2.5.09

Dejen ver al fideicomiso

Parece que lo más importante, más que los programas de gobierno futuro, es el fideicomiso ciego. Hoy muchos chilenos quisieran que la política tuviera su propio fideicomiso para que otros administraran la forma de hacer política en Chile.

Cuando los chilenos seguimos esperando las propuestas que las diferentes candidaturas presidenciales, cinco hasta el momento, pondrán en el menú electoral, todo parece orientado a una polémica permanente sobre las fortunas de Frei y Piñera.

Argumentos sobran, en el marco de la permanente envidia y chaqueteo de atacar a quienes resultan exitosos, tanto en el manejo de sus economías personales, como en su habilidad para hacer negocios frente a quienes no lo han logrado.

Queda la impresión que para ser candidato a la presidencia se debe ser pobre o sencillamente no tener fortuna. Si a usted le va bien en la vida la carrera política le queda vedada aunque, por el momento, aunque no exista ninguna ley que lo prohíba en nuestros casi doscientos años de vida independiente.

Desde que Piñera aparece como candidato presidencial los principales ataques se han centrado en su fortuna, agregando a ellos eventuales sanciones aplicadas por su desempeño en el directorio de Lan Chile, una multa, discutible en tribunales, por una compra de acciones donde prefirió pagar una multa sin defenderse ante la justicia. La otra culpa es por una sanción que se aplicó, junto a otras líneas áreas, en el extranjero, a la división de Lan cargo.

A Piñera no se le puede atacar políticamente por su pasado. Fue opositor al gobierno militar, votó por el no en 1988, entonces solo queda sembrar la desconfianza por su cuantiosa fortuna presumiendo, que de ser presidente, se aprovecharía de su cargo para acrecentar su fortuna personal.

A Frei no se le mide con la misma horma que a Piñera. Los millones de dólares no son comparables. Frei gobernó un período de seis años sin que nadie se preocupara de su fortuna, administrada por su hermano Francisco, incluso cuando este último era parte del directorio de TVN.

En publicaciones de la semana se informó, que Frei había presidido juntas de accionistas de sociedades anónimas cerradas, de propiedad conjunta con su esposa, siendo Presidente de la República, en días de trabajo y en horas en que debería estar en sus funciones de gobierno.

Todo parece válido en la política chata que se practica en nuestro país. Nos quedamos en la discusión banal. La clase política es la que impone su propio temario mientras la mayoría de los chilenos quisiéramos una discusión inteligente, documentada, con propuestas dirigidas a toda la ciudadanía.

La poca capacidad de debate inteligente que exhiben los políticos de todos los signos, ha transformado la campaña en una exposición de trapitos al sol. Se afirma que hay que separar la política de los negocios, pero nadie señala, desde el interior de ese mundo tan exclusivo de los partidos y las coaliciones, que lo más importante es separar la deshonestidad, el amiguismo, y las intervenciones para dar pega a los operadores electorales. Incluso a quienes reciben dinero del estado, casi dos millones de pesos mensuales, por ser expertos en banquetes y desarrollo de actos públicos.

La tontera, el comentario sardónico y poco ocurrente, preside el escenario de las campañas, cada vez más cercano a la farándula.

¿Cuántos millones tiene Piñera? qué debe vender y qué debe hacer con su dinero, así como quién debe administrar los millones de dólares de Frei, es lo único que se impone ante millones de chilenos que, si tienen suerte, andan con mil pesos en el bolsillo. Entretanto millones de chilenos quieren saber si tendrán seguridad laboral y mejores remuneraciones para educar a sus hijos, velar por la salud de la familia, pagar sus cuentas, junto al justo derecho de progresar y acceder a mejores condiciones de vida.

Es hora que la política cambie el discurso. Este reducido grupo que, como gobierno u oposición son responsables del país, piensen más que en sus intereses hegemónicos y en la conquista del poder, en los chilenos que no hablan y observan.

Ojalá dejen ver a la ciudadanía cuál es su propio fideicomiso.