24.4.09

La transparencia tiene su hora

Hay que reconocer la valentía del Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet de dar la partida a la “ley de transparencia”, generada por dos senadores, uno de oposición, Hernán Larraín y otro de gobierno Jaime Gazmuri, dado que la ropa sucia se lavará delante de todos los chilenos.

La primera evaluación del Consejo de Transparencia estableció que solo un 23 %, del total de las instituciones que deben dar cumplimiento a la ley, cumplían cabalmente con ella. Dicho porcentaje corresponde a 31 organismos centrales del Estado -de un total de 131-, entre los que encuentran la Secretaría General de la Presidencia, único ministerio, Conama, Sernapesca, Armada de Chile, SAG y la CONAF, entre las más destacadas.
El mismo balance establece que, el nivel de cumplimiento formal del instructivo fue "alto", ya que alcanza el 87%, mientras que siete instituciones estuvieron bajo el 50% de cumplimiento de la ley.
El Consejo, alerta sobre la dispersión en los mecanismos disponibles para ver la información o solicitarla, un 24% de los sitios medidos, poseen sistemas con diversos formatos y exigencias, lo que dificulta la obtención de la información deseada.
Lo que se publica acarreo de inmediato críticas de la oposición, especialmente, cuando se ha podido observar la cantidad importante de parientes y ex parlamentarios derrotados en pasadas elecciones que reciben sumas elevadas por asesorías en variedad de servicios y Ministerios.
De alguna manera queda la sensación que se entrega trabajo a los “favoritos” del régimen o a quienes el voto popular les dio la espalda.
Fuente de críticas ha sido comprobar que una parte importante de los recursos de libre disposición de la Presidencia de la República se reparten, con generosidad, a fundaciones y centros de estudio ligados a la concertación 0o a ex presidentes. El tema nace que, a fin de cuentas, se trata del dinero de todos los chilenos que solo llega a un sector político privilegiado por el régimen.
Ahora podremos saber, con certeza, cuántos son aquellos que reciben sueldo fiscal, sin hacer nada útil, salvo dedicarse a la política. Los nombres los periodistas los conocemos, pero tendremos una herramienta para verificar y contrastar la información de este tipo de personajes que, pululan en intendencias, municipalidades y gobernaciones, con honrosas excepciones.
El gobierno no solo ha tenido que enfrentar las críticas que se producen dada la posibilidad de conocer información que, antes tenía un trato confidencial. Es un mérito de la Presidenta que, a sabiendas que se trata de una herramienta legal de doble filo, no vaciló en ponerla en vigencia.
Otras críticas políticas de la semana, son producto de un error no forzado, al reconocer el Ministro de Defensa, Francisco Vidal, que las nominaciones a cargos de gobierno se hacen de acuerdo a propuestas de los partidos políticos. Esa verdad que ha sido un uso de la política Chilena a partir de 1810, se da por descontada. Distinto es obligar al gobierno a que nomine a una persona. Según la costumbre es la Presidenta la que designa, pero mirando que cara ponen los partidos que le apoyan. Lo importante es la calidad técnica del o la nominada, que no siempre se respeta.
Lo curioso en este episodio ha sido la negativa, que tal cosa ocurra, del Presidente del Partido Socialista el senador Camilo Escalona. Las ternas de los partidos para postular a ministerios, intendencias, jefaturas de toda clase, siempre han existido. Esto no es patrimonio exclusivo de la concertación. Incluso durante el régimen militar algunos partidos “en receso” influyeron en el nombramiento de muchos personajes en cargos de importancia. Negar lo uno o lo otro es un acto de cinismo.
Vidal dijo la verdad, como también lo hizo el Presidente de la DC. Juan Carlos Latorre. Parece lógico que en una coalición se aporte con figuras relevantes y se presione, amablemente, para que la importancia partidaria y los votos que se controlan, sean reconocidos especialmente, en ministerios, intendencias y gobernaciones. Bastaría comparar la Presencia DC. PPD. y PS. con el PRSD.
El punto radica exclusivamente en la capacidad, honestidad y competencias del nominado. Si ello se hubiere cuidado en el bullado caso Michel y en otros, que han llevado a tribunales y posteriormente a la cárcel, por días semanas y meses, a variadas figuras de la política, probablemente no habría sido necesario que la transparencia tuviera su hora.

16.4.09

Mira la batea

“Los científicos se esfuerzan por hacer posible lo imposible. Los políticos se esfuerzan por hacer imposible lo posible”
La frase nos grafica la confusión que, a esta fecha, existe entre candidatos y electores, mientras la batea de la política se menea.
La actual campaña presidencial se mueve a un ritmo diferente a la opinión ciudadana. Nada se ha aprendido y se toma la paleta de la campaña para un “pimponeo” de descalificaciones que cruzan la malla electoral de un extremo a otro de Chile, convertido en la gran mesa de juego de una democracia que los políticos definen de la manera que mejor conviene a su causa.
Hay mucho que analizar y bastante que aprender. Los electores ya no se tragan la comunión con ruedas de carreta. Ahora, son capaces de increpar a los candidatos presidenciales en su propia cara. Le pasó a Piñera en un pésame rodeado de cámaras de televisión, periodistas y micrófonos. Le pasó a Frei el miércoles cuando en su discurso llamó a escuchar la voz de la gente. Inmediatamente se escuchó el reclamo de una electora que le decía “cuando les necesitamos ustedes no estaban”.
¿Qué está ocurriendo? Es un fenómeno que la pléyade de asesores de los candidatos presidenciales mayores, me refiero a Alianza y Concertación (en orden alfabético), aún no captan. Los electores están cansados de ser objetos de un voto, acarreados por la verba de los candidatos y se atreven a manifestar sus frustraciones, descontentos y también las preguntas directas.
Ha cambiado la forma de hacer campaña y son pocos los que quieren concurrir a poner solo la oreja. El candidato que se atreva a realizar la mayor cantidad de foros públicos, segmentados por áreas de interés a través de todo Chile, tomará la iniciativa en nueva manera de hacer campaña. Se puede apreciar que hay en la base electoral muchas ideas contenidas. Basta con tomarse el tiempo de leer, en el periodismo ciudadano, lo que escriben aquellos que comentan las noticias para apreciar que la masa indefinida para la política en el pasado, la gente que no tiene nombre y apellido, quiere hablar más que escuchar.
La política se ha quedado en el pasado. Las mismas consignas, los mismos temas del 70. Los prejuicios de siempre, la estigmatización del que es exitoso, el aprovechamiento del que se siente poderoso, las oscuras influencias de aquel que consigue puestos públicos, los que reciben un pago del fisco o de la Municipalidad, pero que no trabajan ni para u otro.
Algo está cambiando en Chile. En la última encuesta Ipsos se aprecia el fenómeno. El diputado Marco Henríquez Ominami obtiene mayor porcentaje de votos que los tres pre candidatos del pacto Junto Podemos. Henríquez Ominami representa la rebeldía de quien se levanta contra el poder del oficialismo para entregar su propio discurso, distinto y honesto. Se puede no estar de acuerdo con sus ideas, pero igual su forma de ver las cosas es como una brisa renovadora ante una política que no se ha sabido reinventar.
Las campañas que vienen en los próximos meses serán duras y sucias. No hay lealtades entre los partidos de un mismo conglomerado. No se ceden posiciones. Lo que prima no es el servicio público es la ambición personal.
Hay que ver como la batea política se menea de izquierda a derecha, desde el centro a los extremos, rebalsando agua por los cuatro costados, ante una ciudanía, atónita, que no sabe para donde arrancar frente a tanta salpicadura.
Cada “mesías” cree tener la verdad. Cada profeta de la política estigmatiza y levanta su dedo amenazante y acusador hacia el contrario. Tiene un 1% de acciones en la colusión. Otro responde, “su asesor de programas es asesor de una de las coludidas”.
Así vamos de un lado para otro en este “meneo” donde los que deciden, nosotros los electores, ante tanto redentor no podemos distinguir cuál es el verdadero.
Por favor, cambien el discurso.

9.4.09

¿Candidatura testimonial?

Si los que creyeron que la candidatura de José Antonio Gómez era testimonial y que las primarias reflejaban lo que piensa el país, se han equivocado en toda la línea, ahora, junto con rehacer sus pasos, deben responsabilizarse de los errores cometidos.

No suena bien el discurso de Eduardo Frei que su candidatura nació en la calle y que ha sido elegido en primarias. La única candidatura de las últimas décadas que se generó espontáneamente, desde la base ciudadana, ha sido la de Michelle Bachelet, a la cual adhirieron primero el PPD y posteriormente el Partido Socialista. A poco de iniciadas las primarias abandonó Soledad Alvear.
Lo de Frei tiene el mérito de ser un trabajo de ingeniería política extraordinario, alentado por un equipo que sabía muy bien lo que tenía que hacer, con paciencia, humildad y gran perseverancia.
Paso a paso se fueron derrumbando postulantes de gran peso político como Ricardo Lagos y José Miguel Insulza. Todo tiene, sin embargo, su precio. La Concertación, que el domingo pasado a levantado la candidatura Frei está herida, y con profundas divisiones. Su gran activo, la capacidad de recomponer sus relaciones cada vez que se producían fuertes entreveros, ahora no está presente como antes, lo que se ha comprobado en el anecdótico intercambio de “críticas políticas” de Escalona y Gómez.
Las primarias que fueron una suerte de sinopsis de las celebradas en el pasado, otro activo de la concertación, han mostrado a un candidato más confrontacional, desafiante y duro. “Hagan primarias y entonces conversamos”, “si ellos no vienen es su problema”. No ha pasado desapercibido que Frei se subió, el domingo pasado, al escenario antes que se entregara según lo comprometido los resultados definitivos y eso no gustó a los radicales.
Los resultados mostraron que la Candidatura de Gómez había que tomarla en serio pero que, las primarias de la VI y VII regiones, se hicieron a la medida de uno de los participantes y en ello el radicalismo se ha sentido pasado a llevar.
Lo que se critica a la oposición es el mismo pecado de sus adversarios, designar candidato entre cuatro paredes. Se quiso bajar al senador Gómez con toda suerte de presiones. Los radicales resistieron todos los embates y pudieron mostrar su discurso y de paso dejar la sensación que, si se hacen primarias como deben ser, no en solo dos regiones, las cosas podrían haber adquirido un tinte diferente.
Definitivamente la política chilena tiene dos almas, una la del auténtico deseo de servir al país y la otra, la más fuerte, es la ambición desmedida por el poder, por ello más del 50 % de la ciudadanía prefiere el camino de la independencia, factor que hace que ninguno de los principales pueda cantar victoria con un atisbo de seguridad.
La concertación que antes se presentaba unida y sólida a una elección presidencial, ha tenido un trabajo de parto muy difícil. Entre gritos y garabatos de la parturienta, electoralmente me refiero, nace la criatura, aunque otros hijos ilegítimos, no reconocidos, tres por lo menos, reclaman la herencia intestada.
En la oposición la situación no es muy feliz tampoco, hablar de las carencias, ineficiencias o actos deshonestos de algunos está tan gastado, como seguir achacando todos los desastres a la era Pinochet. Una alianza que teme abrir la puerta a nuevas ideas, es tan retrograda como un concertación a la que ya parece no le quedan ideas.
Una Alianza que cree que puede ganar una elección con los mismos de siempre no resulta convincente. Cuando Chile primero quiere entrar al ruedo con la oposición de la mano, se asustan y especialmente la UDI se escandaliza. Olvidan que el candidato que han levantado fue opositor a Pinochet y votó por el “No”.
Vivimos el siglo XXI donde los temas son absolutamente diferentes a los del año setenta. Somos parte de una época donde el ciudadano está más informado y la política debe ser dinámica, confiable y convincente.
“La gente” pide que se combata la delincuencia, se supere la crisis, no se pierdan los puestos de trabajo, se mejore la salud y se erradique la corrupción.
Los discursos de los candidatos suenan arcaicos y agresivos.
Se estigmatiza a Piñera porque le ha ido bien en la vida y ha sabido generar riqueza. No ha metido las manos a la caja fiscal, ni ha recibido sobre sueldos o administrado empresas estatales que lucen balances con millonarias pérdidas.
Nadie está interpretando correctamente lo que este país busca desesperadamente. Unidad, visión de presente y futuro, una política más madura.

3.4.09

Pacto ilícito en daño de tercero.

La palabra “colusión” ronda en las publicaciones de prensa. Una nueva forma de agredir al ciudadano. Una manera de unirse para dañar la fe pública y enriquecer el bolsillo ajeno ha causado indignación nacional.

La Real Academia de la lengua Española define la palabra “colusión” como “Pacto ilícito en daño de tercero”. Los ciudadanos han reaccionado con indignación ante una realidad ya conocida, no vivimos tiempos donde la trasparencia y la honradez sean valores cotidianos.
Esta semana la Universidad Católica Cardenal Silva Henríquez dio a conocer una encuesta que se hizo entre la población pobre de Santiago, considerando como tal a quienes individualmente no tienen un ingreso superior a $100.000. La pregunta; percepción que tienen los más pobres sobre la corrupción en Chile.
Los resultados no extrañan, el 74,3 por ciento de las personas pobres de Santiago considera que hay un “Alto” o “Muy alto” nivel de corrupción en Chile en la actualidad. La encuesta muestra que el ranking está encabezado por los senadores y diputados (73,6%), Gobierno (63,8%), Municipalidades (62,4%), Ministerios (61,9%), SII (61,9%) y Corte Suprema (60,8%). Seguido por las empresas Pública (60,8%), Contraloría (60,8%) y Juzgados (57,5%).
Un 82,2% de los entrevistados considera que “no se castiga en forma ejemplar a los corruptos”.
“Entre las personas en condición de pobreza de la capital, existe una percepción generalizada de altos niveles de corrupción en el ámbito político, gubernamental, judicial, legislativo y diversas reparticiones pública”, sostiene Marcelo Yánez, autor del estudio realizado por la Escuela de Administración y Economía de la Universidad Católica Silva Henríquez.
A esta encuesta debe agregarse todo el escándalo que se ha producido cuando una de las tres cadenas de farmacias, que dominan el mercado nacional de los remedios, reconoce que se ha coludido con otras dos, para subir los precios de un total de 222 medicamentos, muchos de ellos de alto uso por enfermos crónicos, entre ellos diabéticos e hipertensos.
Fasa, la cadena farmacéutica que se auto denunció, ofrece llegar a un acuerdo con la Fiscalía Nacional Económica, pagar una multa de un millón de dólares, se evita la petición de ser sancionada con 15 millones de dólares, y reparar el daño causado. Las otras dos cadenas proclaman su inocencia y deberán someterse a un juicio que aclare este farragoso tema.
Si a ello sumamos la lucha por el poder de parlamentarios que amenazan renunciar a sus partidos si no se les mantiene el cupo. La no renovación en el cargo de un Ministro del Tribunal Constitucional, porque en un fallo no favoreció la postura del gobierno. La petición de renuncia de un embajador porque escribe un artículo de opinión y habla de “socialismo de balneario”, refiriéndose a la última cumbre de líderes progresistas, van conformando un cuadro extraño.
Los méritos no cuentan, es el amiguismo el que manda. La opinión ciudadana no vale cuando los cupos parlamentarios siguen siendo cupulares. Las acusaciones más absurdas se cruzan en la política como hacer creer que, el 1% de acciones en una empresa hace responsable, a su propietario, de los errores que cometa un directorio mayoritario.
La percepción que tiene la gente más pobre sobre la corrupción es más cercana a la verdad porque ellos no tienen nada que perder. No se sienten comprometidos con la verdad oculta o la verdad a medias. No tienen ambiciones de “servicio público” que más se asemejan a la ambición del poder, de la hegemonía por una ciudadanía que a veces cree que la democracia debe limitarse al acto de votar cada cierto tiempo.
El día que el ciudadano se dé cuenta que el voto tiene poder, veremos que se terminarán los sobre sueldos exentos de impuesto, las gratificaciones extraordinarias que se auto aprueban directorio estatales, la lucha por los cupos etc.
Tendremos, algún día, una democracia donde el mercado mande pero sin colusión que lo distorsiona. Donde la ambición parlamentaria y la corrupción de los altos cargos, sea reemplazada por el honor del servicio público.