falta dialogo.
Al gobierno le ha costado mucho encontrar la manera equilibrada de gobernar y lo peor, tiene que lidiar con una oposición que sufre el síndrome de la derrota, y la que avizora en el futuro.
Pedir una reunión en la Moneda y luego negarse a ir, esperando que pasa con los estudiantes es una muestra de la debilidad opositora para asumir el papel político que le corresponde.
Los estudiantes, ante el vacío dejado por la Concertación, son los que marcan la agenda.
Pienso, a lo mejor vale la pena que mi amigo, impertinente y tozudo, ponga un cable a tierra, aunque sea desagradable reconocerlo.