15.4.11

El relato

Los políticos son tremendamente creativos a la hora de introducir un lenguaje diferente. Como en el fútbol, poca diferencia con la política, ambos se juegan a las patadas, unos a la pelota y otros a los ídem que les siguen, se utiliza un extenso vocabulario, a rato ingenieril, como “hizo un túnel”, “Golpeó de cabeza”, “inflar la red” etc. Ahora se critica al gobierno por no tener “un relato”.


Un relato es un conocimiento, que se transmite por lo general en detalle, respecto de un cierto hecho. El concepto, que tiene su origen en el vocablo latino “relatus”, permite nombrar a los cuentos y las narraciones que no son demasiado extensas. Es inferior a una novela. En un relato se busca un mayor impacto con menos palabras. Pueden ser ficticios, una invención o pertenecer al mundo de la “no ficción”. El gobierno del Presidente Piñera no tiene un relato, como sí lo tenía la Concertación. Podríamos interpretarlo como tener un buen cuento, crear una ficción. Pensando de esa manera y apegándonos a la descripción de la palabra, tienen razón. El cuento del jarrón de Corfo fue un relato extraordinario, ya que mezcló la ficción, magistralmente, con la no ficción. Podría, ese “relato”, obtener el premio Nobel de Economía por los fondos involucrados en ese “cuento del tío”, como el de literatura, donde se mezclan las malas inversiones, con el espionaje de una secretaria al propio Presidente del Banco Central. Verdaderamente este Gobierno no práctica el género literario del relato, del cual dieron clara cuenta quienes gobernaron este país hasta 2010. Hay que tener un buen relato para saber, casi un año después, que los ansiados teléfonos satelitales, que nos podrían haber entregado un dato exacto de lo que ocurría durante el terremoto del 27 F, estaban embalados y muy guardados. Buena narración y estilo que involucra a la propia Secretaria de Estado Hilary Clinton, que llega a estas tierras americanas regalando, cual Colón que descubre América, algunos teléfonos satelitales, que en el relato del gobierno pasado no sabíamos que teníamos. “Relato” permite nombrar a los cuentos y las narraciones no demasiado extensas. Es inferior a una novela. Coincidiremos que cuando ello se aplica a un gobierno es tratar de asimilar las obras que se hacen como no muy extensas, o por definirlo de otra manera como de poca monta o duración, como el puente que se cayó, hace unos años, el Loncomilla a poco tiempo de ser construido en el camino a Constitución. ¿Se acuerdan de ese relato? Ese sí que era entretenido. Fue mal construido y mal reparado. Por ahí pasaban camiones con sobre peso de una empresa privada en la cual, curiosamente, participaban conspicuos personajes del gobierno de la época. No se puede discutir que este gobierno es aburrido, no tiene relatos, no genera historias que se puedan contar. No hay sobresueldos, ¡qué lata! No hay contubernios en el MOP, no se pavimenta la Alameda y se celebra con empanadas, con un gran letrero que diga ¡Cumplimos! Y al año siguiente está llena de hoyos nuevamente. Gobierno fome el actual. Como se puede olvidar un Transantiago, ¡esas son obras!, millones de dólares de pérdida y dos mandatarios discutiendo qué es más importante, generar el proyecto o implementarlo. Ese es un relato por entregas que cada año les costará a todos los chilenos mucho dinero leer los siguientes capítulos. Y el tren al Sur, ni Agatha Christie, con su “Crimen en el expreso Oriente” iguala ese “relato” Muchos chilenos no queremos que este gobierno tenga un “relato”, más bien que haga y construya historias reales, como el 7% que aún se les descuenta a los jubilados, el bono de las bodas de oro, que las enfermedades Auge, pasen de relato a historia real y los plazos que se fijan sean cumplidos, que nuestra educación, especialmente la pública gratuita, mejore sustancialmente. Que el nivel de pobreza disminuya, que la democracia se perfeccione, con inscripción automática, voto voluntario y que los chilenos que viven en el extranjero voten sin restricciones. Los gobiernos del relato hacen narraciones cortas, monotemáticas y muchas veces aburridas. Que no le convenzan que un gobierno es malo porque no tiene “relato”. “Pueden ser ficticios, una invención”. Historias reales, no relatos.