26.1.08

¿Iguales ante la ley?


En Chile la igualdad ante la ley es un mito.
Siempre encontramos alguna manera de eludirla, funcionando para unos si, para otros no.
Esta pregunta me surge ante un dictamen de la contraloría conocido, públicamente, la semana que finaliza.
“Contraloría establece que ley de Subcontratación no rige para organismos del Estado. Informe del fiscalizador dice que al no regirse por el Código Laboral, el Estado no puede internalizar personal de terceros”.

¿Iguales ante la ley cuando se trata de la legislación laboral? No, rotundo, salvo aquellas empresas que se rigen por el código del trabajo. ¿Porqué todos los trabajadores de Chile no se rigen por este código, y se acogen al beneficio de leyes laborales que claramente les favorecen?, seguramente porque nuestros gobernantes y legisladores no son consecuentes con lo que predican. No me refiero únicamente a los actuales, también a décadas de historia laboral y sindical, donde no ha existido mayor interés en la materia.

La ley importa un comino y lo mejor es no darse el trabajo, problema de neuronas seguramente, de reestudiar un sistema, que es injusto para miles de trabajadores chilenos que prestan sus servicios al Estado. Solo las empresas del Estado que se rigen por el mentado código se les pueden aplicar las leyes y fiscalizaciones que hoy abundan.

A las empresas privadas, demás de, Codelco, Enami y Enap, sí se les aplica el artículo más polémico de la ley de Subcontratación, la internalización de personal de empresas contratistas calificados en situación de suministro.

La Contraloría se basa en que el Estado, como empleador, no se rige por el Código del Trabajo, sino que la planta de cada estamento está regulada por ley. ¿Y que cuesta cambiar una ley que permita nivelar a empleador y empleado en un mismo nivel de mutua exigencia?

El Estado puede vulnerar las leyes, que a otros aplica, con completa impunidad. Nadie hace nada, ni los parlamentarios de gobierno como tampoco de oposición. Esta situación se presta a graves abusos, contratando funcionarios sin derecho a vacaciones, sin imposiciones, cometiendo graves faltas que en las empresas privadas o fiscales regidas por el código del trabajo no se les permite, es más se sancionan drásticamente, ¿es eso ser iguales ante la ley?.

"Sostener que el trabajador que mantiene un contrato de trabajo con un contratista o subcontratista del sector privado será un empleado de la administración del Estado implica violentar las normas legales que regulan las facultades de los organismos que la integran, como aquellas que rigen la relación estatutaria de los funcionarios públicos", eso dice el informe de la contraloría para declarar que el trabajador chileno tiene trato diferente ante la ley.

La justicia social, de la cual tanto se habla, es vulnerada de manera absoluta. Lo que se castiga en la empresa privada, se aplica sin problemas por parte del estado en desmedro de miles de funcionarios públicos. La Ley de Subcontratación no se aplica para efectos de internalización de trabajadores, pues la dotación de planta de los servicios públicos está determinada por ley, y por tanto, no es susceptible de ser modificada administrativa ni judicialmente.

Nuevamente preguntamos ¿es eso justo?, nadie hará nada al respecto.

Queda en claro que ante estas verdades, de las cuales la clase política poco habla, debemos concluir que la respuesta entregada por la contraloría deja en claro, a mi modesto entender, que la ley de subcontratación no es una buena normativa ya que no se aplica a todos los trabajadores y permite, al Estado de Chile, abusar de sus trabajadores, al vulnerar la ley aduciendo que otra ley le permite hacerlo.

Son responsables, esto viene de antiguo, quienes nos han gobernado, quienes nos gobiernan actualmente y la totalidad de la clase política, que por omisión hacen diferencias protegiendo a trabajadores con un determinada norma legal y dejando a otros, sector público, al arbitrio de altos cargos que duraran de acuerdo a los vaivenes de la política vigente y del gobernante de turno.

¿Iguales ante la ley? ¡No!

18.1.08

Democracia, en la medida de lo posible.

La semana que termina la cámara de Diputados despachó a segundo tramite en el senado, el proyecto de ley que determina que los “Consejeros Regionales”, core, serán elegidos por voto popular. Aun cuando la iniciativa no concitó la unanimidad de los parlamentarios, por lo menos las voces de conformidad representaron todo el espectro político partidario vigente.

Se ha señalado que con la ley, en discusión en el congreso, que comentamos, se perfecciona la democracia y es un triunfo para las regiones. Ni mucho, ni poco, podríamos acotar frente a tanto optimismo. La verdad que tenemos una democracia que funciona, en la medida de lo posible. No es completa ni representativa y, en este caso, no será la excepción.

Por décadas hemos votado por aquellos ciudadanos que, cada partido político, propone. La concertación puso en uso, para la elección de sus postulantes presidenciales, el sistema de primarias que se pensó podrían tener un uso más frecuente en otras nominaciones a cargos de representación popular. Fue un experimento exitoso.

Lamentablemente de una u otra manera son las cúpulas de los partidos políticos las que imponen los nombres, ya sea en primarias, como en elecciones definitivas. El paso ha quedado vedado paras las candidaturas independientes que, seguramente, traerían caras nuevas a la política chilena.

Vivimos una democracia donde la libertad de nuestros representantes está confinada a las órdenes de partido, no siempre a la voluntad de los electores. Lo hemos visto en estos últimos meses. Parlamentarios que no votan en conciencia, cuando corresponde hacerlo, y siendo inconstitucional, lo hacen según las órdenes de partido, de lo contrario, y se ha dicho derechamente, pueden perder su cupo electoral en las próximas elecciones.

Algunos valientes han preferido transformarse en independientes, los menos, por lealtad a la ciudadanía que les votó, Se dice que son desleales porque fueron electos con los votos de una determinada coalición. Se ignora que los votos van y vienen y no se puede tener la soberbia de pensar que siempre se depositaran en el mismo saco.

Pero es la democracia que tenemos, gobernada por las minorías ciudadanas que son los partidos políticos, cuya militancia es una mínima fracción de los votantes.

En el caso de los “core”, probablemente, caeremos en el mismo sistema y en la pugna de cada colectividad de colocar a quienes son favoritos de los líderes de turno. No critico que así sea. Es una tradición que nos hace creer en la participación integral de la ciudadanía, cuando la verdad sea dicha, votamos, elegimos y nos vamos para la casa. Nunca se nos consulta como se está haciendo la tarea de gobierno u oposición, y tampoco nos interesamos mucho en ello.

Perfeccionar la democracia es tarea de todos, sin embargo, no hay muchas propuestas en materia de interesar a la ciudadanía, especialmente los jóvenes, para aumentar el padrón electoral.

Seguimos entrampados en un sistema binominal que es excluyente, especialmente para las minorías y, curiosamente, no avanzamos para que el ciudadano independiente pueda postularse en igualdad de condiciones. En definitiva tenemos una democracia representativa que no “representa” al ciudadano común. Tenemos una democracia que representa los intereses y las luchas de poder de las colectividades y bloques políticos, agregando a ello, las ambiciones de “caudillas y caudillos”, que proponen y disponen, de acuerdo a lo que creen, es lo que “la gente” piensa o desea, sin preguntarle a esa “gente” si es así.

¿Le preguntan a la gente si quieren seguir pagando combustibles más encarecidos que el precio internacional, por un impuesto específico que era pasajero? ¿Le preguntan a la gente si quieren que se mantenga un IVA de 19%, cuando en sus orígenes era de un 15%?

No quiero decir con esto que, todo lo que hace la política representativa, o se construye en nombre de ella, sea malo, pero llama la atención que cuando se trata de elecciones y de auténtica participación en la cosa pública seguimos anclados al pasado.

Ahora que las mayorías han cambiado en el congreso, con la irrupción de las bancadas independientes, bueno sería plantear las reformas electorales, de las cuales todos hablan pero nada se hace. Es el momento que nuestra democracia sea integral y no en la medida de lo posible.

11.1.08

El segundo tiempo


Como en un partido de fútbol, así está la política en Chile, Comienza el segundo tiempo. Las barras están bravas y algunas se han cambiado de equipo. La confusión reina en tribunas y galerías.

Cambio en los equipos, incluyendo el capitán. La entrenadora pide más juego colectivo, no le gustan las maromas en la cancha, ni los embelecos en camarines.

Entretanto la hinchada se aleja de los estadios que, alternativamente, ofrecen encuentros en Santiago y Valparaíso, incluso algunos amistosos, de desagravio, a quienes voluntariamente dejan la cancha.

No pretendo hacer con la política un sarcasmo, pero es mejor tomar con algo de humor un tema que se ha puesto, cada vez, menos serio. Me refiero a quienes como ciudadanos debemos concurrir a validar con nuestros votos a postulantes que, los partidos políticos, o sus cúpulas, nos presentan como futuros “servidores públicos”.

En 1988 el promedio de edad del electorado chileno inscrito era de 39 años. Para las elecciones que se avecinan será de 49 años (Diario Financiero 31 Diciembre). Los votantes envejecen y la juventud se niega a involucrarse en los asuntos políticos.

Quienes son nuestros “representantes” no se esfuerzan mucho para conquistar a un electorado joven que se resta a firmar los registros electorales. Las luchas intestinas, las disidencias, las renuncias, los enfrentamientos y las descalificaciones, podría emplear infinidad de adjetivos, son el nutriente de este desencanto.

En los últimos veinte años el padrón electoral “envejeció” diez años. La tendencia no se revierte si observamos los datos de inscripción en el período enero – octubre del año recién pasado. El 2007 se inscribieron en toda la Región Metropolitana, 4.469 jóvenes entre 18 y 19 años, si se compara con el año 2005 donde la cifra fue de 33.981, los resultados son más que preocupantes. Si tomamos en cuenta otras regiones, “grandes” en masa electoral, la situación se repite. Valparaíso, inscritos a la fecha 1.900 jóvenes, hace dos años los números marcaban 9.456 en el padrón electoral. Región del Bío Bío 2.700 versus el registro 2005 que llegó a 12.411 personas.

Los electores de más edad se inscriben de manera creciente. Región Metropolitana, población entre 50 y 54 años, en el 2005, 313.860 electores que saltan en el 2007 a un cifra de 346.860 electores en el rango de edad superior al medio siglo de vida. También crece fuertemente el electorado de 80 o más años de vida.

La clase política habla de una serie de medidas para remediar la situación, entre ellos un proyecto que establece la inscripción automática y la votación voluntaria, este último aspecto, concita opiniones divergentes en la oposición y en la propia concertación.

Lo más complicado se produce, con la irrupción de las bancadas independientes, senadores y diputados no pueden medir sus eventuales mayorías, entre oficialismo y oposición, hay un tercero en la mesa de las discusiones y proposiciones que alterará futuras votaciones en el senado y en la cámara de diputados.
Lo que debe considerarse es que la gente joven no se siente representada por algunos ilustres senadores, con muchos años de oficio repitiéndose el plato, y con diputados, que en la lucha por seguir ascendiendo en su carrera política, sacan a relucir agendas propias, mediáticas, que les pongan en la primera plana de diarios y revistas o le muestren en los noticiarios centrales de la televisión.

Junto a lo señalado subyace, como un factor de rechazo hacia la clase política, la seguidilla de escándalos públicos por fraude al fisco, malversación de fondos, sobresueldos, desvío de recursos fiscales para fines electorales etc.

Chile necesita de una mayor participación ciudadana pero está entrampado, en un sistema electoral que no se ha modernizado, y que ha recuperado vicios del pasado sin ruborizarse por nada.

Nunca, como en estos últimos años, la justicia había sido requerida tanto para juzgar a políticos corruptos que, curiosamente, cuando caen en la cárcel reciben la solidaridad de sus pares, no solo como una demostración de apoyo moral al caído, sino que pretendiendo demostrar que el imputado y condenado, es objeto de “maniobras políticas” que nunca se definen, que no tienen ejecutores, son “maniobras” indefinidas y ocasionadas por poderes oscuros y fácticos imaginarios, para justificarse frente a una ciudadanía que, lamentablemente, le está volviendo la espalda a los cantos de sirena de la política chilena, con honrosas pero muy escasas excepciones.

5.1.08

La encrucijada


La semana que termina el gobierno y la coalición que le apoya han vivido horas cruciales. Justo a mitad del período presidencial se encuentran en una encrucijada. Lo hemos señalado antes y lo reiteramos hoy. Entre sumas y restas la concertación ha hecho progresar a este país en niveles históricos, lamentablemente la política paga mal, ya que nos ha enseñado, desde la vida independiente en el siglo XIX a no reconocer lo bueno y a magnificar lo malo.

Lo bueno se reconoce cuando pasados los años otras generaciones juzgan lo realizado. La perspectiva del tiempo, la maduración de cada acontecimiento que marcó una época, solo se puede apreciar, en sus luces y sombras, cuando la objetividad derriba las pasiones de quienes son actores directos en cada época.

O’Higgins partió al exilio y nunca volvió a la Patria. Carrera fue fusilado en tierra extranjera, ambos son considerados hoy “padres de la patria”. Portales muere asesinado arteramente, Balmaceda se suicida, Alessandri y la constitución del 25, Ibáñez, Allende, Pinochet. Cada cual con su propia historia, cada uno protagonista de su personal drama.

Por ello hoy el gobierno de Michelle Bachelet, que afortunadamente no vive las turbulencias políticas que marcaron a los gobernantes ya nombrados, sin embargo se encuentra en una encrucijada en donde cada decisión, y la intervención de nuevos actores, sumaran o restaran en el futuro político de la concertación.

La semana pasada no trajo buena noticias para el oficialismo. Malas encuestas, problemas para cohesionar mayorías en el congreso, un transantiago que no puede resucitar, aunque se le aplique ventilación mecánica con millones de dólares, de los cuales los chilenos se preguntan si no podrían tener un mejor destino. Un ministro del interior que renuncia desatando olas de rumores y finalmente con un candidato presidencial de oposición, que sigue creciendo en las encuestas, el conflicto de los mapuches etc.

La presidenta ha actuado y lo ha hecho rápido. Creo que aquí el gobierno debe traer nuevos rostros, que generen confianza y que no respondan a cuotas políticas, a figuras que se nombran a la fuerza. El tema de los Intendentes sorprendió, fue una decisión política correcta, inició cambios por donde no se esperaba, al menos por el momento, y entre el anuncio de petición de renuncia y los nombramientos definitivos transcurrió muy poco tiempo.

En la materia antes señalada, nos alegramos la confirmación del Intendente Ricardo Cifuentes, un hombre sereno en su accionar, quitado de bulla en términos de sobriedad personal, y una muñeca política serena pero eficiente. Conoce bien la Región y tiene claras sus ideas en cuanto al desarrollo de toda la zona. Ha resistido con singular paciencia los golpes, a veces arteros que da la política, oficialista u opositora.

La presidenta Bachelet, en estas últimas 48 horas, ha actuado con singular carácter y energía “se harán todos los cambios que se requieran y buscaré a las personas idóneas para liderar esta segunda etapa. Y cumpliré mi itinerario, sin dejarme pautear ni por la prensa, ni por los opinólogos que siempre están tratando de decirle a la Presidenta de la República lo que tiene que hacer”.

Lo lamentable de su gobierno es que el transantiago, falla no forzada de su antecesor, opaca otras obras importantes donde ha logrado acuerdos con la oposición, aunque no todos, los acuerdos, han contado con un ordenamiento de las bancadas oficialistas.

El sino de Chile, sin embargo, es que nos gusta más poner el acento en lo malo, destacar los errores y no ver aquello que será trascendente. Viene una reforma previsional, hay importantes consensos en materia educacional y de seguridad ciudadana, pero que no lucen por conflictos políticos o por escándalos que algunos se esfuerzan en protagonizar, como en EFE.

Se requiere un cambio mayor en el gabinete, que debe producirse rápido, se dice que el lunes es la fecha tope. Lo importante es que los partidos políticos oficialistas no interfieran en las designaciones. Ellos deben entender, más temprano que tarde, que su suerte está ligada a la del Gobierno, en cuanto a la apreciación ciudadana. Es más, los partidos oficialistas, deben comprender que la Presidenta tiene mejor imagen ante la ciudadanía, especialmente con la encuesta dada a conocer el viernes de la empresa Adimark y en otras conocidas en las últimas semanas.

Creo que en el lance, generado a partir de la renuncia del ministro Velasco, la Presidenta se movió con mucha presteza para demostrar que tiene firme la mano en el timón de gobierno, las próximas horas confirmaran o desmentirán la afirmación que hacemos.