16.10.10

C.H.I.


Suena mejor cuando estas letras se gritan, más cuando se hace colectivamente.
Es un grito que une a todos los chilenos, sin ninguna distinción. Fue lo más escuchado durante todo el proceso de rescate de los mineros de San José. Una señal de triunfo, complemento del agitar de banderas, abrazos y lágrimas de la madrugada del miércoles pasado.

La noche del martes y la madrugada del miércoles, 1.200 millones de personas, sencillamente no durmieron, observando por la televisión un rescate inédito en el mundo, capturado en todos sus detalles, hasta los más íntimos, y que nos conmovieron profundamente.
Fue la culminación de un esfuerzo titánico por quitarle a la montaña la vida de 33 hombres, capaces de resistir durante 70 días en condiciones de temperatura y humedad muy desfavorables.
Cada día, había algo que inventar, cada día, un nuevo problema que resolver. Nadie desmayó, todos trataron de entregar su mejor esfuerzo hasta el límite.
Papel fundamental fue la decisión del gobierno de dirigir y orientar la maniobra de rescate. Arriesgó, para algunos, capital político, pero la verdad que interpretó el sentir de familiares y la inmensa mayoría de chilenos.
Frente a todos los consejos en contra que pudo recibir, se impuso el estilo Piñera. Es un estilo que lo llevó a ausentarse de la asunción del mando del Presidente de Colombia. De enviar, como adelantado, a su ministro de minería a la Tercera Región.
Sigo teniendo desacuerdos de mantener el silencio de la participación de varias empresas privadas y reconocer, con oportunidad, el aporte que entregaron, manejo comunicacional del cual discrepo absolutamente.
El protagonismo, legítimamente ganado, y la dirección de las faenas, correspondía a las autoridades por la decisión de involucrarse directamente en una operación que podía parecer inmensamente incierta. ¿Están vivos o muertos?, no se podía saber, sin embargo no se debe olvidar que la T-130 fue aportada por una empresa privada que pagó todos los costos del trabajo de perforación.
Muchas empresas del mundo privado, nacionales y extranjeras, unieron sus esfuerzos a un gobierno que demostraba un sentido de humanidad y organización de gran eficiencia, con dos ministros destacados en terreno, con los mejores hombres de Codelco y Enap, empresas del Estado de Chile, generando planes y programas y aportando con su experiencia y conocimiento, para inventar una nueva forma de rescate.
No existía manual o protocolo que sirviera de punto de partida o referencia, tanto en el área de la ingeniería como de la salud.
Tres objetivos debían cumplirse. El primero, ubicarlos y encontrarles con vida – casi una aguja en el pajar – el segundo recuperarlos del estado en que se encontraban, luego de 17 días de aislamiento, el tercero, más complejo, tener una fórmula válida y segura para extraerlos del fondo de la mina.
Tangencialmente, ser muy trasparente frente a la sociedad, aplicando la tecnología de las comunicaciones, de esa manera se pudo hacer llegar imágenes de todo lo que ocurría, en el fondo de la mina, como en el exterior. Para muchos un gran riesgo, pero el estilo del Presidente Piñera primó, a mi juicio, no por un afán publicitario, fue un gesto de audacia y valentía para que todo Chile se sintiera orgulloso, como país, que desde las entrañas de un cerro minero de Atacama podían emerger, en buena salud, con alegría, 33 compatriotas que asombraron al mundo.
Ese es el Chile que nos gusta, el que no vacila en sus decisiones, que actúa con eficiencia y sin esconder nada.
¡Cuánto necesitamos ese espíritu durante el terremoto del sur! Ahora sabemos que somos capaces de enfrentar todos los peligros que una naturaleza difícil pone en nuestro camino.
En la mina San José, todos izaron, espiritualmente, la capsula Fénix 2.
Desde el primero hasta el último minero, la alegría de verles bien, la valentía de los rescatistas, la emoción de todos los que tuvimos la suerte de estar a metros del túnel de escape, y el alivio de sus respectivas familias demostró que, con decisión, Chile puede escalar los sitiales de grandeza, como país, que se proponga.
Por eso: C.H.I.