30.10.10

El caso del jarrón perdido

Por décadas lo que era de propiedad fiscal, de todos los chilenos, finalmente no era de nadie. Siempre se ha considerado al fisco como el gran dispensador de favores.
Si se puede, al fisco se le roba, se le estafa, se elude pagar los impuestos. Es de todos pero no es de nadie. Cuando conviene, hablamos del dinero de todos los chilenos.
Un presidente, cuando estafaron a la CORFO (casi 84 mil millones de pesos), dijo que era como robarse un jarrón.
El concepto del país en que vivimos, encierra solo el territorio. Nuestras posesiones materiales y el derecho a vivir y trabajar, además de un carnet de identidad y los derechos ciudadanos, pasa de largo en cuanto a la correcta administración de los recursos.
Para muchos, el país se licita cada cuatro años, para que un sector político determinado haga usufructo, político y económico, o lo acomode a las particulares visiones – programa de gobierno – de la derecha o de la izquierda. El centro político hace tiempo que ha desaparecido.
Los ciudadanos vivimos y trabajamos pagando impuestos. Escuchamos a la clase política hablarnos de un futuro de grandeza y riqueza que nunca parece llegar a nuestros bolsillos, más bien, por la vía de los impuestos, van al fisco, la caja mágica de la que se surten todos los proyectos. Por estos días, los representantes del pueblo, debaten el presupuesto de la nación. ¿Defienden nuestros intereses?
Los chilenos, generalmente, no nos involucramos en las discusiones de las comisiones mixtas, menos en largos discursos y declaraciones de senadores y diputados. Deberíamos meditar qué es lo que, en honor a la verdad, estas damas y caballeros están decidiendo en cuanto a nuestro dinero.
Si usted está convencido que lo que produce el cobre, lo que generan las recaudaciones fiscales, son parte del “ingreso per capita”, debería seguir los debates en que se mezclan opiniones muy personales y otras orientadas por el prisma político de cual. La verdad, no tiene importancia, prima la ideología del “honorable” que vota, con orden de partido o sin ella, lo que opine usted o yo, no tiene valor ni importancia.
¿Alguna vez en la vida, su senador o diputado, el mismo que le pidió su voto, le ha consultado cuántos recursos deben invertirse en mejorar las calles y veredas de la ciudad donde usted vive y transita? ¿Le han preguntado cómo le gustaría que se financiara la educación pública?
El dinero del Estado sigue siendo para muchos, en política. una gran cantidad de jarrones que se pueden tomar, como el caso de CORFO, o que se pueden transar irresponsablemente como fue con el cobre a futuro de Codelco, o con las platas de Chile Deportes, el Transantiago, la tierras compradas a sobre precio por la Conadi, los puentes que se caen solos por mal construidos o nulamente inspeccionados, las coimas etc.
El presupuesto de la nación, nuestro dinero, se transa en arreglines y componendas. Es moneda de cambio, para cobrar añejas cuentas políticas.
Me he dedicado algunas horas, perdidas por supuesto, pero mi profesión me obliga a ello, a mirar el canal de la cámara y del senado. Me queda la impresión de ver a mercaderes que luchan por un dinero que ni siquiera administran, procurando que los que gobiernan vean dificultada su acción, restringiendo algunas partidas, rechazando otras, en un ejercicio que se asemeja a una revancha de viejas cuentas políticas.
Qué importa, cuando para un Presidente, que se estafe la caja fiscal en miles de millones de pesos, es como robarse un jarrón. Lo malo que el jarrón se lo roban porque dejan la puerta abierta y además desde dentro le pasan los datos al que se lo lleva impunemente.
Los chilenos olvidamos con facilidad que una secretaria leía los correos de su jefe, en el Banco Central, y que en la CORFO no existían las mínimas normas de control interno.
Cuando en estos días se discute el presupuesto de la nación, esperamos que “el dinero de todos los chilenos” se reparta bien y no se manosee con intereses políticos que, a veces, no representan los legítimos deseos de progreso del ciudadano que no tiene privilegios especiales.