2.8.08

Liderando el caos

En un artículo publicado en una revista universitaria extranjera se planteaba la pregunta ¿cómo liderar el caos? Se basaba que existían 4 tipos de caos: Simple: Gestión basada en hechos. Se sabe lo que se sabe. Complicado: Requiere de diagnóstico. Se sabe lo que no se sabe. Complejo: Muchas situaciones reclamando su atención. No se sabe lo que no se sabe y Caótico: Alta turbulencia. Sucede lo que no se puede saber.
El caos es dinámico, el conjunto es mayor que la suma de sus partes y las soluciones no pueden ser impuestas: más bien surgen de las circunstancias. A esto se le suele llamar emergencia.
El caos tiene su propia historia, ligado con el pasado – yo lo advertí -, -yo lo dije – esto se veía venir y nadie hizo nada.
Nada más cercano al momento que vive la política, en su conjunto, en nuestro país, especialmente la decisión descrita en lo subtitulado. Vivimos la etapa cuatro del caos político donde “sucede lo que no se puede saber.
Las elecciones municipales nadie las tiene ganadas. Con los viejos paradigmas comunicacionales del pasado, cada cual anuncia la derrota del adversario, en un rito donde se recurre a viejas estadísticas de elecciones anteriores, sin darse cuenta que el naipe está muy revuelto. Las cartas ganadoras, a lo mejor no están en la mesa, quizás en la manga de alguien que aún no muestra su juego.
Acuerdos del gobierno con la oposición que no se cumplen muestran cómo, las razones de la política, interfieren con la libre nominación de otro poder del estado garante, ante la ciudadanía, de imparcialidad y Justicia. Un ministro, propuesto por la Corte Suprema, es rechazado en el senado porque a los políticos no les gustaba su forma de juzgar, en desacuerdo con sus posturas partidistas.
“La Corte Suprema mira con preocupación la creciente politización del procedimiento de designación de sus integrantes, en el cual la aprobación de los integrantes propuestos por el Supremo Gobierno pareciera estar siendo determinada no por sus méritos profesionales y personales, sino por la supuesta simpatía que se cree posible deducir de las resoluciones dictadas por ellos en asuntos jurisdiccionales con eventuales vinculaciones partidistas” Declaración del Ministro Milton Juica, el viernes en su calidad de vocero del más alto tribunal de la República.
Refiriéndose al Ministro rechazado por el senado, propuesto por la Presidenta Bachelet, de una terna puesta a su consideración, el vocero de la Corte Suprema agregó en su declaración : “Tenemos el mejor concepto de él, como ministro de la Corte de Apelaciones, como funcionario distinguidísimo, y por la carrera brillante que ha hecho en el Poder Judicial. Si fue seleccionado por nosotros es porque creemos que es bueno”.
No importa que se falte a un acuerdo, donde está comprometida la palabra del gobierno y quienes lo desconocen son parte del mismo.
Liderando el caos, en su cuarta, fase se visualiza claramente. “Sucede lo que no se puede saber”.
El estudio del caos nos enseña que “no se sabe lo que no se sabe”, pero está claro que los que vuelven la espalda a su propio gobierno, olvidan que la Presidenta de la República concita, última encuesta CEP, el doble de porcentaje de aceptación en la ciudadanía, que los partidos de la concertación, democrática o progresista, juego peligroso ad portas de una elección como la de Octubre.
Hoy la ciudadanía ve alianzas impensadas, como la DC con el PC, fuertes candidatos de la oposición corriendo por fuera, especialmente en la UDI, como las listas separadas de la propia Concertación, unos democráticos y otros progresistas, más ex concertacionistas que definitivamente se cambiaron a otros partidos inexistentes en el pasado.
Es un verdadero baile de disfraces. Noche de carnaval en que nadie se saca su máscara, donde el cambio de parejas se hace sin consentimiento de los contrayentes políticos, y donde las viejas artimañas políticas se maquillan de colores diferentes con un arco iris teñido, fuertemente, de rojo.
Como para pensarlo seriamente. ¿Somos corderos o ciudadanos capaces de decidir por nosotros mismos? Sabemos claramente lo que sabemos.