1.7.11

Tiza y Pizarròn

Los chilenos, en diferentes épocas, descubrimos que la educación en nuestro país se ha quedado entre el pizarrón y la tiza.
Las críticas a la calidad de la educación se suceden. Curiosamente, son las mismas que en la década del sesenta, cuando éramos estudiantes, salíamos a manifestar en las calles.


En 1962, cursando sexto año de humanidades, nuestra preocupación más importante era pasar el bachillerato y tener la posibilidad de ir a una universidad. Eran los años en que luego, de mucho protestar, se iniciaba la instalación en diferentes provincias del país, hoy regiones, los primeros “Colegios Regionales Universitarios”, el primero en Temuco, el segundo en La Serena.
La destacada educadora Irma Salas y el Rector de la Universidad de Chile Juan Gómez Millas, fueron los precursores de llevar la enseñanza universitaria lejos de las grandes ciudades, como Santiago, Antofagasta, Valparaíso o Concepción.
Sin embargo, las primeras carreras permitían cursar un par de años en la provincia y luego, obligatoriamente, se debía viajar a la capital para finalizar los estudios. No todos podían lograr su objetivo y, probablemente, muchos talentos se perdieron por la falta de recursos de padres que soñaban con una profesión para sus hijos, anhelo que nunca se pudo concretar.
Los que estudiamos en el Liceo de Hombres de La Serena, no contábamos con laboratorios adecuados para estudiar física o química. Aprendíamos las materias como un acto de fe, solo por teoría, sin ver nunca un experimento. El único laboratorio de química se reservaba para los sextos años, científicos, como una manera de prepararles para la enseñanza superior.
Eran otros tiempos. Con sexto año de humanidades se podía postular a construir, sin título universitario, una profesión, lo que hoy solo se puede obtener con un diploma universitario. Aprendíamos trabajando.
Era la educación de tiza y pizarrón, que todavía, en gran medida perdura. También existía la enseñanza privada pagada. Algunos estudiantes que hoy protestan, legítimamente, por una mejora educacional, deben saber que por décadas las demandas han sido, siempre, las mismas.
Hay una diferencia, tenemos universidades del Estado, que también se pagan, antiguamente eran gratis, y muchas universidades, de todas las categorías y calidades, desplegadas desde Arica a Punta Arenas. En muchas, la tiza y el pizarrón, siguen siendo la cara visible en cada sala. Probablemente, en muchas tenemos las pizarras blancas con plumón.
¿Es culpa del actual gobierno el estado de la educación, como la oposición quiere hacer creer a la opinión pública? Obviamente no. Ningún gobierno puede solucionar, en un año, lo que endémicamente ha sido una carga en el sistema educacional. Quienes enseñan, como enseñan y qué precio tiene ofrecer educación.
Los que gobernaron 20 años, nunca hicieron una propuesta seria para reponer en el Estado la enseñanza hoy municipalizada.
Quienes gobernaron 20 años, nunca mejoraron el financiamiento ni elaboraron una propuesta educacional seria, que fuera más allá de instalar computadores en los colegios.
Desde la época del Presidente Carlos Ibáñez del Campo, pasando por Alessandri, Frei, Allende, Pinochet, Aylwin, Frei, Lagos y Bachelet, se hicieron esfuerzos, uno de ellos subir la nota de aprobación de tres a cuatro, cambiando del bachillerato a la prueba de aptitud académica y otros irrelevantes maquillajes legislativos.
Mucha cosmética. Lo de los pingüinos fue el primer remezón serio que los protagonistas de la enseñanza, dejaban de ser los maestros y los políticos, y era la base, los estudiantes, los que reclamaban, menos palabras, discursos y promesas y más acción.
Pero las protestas estudiantiles nuevamente se contaminan con la política. Presurosos se colocan a la cabeza de las marchas, ejerciendo lo que ya es su especialidad, parlamentarios que sujetan los lienzos de la primera fila.
La educación se mejora con leyes, serias, consensuadas y financiamiento adecuado. Si solo se utiliza para acusar al gobernante de turno, como una manera de desacreditación, se está pensando en votos, no en los estudiantes y sus demandas.
Los políticos, cuando de ellos se trata, sacan leyes en 24 horas, como ocurrió cuando la D.C. por un error, quedó a punto de no participar en una importante elección parlamentaria.
Si el gobierno y la clase política, no se ponen acuerdo y dejan de hacerse mutuas acusaciones, en Chile, seguiremos teniendo una educación de “tiza y pizarrón”