1.8.09

El discurso del malestar II parte.

Si meditamos que los párrafos que transcribiremos fueron parte de un discurso de James Carter hace 30 años, los problemas persisten y casi no han cambiado ni en la sociedad estadounidense, o en nuestra propia sociedad.
El, lo que yo pienso vale y lo que tú piensas sobra, se mantiene.


La campaña política que vivimos. Lo desalentador que resulta contemplar a candidatos dedicados a denostarse mutuamente, hurgando en el pasado de cada cual, buscando con singular afán toda clase de historias que puedan perjudicar al adversario, es una falta de respeto, de la clase política, a todos los chilenos.
No se aprende algo tan simple como escuchar con respeto toda clase de propuestas, incluyendo las que no necesariamente se comparten. El votante independiente necesita escuchar argumentos, razonamientos lógicos, ejemplos específicos que le permitan, en la soledad de sus conciencias, elegir con libertad.
No mientan diciendo que saben lo que la sociedad chilena quiere cuando nunca lo han preguntado. No escandalicen a la juventud, incluyendo la que aún no tiene derecho a votar, con peleas y lenguaje de burdel.
James Carter hace 30 años le decía a su pueblo:
“La brecha entre nuestros ciudadanos y nuestro Gobierno nunca ha sido tan amplia. Las personas buscan respuestas honestas, no respuestas fáciles; claro liderazgo, no falsas proclamas y evasivas y política como de costumbre.
Lo qué usted ve con demasiada frecuencia en Washington y por todas partes alrededor del país, es un sistema del gobierno que parece incapaz de actuar. Usted ve un Congreso retorcido y jalado en todas direcciones por cientos de poderosos y bien financiados intereses especiales.
Usted ve cada posición extrema defendida hasta el último voto, casi hasta el último aliento por uno u otro grupo inflexible. Usted a menudo ve un equilibrado y un justo enfoque que demanda sacrificio, un pequeño sacrificio de parte de todos, abandonado como un huérfano sin apoyo y sin amigos.”
Enfrentados al momento político actual mucho de lo que ocurría en Estado Unidos es parte de los males del mundo de los cuales nuestro país tampoco está exento.
Tenemos un conato de pequeña guerra civil en la araucanía, que ha llegado hasta las grandes carreteras con su violencia.
Asaltos casi a diario a familias que ya no se sienten seguras en sus propias casas. No pretendo culpar al gobierno en un tema de sociedad, del cual todos somos parte y también responsables.
La razón sin embargo no se comparte. La verdad de cada cual es dogmática, no admite replicas. Los políticos instalados en la lógica personal de una sola clase, debaten frente a los ciudadanos, cada cual con su discurso. Se habla pero no se escucha a quien piensa distinto.
Triste observar que en un congreso nacional de Alcaldes cada candidato presidencial, le habla solo y exclusivamente a los ediles que son sus partidarios, de los contrario podría cundir la violencia.
Hay privilegiados que se sienten tocados por la mágica varita de la verdad absoluta, aquella que muestra lo bueno y debajo de la alfombra de las falacias esconde su propia mugre.
Pero quienes tienen el privilegio de terminar con esta forma de hacer política son los ciudadanos sin militancia. Son los votantes que mantienen la mente abierta y la capacidad de tener opinión propia, sin imposiciones de ninguna clase.
Los chilenos deben hacer escuchar en diciembre su propio discurso del malestar. No será contra el oficialismo o la oposición. El discurso debe ser discurso a favor de un Chile más unido y solidario. Que se escuche por la fuerza de lo que se cree y no solo por la imposición de las leyes.
No quiere líderes gritones o enojados.
Buscamos gente que gobierne con sabiduría, paciencia y confianza en las capacidades de cada chileno, hasta el más modesto.
No son las agendas personales o partidarias, debe ser la gran agenda de Chile.
El Presidente que elijamos, el parlamentario que vaya al congreso, debe ser honesto, éticamente responsable y trabajador.
Alguien que ejerza el poder, conociendo las virtudes y debilidades de este crisol de razas que somos todos los chilenos.
“A menudo usted ve parálisis y estancamiento y deriva. A usted no le gusta y a mí tampoco. ¿Qué podemos hacer nosotros?
Debemos simplemente tener fe el uno al otro, la fe en nuestra capacidad de gobernarnos y la fe en el futuro de esta Nación.”
James Carter (1979)