27.3.10

La ley del chaqueteo

Los chilenos, cual más cual menos, reconocemos ser un país donde una importante cantidad de personas son “chaqueteras”. Les molesta el éxito ajeno y más que atribuirlo a mérito propio, lo hacen a razones poco claras. Si no son visibles, se inventan.
La envidia es el moho de las sociedades que tienen como cultura, desalentar al exitoso, restando mérito a su inteligencia y capacidad.


Hoy en Chile la clase política, especialmente desde la oposición al actual gobierno, han desatado una polémica por la fortuna del Presidente Piñera y la venta de sus acciones en diversas empresas. Chaqueteo, propio de la cultura subdesarrollada que tenemos, donde obtener éxito es un pecado y si, alguien, le va bien en un negocio se le atribuye que el resultado es objeto de malas prácticas.
Piñera contrajo una responsabilidad personal, vender sus acciones de Lan Chile, para hacer una separación entre los negocios y la política. No pueden decir lo mismo algunos personajes que hacen de la política un negocio, donde las influencias por puestos y directorios estatales siempre se han ejercido. A esta fecha ese compromiso lo ha cumplido, pese a que ninguna ley de la República le obligaba.
Le pidieron que vendiera el canal de Televisión que posee, aunque en la última campaña presidencial se demostró que mantuvo una independencia absoluta, siendo dirigido, además, por un reconocido “concertacionista”.
Muchos años tuvieron los ex oficialistas para modificar leyes, generar un Fideicomiso ciego, como existe en otros países, pero nada hicieron.
¿Es acaso la fortuna conformada en un trabajo de varios años un pecado? Lan Chile, una empresa de excelencia, comprada, mayoritariamente por la familia Cueto y por el propio Piñera, se manejó, como muchas sociedades anónimas, a través de fondos de inversión como Axxion, familia Piñera y Costa Verde Aeronáutica, familia Cueto.
Los negocios de esa envergadura siempre se han manejado a través de sociedades anónimas que cotizan en bolsa. Es así como quienes compraron a Piñera, el grupo Solari lo hace a través de Bethia. No actúan las personas individualmente.
Los Cueto y Piñera hicieron de Lan una empresa de excelencia, reconocida mundialmente y premiada en incontables oportunidades. Sus capacidades permitieron que la empresa creciera y aumentara su valor corporativo, generara más empleo, hiciera nuevas inversiones, pagara crecientes impuestos por sus operaciones y dinamizara el transporte aéreo no solo en nuestro país, también en el extranjero.
Esos empresarios exitosos se necesitan en Chile. Uno de ellos, Piñera llega a la Presidencia de la República y, de inmediato se inicia el chaqueteo. Su éxito personal, indesmentible, parece ser su peor defecto frente a la mediocridad de quienes le juzgan.
Apegándose estrictamente a la ley que fija el impuesto a la renta y al capital, la venta de sus acciones generará al Estado un ingreso superior a los cien millones de dólares.
Un ex Ministro de Hacienda, actual senador, critica al Presidente por hacer el negocio en ese formato, que es aceptado por la ley Chilena y usado por empresarios de su mismo signo político, y que no constituye ningún delito. Acusa de elusión impositiva, tema que no está en la ley tributaria chilena y que suena más a un argumento descalificador que a un razonamiento técnico.
La venta de acciones tiene un tributo, a beneficio fiscal, claramente establecido, incluso cuanto su venta es mayor al valor nominal de la acción, caso del último paquete de acciones Lan a través de Celfin.
Axxion, la sociedad de inversiones de Piñera, ha señalado que los recursos obtenidos de la venta irán a cancelar pasivos de la sociedad y el resto a distribución de utilidades a sus accionistas. En ese momento Piñera, persona jurídica individual, pagará impuesto a la renta en la categoría que corresponda por el dinero que generen las utilidades efectivas de Axxion.
Las personas residentes o domiciliadas en Chile se encuentran sujetas a un impuesto a la renta sobre sus rentas de cualquier origen, sea que la fuente de origen esté situada dentro del país o fuera de él.
Recordemos que este principio no fue observado por Impuestos internos de la época, cuando ministros y altos cargo de gobierno de la Concertación recibieron sobresueldos. El director general de SII de entonces dictaminó que ese dinero no generaba renta y estaba exento de tributación.
Lo demás es chaqueteo.



19.3.10

Predicar y no practicar

Nunca la Udi y RN se han llevado bien. Son políticamente bipolares. Tantos años de ser opositores a la Concertación, y ahora no comprenden que son oficialistas.

Es impresentable que la guerrilla se inicie por los puestos de gobernadores. La repartija del botín, de quién gana un gobierno es ridícula, cuando una parte importante de Chile está destruido por un terremoto.
Se predica pero no se practica.


Con los mismos argumentos que me referí, en más de una oportunidad, a la Concertación, critico a los partidos del oficialismo que, en el peor momento, se han puesto a protestar por los cargos que se han dado a conocer en esta semana. Debo presumir que no se conseguían los acuerdos para que algunos personajes, propuestos por la “partidocracia” gobernante, asumieran o no algún importante cargo.
La clase política no aprende algunas cosas que son importantes, que tienen que ver con el desprestigio constante que viene sufriendo. Dicho en más de una oportunidad, la democracia evoluciona en tanto evolucionan los grupos sociales. Hoy tenemos una clase media más numerosa e informada, con nuevas y diferentes expectativas, las cuales no siempre son satisfechas. Los políticos siguen con la monserga de hablar de “los más desposeídos”, generalizando como si fueran estos, la mayoría de los chilenos.
Cuando nos levantamos de un terremoto, quienes han perdido sus viviendas y una parte importante de sus posesiones materiales, ya no pueden estar conformes con que les ofrezcan una mediagua, no porque sea poco digno, temen que todo el avance social, casa sólida con uno y dos baños, auto en la puerta, refrigerador y televisor, se pierdan por varios años hasta reponerse nuevamente.
Saben que el Estado no les puede devolver todo lo destruido, pero las ayudas deben ser adecuadas para recomponer una vida que no era la misma del 60 o del 85.
Resulta absurdo, entonces, ver a los políticos reclamando por un cargo más o menos, sacando cálculos que eso proyectará a la persona nominada en una futura diputación o senaduría. ¿En qué quedó el recurrido argumento del “espíritu de servicio público? ¡Pamplinas! Salvo honrosas excepciones, el resto solo aspira a sentir el gustillo del poder, de los micrófonos, las cámaras y las fotos de primera plana.
No cabe duda que el Presidente Piñera tiene el coraje y la voluntad de no aceptar presiones, amenazas veladas y públicas. Ahora más que nunca es que debe pensar en la ciudadanía, aquella que perdió en este terremoto no solo sus bienes materiales, elementos de trabajo, a sus familiares, perdió, además, sus ilusiones.
Ojalá que el oficialismo deje de discutir por la tajada que el poder otorga, y piensen en un Chile que hace muchos años ha sido diferente, desde el punto de vista de su composición social. No es el mismo del 70. Inició el camino del progreso, de metas mayores en mejorar su condición de vida. Estamos conscientes que un numeroso grupo hace tiempo superó el margen de “los más necesitados”, mérito que hay que reconocerle a los gobiernos de la Concertación.
Está bien dar bonos como el que, unánimemente, no sin rezongos, lloros e hipos incluidos por parte de la oposición, se aprobó, por unanimidad y en 48 horas, por diputados y senadores, pero mejores condiciones de vida es una tarea permanente, que el gobierno de Piñera no quiere perder de vista.
Es también el momento de dar una señal firme y severa para aquellos empresarios que quieran medrar con la desgracia de otros compatriotas. Buena ha sido la actitud de la Cámara Chilena de la Construcción, organismo gremial empresarial de enorme prestigio, ante el escándalo protagonizado por el ahora renunciado presidente de ese organismo en la Región del Bío Bío. Es bueno investigar cómo se han comportado, algunas empresas constructoras e inmobiliarias, y sancionarlas adecuadamente si no se han respetado las leyes y los derechos de quienes confiaron en ella.
Es preocupante verificar, a simple vista, como algunas obras públicas y privadas se derrumbaron, mientras otras, con casi dos siglos, siguieron en pie.
Es tarea de los políticos del oficialismo buscar entendimientos con la oposición en materia de reconstrucción. Levantar a una parte de Chile de sus ruinas no es tarea de unos pocos iluminados, lo es también de cada uno de los chilenos.
No olvidemos que el terremoto movió a todos, a la izquierda, al centro y a la derecha.
La naturaleza nos dejó en claro que cuando el piso se mueve nadie tiene privilegios especiales, en ningún sentido.

13.3.10

La bandera rasgada

En momentos difíciles para un país los símbolos son relevantes.
Un artesano rescatando de las ruinas del terremoto una bandera chilena, embarrada y desgarrada en el centro, conmovió a la Patria.
Pese a todo, simbolizaba que el país puede levantarse, sin que nadie se reste, y flamear orgullosa en el menor tiempo posible.


Chile y el nuevo gobierno, y quienes habitamos en esta tierra tenemos el compromiso de colaborar, cada cual en lo suyo, para que las heridas se restañen, que cada casa destruida se levante, las escuelas, colegios y liceos llenen sus aulas, y la vida de la Nación retorne a la normalidad.
Luego de las primeras cruciales 48 horas, donde fallaron muchas cosas, donde las decisiones tardaron más de lo que era justo para quienes fueron víctimas del terremoto, del pasmo y la demora en tomar las acciones correctas, la autoridad de ese momento se puso manos a la obra y paulatinamente las cosas comenzaron a enrielarse por un cauce de mayor actividad.
Creo que ha terminado el tiempo de las recriminaciones, hay otro gobierno que deberá asumir la inmensa tarea de reconstruir nuestro país. Paralelamente, hay que revisar que cosas fallaron, en qué parte la legislación deberá ser más estricta y cuáles son los protocolos que deben operar automáticamente, no a criterio del gobierno de turno, sino que en base al concepto de buenas prácticas.
Ya aprendimos que en catástrofes de esta naturaleza, de las cuales periódicamente somos afectados, movilizar a las fuerzas armadas, desde el primer minuto, es un requisito importante.
Hemos aprendido que la ONEMI debe contar con recursos disponibles, distribuidos en todo el país, potenciando, especialmente a las municipalidades que controlan al detalle las comunidades repartidas hasta en los rincones más increíbles de nuestra geografía.
El terremoto y posterior maremoto, nos hicieron conocer el nombre de pueblos y caletas que no identificábamos antes, donde viven familias numerosas.
El desafío de reconstrucción será gigantesco y ha hecho cambiar las prioridades. El programa del gobierno entrante debe ser re articulado. No se puede retroceder en los inmensos aspectos de progreso de los gobiernos anteriores, que no se pueden desconocer, a partir de allí recuperar lo perdido y, en la medida de lo posible, seguir progresando.
Los daños recibidos solo son comparables a los dos grandes sismos de 1960, pero nos encuentran en una mejor posición económica, hay más tecnología, y profesionales de alto nivel, muchos de los cuales quedaron representados en el gabinete del Presidente Piñera.
Hoy es el momento, la oportunidad, de mejorar el enfoque gubernamental frente a estos golpes de la naturaleza. Nuestra preparación debe ser más acuciosa y responsable. La clase política puede recuperar el prestigio perdido, en tantos años de sectarismo y divisiones, demostrando que cuando la Patria debe levantarse de las ruinas, todos aportan con sus mejores iniciativas. El gobierno entrante debe tener inteligencia y prudencia para manejar acuerdos razonables que permitan, a todos los actores políticos, aportar con sus iniciativas en un dialogo permanente de buena voluntad.
Es de esperar que, por los menos en los próximos tres años, solo pensemos en la inmensa tarea que hay por delante, sin empezar a buscar ya, futuros candidatos presidenciales. Será el tiempo del despacho de leyes bien pensadas, mejoradas y revisadas, pero un tiempo breve. Los que han perdido un techo bajo el cual cobijarse, los que tienen un empleo precario, los que necesitan una salud de calidad, eficiente y oportuna, los que buscan la mejor educación posible, no pueden esperar.
En tanto en nuestra Región tenemos nuevo Intendente. Como lo escribimos en un artículo anterior – Ganó Frei – en su momento fuimos dirigidos por tres Intendentes de gran calidad humana, técnica y política y la Región progresó notablemente. Estamos seguros que Sergio Gahona, hombre joven, creativo y motor de muchas iniciativas en el campo educacional, estará a la altura de quienes, antes, gobernaron nuestra IV Región.
La bandera que simboliza la Patria está sucia y rasgada, herida, pero en el simbolismo de la foto, que todos hemos visto, está el chileno, levantándola a lo alto, mostrándola al mundo y, junto a él, los propios ciudadanos, que nuevamente la izaremos, para que sea acariciada por los vientos del progreso, la amistad cívica, y la grandeza política de un Chile que renacerá, sin que nadie falte a este compromiso y esfuerzo.

6.3.10

Se cosecha lo que se siembra

Nada mejor que los refranes para llegar al meollo de los errores humanos, duplicados cuando provienen de autoridades que deben asegurar la normalidad de un país, aún frente a una catástrofe.
Siembras vientos, cosechas tempestades.


Mucha gente, con cierta razón, le tenía simpatía y cariño a la Presidenta Bachelet. Se preparaba a dejar el gobierno con un 83% de popularidad, pero un sacudón de la naturaleza hizo ver que su liderazgo no existía y que con mucho dinero en la caja fiscal, cualquiera puede hacer un buen gobierno.
Hoy la Presidenta se apronta a dejar la Presidencia de la República en medio de la ira y el llanto, incluso de Alcaldes de su propia coalición, como el de Hualpen, que le pedía, por favor y en medio de lagrimas, que si era necesario matar que se matara, pero que combatiera la delincuencia desatada en las zonas de catástrofe.
Su indecisión para ejercer un liderazgo activo y fuerte se notó cuando, luego de hacer algunos “paseíllos” en helicóptero, no se queda en la zona del desastre, vuelve a Santiago. Con soberbia no acepta las primeras ofertas de ayuda extranjera. No mueve a sus FF.AA. de inmediato.
Vive entre los fantasmas del pasado, de hace más de 20 años. Se niega a militarizar un hecho donde, innegablemente, se necesita de fuerzas mejor organizadas, disciplinadas, que puedan actuar en el rescate y en la seguridad.
Durante todos estos años se han dictado leyes garantistas para el delincuente, que hace una profesión del delito. Los políticos nos hablan de la puerta giratoria de la justicia, pero las leyes que nos rigen, blandas y anodinas en la protección del ciudadano honesto, son obra del ejecutivo y del legislativo. Los jueces solo aplican las leyes que otros, que esconden su responsabilidad, hacen.
Como se pudo ver, en esta verdadera tragedia de la identidad nacional, lo que menos primó fue la solidaridad, valor proverbial de los chilenos, por el contrario las turbas que antes robaban gallinas, ahora roban plasmas, lavadoras, computadores. Claro que la pobreza ha disminuido, pero la de espíritu, ahora, es tecnológica y escoge mejor lo que rapiña.
Los delincuentes, incluyendo muchos de cuellos y corbata, saben que les sale barato robar. Más grave le resulta a un carabinero reprimir a un delincuente, que a este matar o herir a un policía.
A los carabineros que deben cuidar la seguridad ciudadana, se les acusa o expulsa si matan a un asaltante de fundo en el sur. ¿Qué espera el gobierno de gente que ha perdido todo el respeto por la autoridad, si esa misma autoridad lleva 20 años restando poder a las FF.AA. y de orden?
¿Le puede pedir a un cabo, a un soldado, que dispare a un delincuente, que roba a los que lo han perdido todo, Si ha ese soldado, que obedece un orden superior, le han enseñado que bajo la consigna de los derechos humanos, puede desobedecerla?
Enseñaron a no respetar la jerarquía y no cumplir órdenes. ¿Cuántos oficiales, suboficiales y conscriptos están presos por esa doctrina?
El delincuente que ha sembrado el terror entre los vecinos, que ha escamoteado el alimento de los más necesitados, sabe que si lo detienen nadie le tocará. Sus derechos humanos están protegidos, los de sus víctimas no.
Hoy junto con las casas derrumbadas, también hemos visto desplomarse la fachada de un gobierno, sustentado en una excelente y bien calculada política comunicacional. Hemos visto intendentes irresolutos, ministros vacilantes, mirando el calendario para que llegue luego el 11 de marzo y alcaldes, de todos los signos, dando la pelea por su gente.
Se ha derrumbado la soberbia, en buena hora, de un país que se mostraba fuerte y generoso, con bonos, y grandes obras públicas, pero sin ninguna preparación para enfrentar la furia de la naturaleza.
El Ministro Sergio Bitar reconoce a la BBC, que a la Concertación se le hacía difícil sacar a los militares a la calle.
La presidenta declara, “todos son generales después de la batalla”, lamentable, especialmente cuando la generalísima de las Fuerzas Armadas, no sabía dónde y cómo se libraba esa batalla por la vida de millones de chilenos inocentes.
La próxima semana, ella y su gobierno entregan el mando, no solo porqué perdieron el gobierno, lo hacen en medio de un “sunami” político, cuyas consecuencias solo se podrán evaluar con el tiempo.
Qué ironía, 20 años desprestigiando a las FF.AA. por los sucesos de 1973 y, ahora, cuando entreguen el gobierno, las calles tendrán, en las regiones devastadas, a miles de militares, protegiendo y ayudando a la ciudadanía afectada.