7.5.11

La letra chica

La política se pone cada día más creativa cuando se trata de criticar al gobierno. Nuevos apodos o definiciones ahorran palabras a los parlamentarios que, peyorativamente, quieren hablar de lo que hace o deja de hacer el actual gobierno.
“El Relato”, “Le falta calle” y ahora el uso y abuso al criticar las leyes “la letra chica”, tan pequeña como la política que hoy se practica en nuestro país abundan en el lenguaje de quienes cohabitan en el Congreso Nacional.



Como letra chica se ha definido una vieja costumbre de agregar, especialmente en contratos y acuerdos, algunos párrafos adicionales explicativos al contexto central de lo que se acuerde y firme. Se le llama la letra chica ya que su tamaño y fuerza de tinta, se minimiza frente al resto de lo escrito.
Los políticos nos están tratando de convencer que siempre hay algo maligno, pasar gato por liebre, en la letra chica de los documentos. Hay gente que cree, a pies juntos, que cuando las leyes se publican y adquieren valor legal en el diario oficial, vienen con escritura en letra chica. He leído en uno de los diarios que un lector pide una ley para que se elimine “la letra chica”, así impacta en la opinión pública las opiniones de algunos creativos honorables.
La guerrilla desatada, en las últimas semanas, en el Congreso Nacional, por parte de la oposición, para que el discurso presidencial del 21 de mayo no cuente con muchas realizaciones, revela que la nueva forma de hacer política, no es privativa del oficialismo, es de todo el aparataje partidario – parlamentario, que se mueve en la “clase política”.
No se aprueba el post natal, al que todos consideran una buena ley, pero que tiene matices, donde la capacidad de negociación política del gobierno parece estancada, lamentablemente. Duele a la oposición que se legisle sobre el 7% de los jubilados, tema que en 20 años nunca tocaron. El oficialismo, sin embargo, no tiene capacidad de articular y flexibilizar sus posiciones para obtener resultados que sean eficientes en el trabajo legislativo.
La oposición no lo hace mejor, su colaboración para sacar adelante proyectos emblemáticos que en su oportunidad, en 20 años, no fueron capaces de materializar, es nula. Inscripción automática, voto voluntario y voto de chilenos en el extranjero, no avanza porque el gobierno pone condiciones para quienes viven fuera del país. No se negocia, no se busca una salida. ¿Es tan importante poner trabas a quienes, manteniendo la nacionalidad, participen en las elecciones internas de su país? En lo personal pienso que no. Algunos parten de la premisa que toda la gente que se radicó en el extranjero son exiliados y por lo tanto, electoralmente, votaran por la Concertación.
Analizar las cifras pensando que una ley facilita eventuales mayorías, reforzadas desde el extranjero, es ridículo, similar aprensión se podría tener, de uno u otro lado del espectro político, que igual fenómeno sucedería al ampliar el padrón electoral con la inscripción automática.
No se puede dejar de pensar ante estos puntos que gobernar u oponerse a los que gobiernan, en períodos presidenciales de cuatro años, ya no se centra en perfeccionar la democracia, parece todo colocarse en la posición de quién ganará la próxima elección. No se puede gobernar u oponerse a quienes lo hacen, solo pensando en el Palacio de La Moneda.
En democracia la preocupación debe estar puesta en el bienestar del país. Los partidos opositores, con un 26% de apoyo y el oficialismo, con un 36% en la última encuesta, no tienen argumentos para que sus prácticas, con letra chica o sin ella, sigan perjudicando a una nación entera.
Cuando algunos, en la Concertación, quieren proclamar desde ya sus respectivos aspirantes a la presidencia del país, más les valdría tomar en consideración lo que declaró la semana pasada el Diputado (DC) Pablo Lorenzini, refiriéndose a la última encuesta de opinión; "Hoy día no ganaríamos una elección presidencial, no me cabe ninguna duda que hoy día no la ganamos".
Que la política de ambos bandos dejen de hablar de letra chica, sean capaces, en un momento de lucidez y del servicio a Chile, de leer la letra grande de las aspiraciones ciudadanas, e interpretar los sueños de las grandes mayorías
Lo demás es paja molida y palabras para el diccionario.