29.8.09

¿Qué te pasó MEO?

Debo confesar que cuando apareció la candidatura de Marco Enríquez Ominami, como muchos, sentí que aparecía una brisa de aire fresco en la casa política chilena que, con el tiempo, se nos ha puesto algo rancio. Pero en estos últimos quince días algo pasó, que lo puso, al candidato, algo agresivo, insolente y descalificador. ¿Qué le ocurrió?
Vivimos una campaña presidencial “rasca”. Curiosamente la palabra tiene varias acepciones, una de ella la define como “hambre” vale decir podríamos decir que nuestra política recibe poco alimento, en lo cultural, en lo propositivo, en el trato entre las personas.
El diccionario de la RAE señala que también significa frío. Es una campaña que hace tiritar por su falta de contenidos. No abriga con razones de peso. No calienta a la mayoría del país.
No son los únicos significados que se le atribuye a “rasca”, hay otro más representativo del momento actual, también se interpreta como “efecto de una borrachera”. En nuestro caso el exceso de libar con el poder, la ambición de disfrutar de cargos aprovechando una posición política ventajosa o algún padrino generoso.
“Rasca” se dice de quien limpiabotas, que es una actividad remunerativa honesta y sacrificada, pero cuando se ejerce en política con el fin de distinguir, privilegiar y hacer más atractivo al candidato, se lustra su calzado programático con pasta café cuando debería usarse el tinte negro o el de medias tintas.
Y, finalmente, como “rasca” se define a una persona de trato áspero y desagradable. Aquí encuentro la respuesta a la pregunta que formulo en el título de esta columna. MEO no se comportaba como un candidato “rasca”. Aparecía como un diputado joven, propositivo, con ideas originales. Fue subiendo en las encuestas de manera constante, asombrando a sus competidores que, desconcertados, y desalianzados, quedaron estupefactos, patidifusos, y pasmados.
Meo anunció sin complejos que entregaría a privados un 5% de Codelco. Que subiría los impuestos, especialmente a las empresas, para financiar el gasto social, propuestas que generaron polémicas y ataques contra él y su esposa, destacada animadora del canal del Estado.
Pero algo ha ocurrido en medio de esta “rasca” campaña presidencial, comenzó a cometer errores. Alguien le aconsejo que comunicacionalmente no parecía bueno, que le prestara su avión a Piñera para que, este último, volara a Santiago a conocer a su nieta.
El flair play en política es mal visto. Hay que ser duro. Fuerte y sentencioso. Mal consejo. Una parte del atractivo de Enríquez Ominami era su capacidad de ser simpático, sonriente, y de manera especial, era el único que no ocupaba los argumentos de sus rivales basados en una continua descalificación del contrario e invitaba constantemente a debatir cara cara
Hoy se funa a los candidatos cuando hacen sus presentaciones públicas. Se le cierra la puerta en las narices a un ministro que visita un hogar para jóvenes estudiantes mapuches.
Nadie quiere escuchar las razones del otro. Muchos jóvenes no quieren escuchar, pero ¿de qué reclamamos? si somos nosotros, especialmente los políticos, lo que hemos enseñado ese comportamiento.
Ahora MEO trata de burro a Piñera, de cobarde y flojo al ministro Viera Gallo y en definitiva se lanza en una espiral de violencia verbal que, la carencia de la misma en su discurso, era su principal fortaleza.
Esta semana que termina entra a la clase “rasca” de la política chilena. No dudo que será recibido con honores por aquellos que sentían estar solos, abandonados por uno de los suyos, que emprendía una campaña alejada de los códigos que por años los políticos quieren imponer a toda la sociedad.
Los chilenos podemos disentir, pero sin perder la amistad cívica, la discusión argumentada y entretenida, donde pasadas las elecciones respetábamos a nuestras autoridades, y si se pedía nuestro aporte para una causa justa, independiente de quien gobernara, Chile estaba primero.
Ahora todo esto suena a utopía. En períodos cortos de gobierno como es el desatino de cuatro años, solo durante dos se trabaja para gobernar. El año uno se comienza a impulsar los programas y todo el año cuatro, estamos eligiendo candidatos, haciendo las campañas y votando.
¿Qué te pasó MEO? que te mordió el vampiro de la vieja política chilena y eres, ahora, de los que duermen en el ataúd de los que medran de la ingenuidad de los votantes, para convertirte, como muchos, en un candidato “rasca”.