30.12.09

El progresismo

Ser progresista hoy en día es la moda. Hace algunos años los parlamentarios se sacaban muestras de pelo para demostrar que no eran drogadictos. Será por eso que algunos muestran relucientes calvas.

La moda en esta campaña presidencial, ahora, es demostrar quién es verdaderamente progresista. ¿El progresismo le ayudará a pagar sus cuentas al final del mes?
Explicar qué es progresismo resulta complejo. Es una moda. ¿Quién inventó el progresismo? ¿Es una nueva filosofía?
Para algunos viene de Oriente, para otros nace luego que cae el muro de Berlín, la Unión Soviética y se develan los crímenes y violaciones a los derechos humanos del marxismo internacional, para otros, es parte de ser social demócrata, explicación de Ricardo Lagos Weber. Según ha indicado, el senador electo, el primer progresista en Chile fue su padre Ricardo Lagos Escobar.
El asunto es que hoy los dos candidatos presidenciales se declaran progresistas. Compiten en señalar sus propias y personales interpretaciones de esta palabra.
Pese a todas las promesas, se ha caído de nuevo en las descalificaciones. Se monta una campaña que no responde a lo que la ciudadanía entiende de una definición inventada para sacar provecho político, no para servir a la ciudadanía.
Hice un ejercicio, la pasada semana, preguntar al chileno que votará el 17 de enero qué entiende por progresismo. Lo invito que usted, haga el mismo ejercicio.
Las respuestas fueron tan claras como: Progresismo es eliminar el IVA a los libros. Es eliminar el 7% de la salud a los jubilados, es cumplir con la promesa de rebajar el IVA en dos puntos. Se debe recordar el IVA partió con un 15%. Los políticos lo fueron subiendo con diferentes argumentos, incluso con la promesa de una eventual rebaja que nunca se cumplió. La más sensata definición fue, “el progresismo no existe, solo sirve para engrupir”.
Progresismo es saber que la verdad no es absoluta, ni los gobernantes iluminados. Progresismo es ir a la par con el mundo. Creer en el bien social de toda una comunidad. Actuar con honestidad en los actos de gobierno. Luchar lealmente por obtener el favor de los votantes.
No es progresismo decir que lo peor que le puede pasar a este país es que gobierne la derecha, eso es totalitarismo. Hacernos creer que siempre deberemos ser gobernados solo por un sector es pretender la mexicanización de la política. Tener para cada elección, como ocurrió por mucho tiempo en México, un tapado que seguro era electo presidente.
Decir que es progresista solo un sector, una parte del país, es soberbia pura, falta de tolerancia y de autocrítica ante sus propias carencias y defectos.
¿Eran progresistas los que levantaron un muro en Berlín?
¿Son progresistas los que pretendieron callar, dar refugio en nuestra Embajada en Rusia y luego en Chile, a quien ordenó matar a tiros a todo quien saltara el muro en Berlín? Eso ocurrió cuando muchos de los que nos gobiernan, vivían en Alemania Oriental. Nada dijeron de esas violaciones a los derechos humanos.
¿Son progresistas los que quieren mantenerse en el poder solo para seguir teniendo una pega segura?
Para el 17 de enero ¿tiene alguna importancia autodenominarse progresista?
Los que como usted o yo no tenemos otra alternativa de progreso que trabajar intensamente, de la mañana a la noche, no tiene peso o valor como se autodenominen los candidatos.
La agenda del progresismo nunca ha reconocido la pertenencia tutelar de la izquierda, menos en un país donde el centro político está vacante, se es de centro izquierda o de centro derecha. ¿En qué lugar se encuentra el más de 80% de los chilenos independientes? La dura, como dicen los jóvenes, es que ese 80%, que rechaza la política y los políticos, migra constantemente.
Si es por temas progresistas, terminemos con una salud donde siguen existiendo colas y demora para atenderse. Siguen existiendo trabajadores del Estado que se dan el lujo de rechazar un bono de 11 millones de pesos, mientras gente de pocos recursos recibe uno de $30 mil pesos.
Progresismo es poder caminar por las calles sin ser asaltado. Salir de casa sin encontrarse que te han robado.
Lo más progresista es ser creíble, de lenguaje sencillo y que provoque en los electores confianza en el cumplimiento de las propuestas. Lo demás, progresismo incluido, es música.

26.12.09

Hay que evitar que la derecha gobierne.

Evitar que la derecha gobierne parece ser la consigna más importante de la campaña del equipo oficialista. No se trata de hacer mejoras o propuestas en lo que se ha hecho en 20 años. Solo importa evitar que gobierne la derecha.
¿Le importa eso a la gente?


En la medida que transcurren los días y se aproxima la fecha fijada para segunda vuelta cunde, en el gobierno y el oficialismo, la sensación que se pierde el poder. La bizantina discusión, que aún se mantiene, si deben irse los presidentes de partidos de la Concertación es una clara demostración de diagnósticos político errados.
Se ha tratado de convencer a la ciudadanía que 44 % es menos que 29%. Se ha tratado de convencer que no perdió en primera vuelta el candidato del gobierno, porque sumando votos, que no fueron logrados, igual se ganó, aunque la mayoría parlamentaria no existe.
Perdió en la primera vuelta la propia Presidenta Bachelet que apostó en una sola y desgastada carta toda su popularidad. La legítima autoridad moral, que le da casi un 80% de apoyo a su gestión, la desperdició saliéndose de su papel de jefe de Estado para asumir la de jefa de campaña en las sombras.
El 29% de la votación Frei, la pérdida de todos los doblajes, y algunos candidatos que se salvaron solo gracias al sistema binominal fueron, de alguna manera, un derroche de su personal prestigio.
En esta segunda vuelta no hay más llamados presidenciales, seguramente tampoco puerta a puerta ministeriales. El mensaje ciudadano fue claro, gobierne hasta el último día, como lo prometió. Gobierne para todos los chilenos como fue el mandato que recibió de la ciudadanía y no exclusivamente para los fines electorales de una concertación que no ha sabido renovarse.
Evitar que gobierne la derecha resulta un contrasentido, cuando el programa económico, exitosamente aplicado en estos últimos años, nada tiene que ver con el programa de la Unidad popular de los años 70.
Evitar que la derecha gobierne, como único gran objetivo estratégico político, resulta inconsecuente, si le vamos a creer a las promesas que “vamos a vivir mejor”, “más Estado” “más impuestos”.
Nos prometieron que nadie se repetiría el plato, caras nuevas, y ya ven, son los mismos, salvo honrosas excepciones, los que siguen comiendo del mismo plato durante 20 años, incluso llevándose algunos hasta el plato.
Piñera, por su parte, no lo tiene fácil. Si gana tiene solo 4 años para demostrar que la caricatura que de ellos, la derecha, se hace no es real en el siglo XXI.
Debe convencer que su programa representa una diferencia, cambio y progreso real para quienes están bajo la línea de pobreza o en la inmensa mayoría que se define como clase media. No debe ponerse a igualar las promesas del adversario.
Tiene que demostrar que ejercerá el gobierno para servir al país. Que implementará leyes justas, pero severas, para combatir la delincuencia. Que introducirá cambios en la gestión de salud y no permitirá los abusos que hoy, impunemente, hacen algunas Isapres.
El triunfo, que ya se percibe, implica desafíos. Es una oportunidad para sacudirse aquellos mitos que la vieja izquierda aún le atribuye.
Piñera no lo tendrá fácil si gobierna, pero ese es el desafío. No se espere ética de una concertación que calla ante los asesinatos que comete las FARC en Colombia, que silencia el encarcelamiento de disidentes políticos en Cuba, o que aplaude la política estatista de Chávez en Venezuela.
Hay muchas inconsecuencias en quienes demonizan a lo que llaman derecha.
Quienes nos gobiernan, lo primero que hicieron fue cambiarse al barrio alto, comprar una casa en algún balneario. Auto del año. Isapre, no Fonasa y sus hijos, en colegios pagados particulares.
Los que dicen que hay separar la política de los negocios, cuando dejaron la política siguieron con los negocios. Directorios de empresas importantes, asesorías para aprovechar los contactos con el gobierno. Todo eso se llama inconsecuencia.
No se trata de evitar que gobierne la derecha, se trata de evitar que se destapen las ollas podridas y los escándalos que aún no se conocen. Escándalos que por años solo se vienen murmurando.
Que no gobierne la derecha, así puede evitarse conocer el lado oscuro de la galaxia gobernante.

19.12.09

La semana después

Los dos candidatos, Piñera y Frei, que disputaran la segunda vuelta buscan los díscolos votos de Marco Enríquez. Al diputado, lo han transformado en un dispensador de votos. Un cajero automático del cual no se tiene la clave para que entregue los sufragios. Se aprietan muchos botones sin dar con la fórmula.

Hace una semana, un día como hoy, todos nos aprestábamos a votar por Presidente y
parlamentarios. Las encuestas venían anticipando resultados pero, cada cual, esperaba algún milagro divino o un rayo tronante que viniera de lo alto y alterará lo que era lógico.
La más asertiva fue CERC. Sus resultados causaron preocupación en el oficialismo porque bajaba al candidato del gobierno bajo la crítica línea, ya mala, del 30% y lo situaba en 29%, lo que finalmente se confirmó.
No fue bueno el resultado para Frei. Tampoco era lo esperado en su comando y aunque aparecieron celebrando, la verdad; toda respiraba a derrota. Me remito a lo señalado el jueves por el Diputado reelecto Marcelo Díaz: “Aquí hubo una derrota, porque alguien intentó convencernos de que el 44% que sumamos los parlamentarios de la Concertación es lo mismo que el 44% de Piñera, y creo que eso es una suerte de insulto a la inteligencia, al sentido común. Perdimos la elección presidencial y hay que decirlo con esa claridad” – declaraciones a radio ADN.
Los politólogos y asesores hacen toda clase de análisis y predicciones. Resulta, sin embargo, simplista sumar porcentajes de Marco como si fueran para Frei.
Hay tres interpretaciones para el 20% “Marquista”.
Primero hay gente que desilusionada de la concertación, especialmente del amiguismo, la corrupción, la falta de ideas, y el continuismo de las figuras dirigentes, miraron a quien apareciera rompiendo, violentamente, con un pasado sin duda exitoso, para traer nuevas ideas, desafíos importantes y re encantando a figuras jóvenes.
Segundo hay gente que no le gusta, y no le seguirá gustando en segunda vuelta, el candidato Frei.
Y hay gente que votaron por Marco, para que pasara a segunda vuelta y que probablemente votará por Piñera.
Tanto el oficialismo, como la oposición, se equivocan al creer que canjeando ideas de Marco obtendrán más votos de apoyo. Para muchos electores el programa casi no importa. Resulta falso escuchar a Frei decir que vamos a vivir mejor, siendo parte de un gobierno que lleva 20 años y que no lo ha hecho mal, pese a todos los errores cometidos.
No resulta convincente escuchar a una oposición que promete cambios de toda naturaleza, que no tendrá el tiempo, cuatro años, ni los recursos para cumplir todo lo que se ha prometido.
Resulta un engaño flagrante escuchar las propuestas del freísmo, especialmente en reformas económicas, papel del estado y control sobre la economía, que se contraponen con los acuerdos que ufanan, con mérito por cierto, al gobierno por el ingreso a la OCDE.
La gente hoy votará por la figura del candidato, con sus defectos y virtudes. Votaran por quien perciban más cercano. Por último al que no se disfrace de una cosa diferente de lo que es.
Piñera es empresario y debe demostrar que esa capacidad de éxito la puede aplicar en beneficio de los chilenos.
El comando de Frei no puede seguir cometiendo el error de minimizar su figura detrás de mujeres. En la primera vuelta fue la Presidenta Bachelet, ahora, el mismo error. Emerge con gran fuerza Carolina Tohá y, sin pretenderlo, eclipsa al candidato. Ya se habla de Tohá como una futura figura presidencial.
Ojo con los actos de campaña. Un error se paga caro. El encuentro en el court central del Estadio Nacional, a lleno completo, fue negativo. En el recuerdo no queda la imagen de las cinco mil personas reunidas, solo resulta noticia el abucheo sonoro a los dirigentes del oficialismo.
Si alguien duda del apoyo comunista a Frei, puede olvidarse, ellos no tienen otra alternativa más que de aportar sus votos. El comunismo gracias a su alianza con la Concertación tiene tres diputados, pese al absurdo sistema binominal, no devolver la mano sería un error que no provocaran.
Las promesas de campaña ya fueron formuladas. Al momento de votar la mayoría ni se acordará de ellas. En una segunda vuelta, lo sustantivo, es que no se repiten los mismo números, ni sumando o restando.
La llegada será, a favor de quien gane, no superior a tres o cuatro puntos.

5.12.09

A un semana del primer tiempo

Para opinar de política debemos estar enterados del fútbol. Nada hay más parecido que el peloteo, los pases y “cachañas” para convertir el gol por la copa de La Moneda.
El viernes, todos estábamos preocupados del sorteo de los grupos para el mundial del 2010. Ahora esperamos el primer tiempo de una carrera presidencial llena de incógnitas que se juega en el estadio de Chile.


El equipo Frei tiene entrenadora, nada menos que la propia Presidenta de la República quien, para los efectos de campaña, solo representa a la Concertación. Desde tribunas su barra está integrada por Ministros, Subsecretarios, Jefes de Servicio, Intendentes y Seremis, que llegan al estadio político después de las seis de la tarde, aunque algunos ensayan sus gritos de apoyo a toda hora del día.
Piñera, por su parte, tiene dos grandes barras bravas, equivalentes a juntar a los partidarios de la Universidad de Chile, la Católica y Colo Colo, gritando todos por un mismo equipo, pero, sin olvidar sus múltiples diferencias.
En el estadio de Chile, cada cierto tiempo y a pocos minutos de terminar la primera parte del encuentro, para irse a camarines, se enfrentan los barristas, especialmente en los asientos de V costa y en otros distritos, violentamente, rompiendo sus respectivos bombos, mientras los jefes de barra se querellan los unos con los otros, como si el partido se jugara en la galería y no en la cancha.
Henríquez Ominami juega con un planteamiento desconcertante que tiene, especialmente complicados a sus rivales.
Posee rapidez de desplazamiento y hace jugadas que nadie espera en el tradicional peloteo político. Con un entrenador preparado en Cuba, que se maneja con gran soltura, tanto en los negocios grandes como en la venta al menudeo, tiene helicóptero propio como Piñera, puede recibir instrucciones para enfrentar las más difíciles estrategias de sus rivales y ha puesto una nota de suspenso en el resultado del encuentro.
En la cancha está, también, la réplica del antiguo equipo de Magallanes. Barra fiel, pese a los muchos años sin “campeonar”, pero sale a la cancha a los sones de la “bandita” que nunca le falla, con su manojito de claveles rojos, pocos pero ahí están siempre.
Comenzó bien, relajado, con un esquema de juego que ya se había olvidado, muy practicado en la década del 70.
Como ha ocurrido con el fútbol europeo, propuso arreglar el partido para el segundo tiempo que se jugará en Enero, pero nadie quiere hacerlo hasta no ver quién domina en la primera fracción y especialmente porque el público quiere un encuentro limpio sin arreglines.
Lo más molesto, ocurre siempre en encuentros de esta categoría, que el administrador del estadio ha entrado en una suerte de fiebre de trabajo, arreglos de todos los recintos del estadio, con el público ya sentado, lo que ha ocasionado tacos, empujones y reclamos. No falta quien diga, sin embargo, que estos encuentros que se disputan cada cuatro años, se hicieran más seguidos ya que se mejoran los accesos al estadio, el agua potable, y hasta la iluminación.
Incluso asiento nuevo que se pone, tiene cinta, tijera y bandeja para ser inaugurado, aunque los jugadores, hace rato. están en la cancha.
Cada cierto tiempo el marcador electrónico de las encuestas, señala un tanto que permite establecer un cierto dominio de la cancha que pone nervioso al rival.
El progresismo es la nueva estrategia de juego, todos la usan. Los que juegan como en los 70 señalan a todos los vientos, que ellos la inventaron y que el resto, por monería se adjudican la propiedad.
Además, ya no se juega para la galería, los de abajo, como antes. Los estrategas descubrieron que en este estadio es muy numerosa la clase media, que con gran esfuerzo compra una entrada con asiento numerado o, por lo menos, en la sombra y tratan de lucirse con vistosas jugadas dedicadas a ellos y a los jubilados. Estos últimos siguen comprando su entrada a los revendedores, con un 7% adicional para preservarles el derecho a tener licencia por enfermedad y no trabajar. ¿Son jubilados?
El segundo tiempo lo veremos en enero, solo dos equipos y una final de miedo.
Por hoy escribimos de fútbol, la próxima semana tendremos tema de sobra con la política.