22.1.11

Se termina la Concertación.


El titulo parece una afirmación. Podría ser más apropiado formularlo como pregunta, ni lo uno ni lo otro.
Es una rabieta más que tiene mucho de razón, pero nada de pragmatismo político. Si los radicales se van de la Concertación, pierde todo el conglomerado. No hay Concertación sin los radicales y no hay partido Radical sin la Concertación, así de sencillo y esa es una afirmación.

Sonaba a escándalo, pero más para opinólogos y farándula, que para quienes procuramos analizar los asuntos políticos con un atisbo de seriedad.
Dijo el viernes el Presidente del P.R., senador José Antonio Gómez: “Se tomó la decisión de cogobernar con Piñera, y nosotros no estamos disponibles. Existe la posibilidad cierta de que planteemos que hay que formar un referente ciudadano”.
Naturalmente la amenaza del radicalismo no va en la dirección de abandonar la coalición opositora, aunque las palabras quisieran decir eso, “nos vamos”. La afirmación del senador Gómez contiene un reproche pero también una verdad. Si no se amplían los referentes políticos, especialmente con dos grupos escindidos de la oposición, antes de jugarse la última elección presidencial, el Mas de Navarro y el Pro de Henríquez Ominami, solo recuperar lo perdido, más un pacto con el P.C. tienen muy claro que las próxima elecciones, municipales, parlamentarias y presidenciales la pierden en toda la línea.
Cuál es el escollo que tiene ese planteamiento, muy realista, desde el punto de la estrategia política, es la D.C: que con la Presidencia de Ignacio Walker quiere retornar a sus orígenes doctrinarios basados en el humanismo cristiano, bastante alejado, en el momento de su formulación, del “ateísmo marxista”.
Sobre el particular queda claro ese sentimiento en las palabras del jefe de bancada del P.R. diputado Marcos Espinoza: “Cuando aparece un presidente de partido, como el de la DC, anunciando un acuerdo con el Gobierno sin el respaldo de uno de los partidos de la Concertación, eso es una falta de respeto muy grave”. Esto es algo que se veía venir en una oposición que, en casi un año, no logra salir de los efectos “post traumáticos” de perder el gobierno y se agudizan con el acuerdo que el ministro de Educación Joaquín Lavín logra con el concurso de votos del oficialismo y la oposición. Incluyendo a la D.C., al P.S. y al PPD., la reforma al sistema educacional.
La Concertación se termina si la posiciones internas se agudizan, lo que no ocurrirá. La tentación de jugarse las cartas procurando, al menos aumentar su base electoral bastante deprimida y dividida, es superior. Más tienen que perder dividiendo y mucho que ganar procurando limar sus asperezas. Esto es solo una pequeña refriega que probablemente, en una semana, estará superada.
Sin embargo hay que tener en cuenta que, en cada riña política, en cada desacuerdo doctrinario que toca algunos principios fundamentales, las heridas, aparentemente sanadas, tienen un período de cicatrización mayor.
Ha terminado el tiempo de los díscolos y ahora el camino es más corto y más rápido. Alinco y Aguiló lo han mostrado claramente, nada de revoluciones individuales al interior de los partidos, sencillamente se renuncia, recuperan la independencia y se transforman en articuladores de acuerdos mayores entre el Gobierno y la oposición. Se sitúan en el medio. Crean su propia agenda, personal y exclusiva.
Para el gobierno, miel sobre hojuelas ya que sus propios errores, como el capítulo de Magallanes, el Ministerio de Defensa y la caída del ministro de transportes que cuesta entenderla, rápidamente pasan al olvido ante las reyertas concertacionistas.
Dimos hace algunas semanas una receta cuando se es oposición. La unidad de la Concertación no se encontraba en duda, pero individualmente era claro que los partidos de la oposición tienen visiones distintas en temas valóricos como el aborto y el matrimonio entre homosexuales. Un poco de libertad y algo de individualismo partidario para tener posturas propias, diferentes, como los colores del arco iris que en sus 20m años de gobierno trataron de representar, no le haría ningún daño.
La postura de mostrarse férreamente unidos frente a una derrota que los divide aún más, no ha sido una buena receta.
Sin embargo, pese a los denuestos, befas y anatemas, la Concertación no se termina. Para bien o para mal.

15.1.11

Eduardo Frei Montalva

Hay hombres que han dejado una huella indeleble en la política chilena y latinoamericana. Uno de ellos fue don Eduardo Frei Montalva. Abogado, periodista, escritor, estadista. Hoy se cumple el primer centenario de su nacimiento un 16 de Enero de 1911. Como todo político su figura emerge en medios de admiradores y detractores pero fue, a mi modesto entender, un político honesto y consecuente.

Estimados lectores probablemente ustedes esperan una opinión sobre el cambio de gabinete y los problemas que ha enfrentado esta semana que finaliza el Presidente Piñera. No lo haré ya que es un proceso aún en desarrollo.
No es cosa de hacer comparaciones pero hay una distancia muy importante de políticos, de todos los sectores, que tenían una gran cultura. Hombres y mujeres de cartas escritas con tinta y transportadas en sobre con estampillas. Discursos profundos, bien argumentados y dichos, con fuerza y pasión, que reflejaban estilos claros y definidos.
Eduardo Frei Montalva fue uno de ellos, esas personas que pasan por la historia de Chile y dejan una profunda huella. Qué duda cabe, era un gran orador, necesario complemento que hace que un representante electo por el voto ciudadano pueda convencer, expresar sus ideas con claridad y, por sobre cualquier cosa, motivar y ser seguido en sus ideas y en sus sueños.
Escritor de temas reales. Narrador de los hechos cotidianos, los que más tocan, la visiones que cada ser normal tiene pero que no siempre puede definir, Eduardo Frei la entregaba de forma natural, con voz firme y clara.
Le conocí en mi calidad de periodista entrevistándole en varias oportunidades, tanto como candidato en 1964 como posteriormente ejerciendo la primera magistratura de la Nación.
Recuerdo que mi padre fue votante de don Eduardo. Un día el papá llegó a la casa, no recuerdo bien si fue el 57 o el 58 con un libro, “La verdad tiene su hora”, no podría asegurar si ese era el título, yo iniciaba mi camino como dirigente estudiantil y me dijo “léelo te puede servir”.
Don Eduardo incursionó en el periodismo, profesión que siempre nos hace conocer el país verdadero. Fue director de “El Tarapacá” en Iquique, entre 1934 y 1937.
Fue un hombre, además de pertenecer a la juventud conservadora, atraído por el servicio público y la política. Participaría en la creación de la Falange Nacional y posteriormente en la Democracia Cristiana, Fue senador por Atacama y Coquimbo, senador con la primera mayoría por Santiago, Presidente de la República.
Siendo periodista de Radio Minería, me tocó cubrir una de las campañas presidenciales más creativas, la de don Eduardo, con un esquema sencillo pero de gran impacto, donde la radio, más que la incipiente televisión del 64 era el medio de gran contundencia publicitaria. El formato puso a un grupo numeroso de jóvenes recorriendo el país, desde Arica por el norte y Puerto Montt por el sur, todos rumbo a Santiago, fueron los meses de “La Patria Joven” aquella de “brilla el sol de nuestras juventudes”.
A mí me tocó tomar la marcha en Antofagasta. La radio transmitía tres informes diarios uno en la mañana, otro pasado el mediodía y el último por la noche.
Turnándose los muchachos caminaron día y noche, cruzando los pueblos y ciudades del norte. En cada lugar importante un acto político.
La marcha culminó en el Parque Cousiño hoy conocido como Parque O’Higgins, allí escuché el discurso político más brillante de toda mi vida. Cuando hago clases de oratoria siempre lo pongo de ejemplo. Chile se ha distinguido por tener oradores de gran calidad, como Benjamín Vicuña Mackenna, Arturo Alessandri Palma, Salvador Allende, Raúl Rettig, Julio Durán, Luis Bossay y tantos otros, pero me quedo con el discurso de Frei a la llegada de “La Patria joven”.
Allí se congregó, en el verbo del Presidente Frei Montalva, la inspiración, la sencillez, la empatía, los sueños contenidos por generaciones y la visión de un país de progreso real, esbozadas con la mayor claridad.
Aún cuando la vida nos lleva por definiciones doctrinarias diferentes, sería injusto no resumir estas vivencias en el centenario de la muerte de un hombre de excepción cuya muerte, confiamos, sea plenamente aclarada.
Naturalmente ocupa un lugar de privilegio en la galería de aquellos presidentes más destacados en la historia republicana de Chile.

8.1.11

¿Quién pierde en política?

No es el análisis razonado, la argumentación concreta y sustentada en hechos, lo que nos puede decir quién pierde o gana en política. En este mundo globalizado, donde las comunicaciones son instantáneas y multitudinariamente compartidas, mandan las encuestas. Voz ciudadana activa y poderosa.

Dos encuestas, importantes y creíbles, se conocieron en los últimos diez días. El pulso político dio claras señales que la salud partidaria, de los que gobiernan y de los que legislan, incluyendo oposición y oficialismo está bastante deteriorada.
Por alguna razón desconocida, sin embargo, la voz ciudadana no siempre es escuchada. El razonamiento que se hace la sociedad tampoco parece percibirse, pese a que una cuidadosa lectura e interpretación de las redes sociales que hoy se tejen nos podrían anticipar como se están interpretando las acciones de los políticos.
En las últimas dos encuestas conocidas queda claro que perdió el gobierno y perdió la oposición. Pero un cuidadoso estudio demuestra contradicciones que requieren de un análisis más detenido de sus resultados.
La primera conclusión es que a los ciudadanos no les gusta una presidencia en exceso personalista y un equipo que comete continuos errores comunicacionales, como ocurrió en defensa, con la polémica del puente que se construirá en el río Bío Bío. Tampoco parece como algo aceptable los conflictos de interés del presidente que impactaron, a mi juicio injustamente, en el caso ANFP. Razones había para tener reservas o hacer creíble una mentira, cuando el Presidente de la República demora mucho en vender sus acciones en Colo Colo.
Este es un gobierno que hace su gestión ignorando al sustento más importante, los partidos políticos de la Alianza. Aunque se insista en llamarse coalición por el cambio no hay una razón lógica que dé consistencia a esa denominación. Los parlamentarios oficialistas se enteran por la prensa de algunas acciones claves que se emprenden en “La Moneda” y naturalmente eso crea roces partidarios que apenas se disfrazan en medio de declaraciones de buena crianza. Es claro que el concepto de unidad política, de la necesaria creación de apoyo parlamentario, no es un activo del actual gobierno que luce demasiado personalista.
Por otro lado, la Concertación tampoco sale bien parada. En un esfuerzo constante por demostrar a su electorado que sigue unida no encuentra el camino correcto. Su actitud es muy mal evaluada. En definitiva los partidos políticos que la conforman, en esta mano, dejar de ser gobierno, se han desperfilado en sus particulares visiones ideológicas. Cuando se actúa en la oposición podrían desatar las amarras, cada cual marcar su terreno, de lo contrario solo mantendrán la esperanza de contar para la competencia presidencial con su figura mejor evaluada, que trabaja en el extranjero y que no ha señalado que aceptará una candidatura presidencial. Atrapados en esa esperanza no surgen nuevos candidatos. Si actuaran con mayor independencia, desde la oposición, los valores particulares que les distinguen podrían permitir que surjan otros liderazgos y no caer en errores como la de poner, en la Presidencia del Senado, a un parlamentario que hizo trampas con las estampillas y los sobres en la cámara de diputados, que avaló las acusaciones del caso Spiniak y que exhibe un historial político confuso. ¿No tienen para el Senado algún representante mejor calificado?
El gobierno no necesita que los opositores le compliquen la vida, se la complica solo y ello no es bueno si pretenden continuar gobernando al país.
Primero deben hacer esfuerzos por demostrar cohesión política en el parlamento. Sólido apoyo partidario, una política comunicacional clara y coherente con las iniciativas que se quieren incorporar. Especialmente señalar con claridad los plazos a cumplir en algunas promesas emblemáticas, como el 7% de los jubilados.
Las rendiciones de cuentas no son la metodología adecuada, frente a un determinado número de invitados escogidos, no trascienden a la ciudadanía. Las estadísticas, crecimiento, desarrollo, cambios sociales pueden ser palabras vacías si ello no se siente, por el ciudadano común, que les benefician.
Discursos que solo suenan como palabras bonitas no mantienen o suman adherentes.