25.9.10

La otra herencia

Cuando se produce un cambio de gobierno no se hace “borrón y cuenta nueva”, ojalá así fuera, pero la democracia dice que todo sigue y se hereda.
El Gobierno del Presidente Sebastián Piñera recibió una herencia con activos y pasivos, a partir de ellos inició la construcción de su propio legado.
La herencia más compleja que recibió la administración Piñera fue el tema de relativa exclusión de la etnia Mapuche. Con el paso del tiempo una situación de muchas injusticias fue enquistando, en los 20 años de la concertación, un clima de desconfianza que, luego, deriva en acciones cada vez más violentas.
Hoy quienes están presos y han presionado en los últimos meses con una prolongada huelga de hambre, fueron metidos a la cárcel, enjuiciados por la ley anti terrorista, por el gobierno de la Presidenta Bachelet.
Actuar de noche, enmascarados, azuzados por políticos irresponsables, atacando a personas indefensas como conductores de camiones, o pacíficos pasajeros de un bus, no calza con ese pueblo altivo, valiente, que iba a pecho desnudo contra el invasor español. Entre la historia que nos enseñaron, con los versos heroicos de “La Araucana”, se interpusieron otras pasiones y, digámoslo, las ambiciones y la corrupción, el juego de gobiernos que tranquilizaron sus conciencias comprando tierras, incluso pagando sobre precios. Los escándalos de Conadi mostraron que se había elegido un camino fácil, por veinte años, sin atreverse a mirar el problema de fondo.
Por un lado los extremistas, que se darán siempre independiente de idioma y de razas. Por otro lado los oportunistas, incluso los europeos que llegaron a América a conquistar y saquear tierras ancestrales. Sus descendientes al otro lado del océano atlántico, ahora, rasgan vestiduras por una causa que, sus antepasados, destruyeron a sangre y fuego.
Enredando toda la trama de luchas, que se remontan a la llegada de extranjeros a las tierras americanas hace más de 500 años, está la desvergonzada actitud de quienes, siendo gobierno ayer, hoy muestran una actitud de lavarse las manos y clamar por justicia a quienes ellos mismos demandaron, hicieron legalmente encarcelar y aplicaron leyes de las cuales hoy abjuran.
Queda la impresión que esperan se produzca alguna muerte para que el actual gobierno quede desacreditado, obteniendo de ello pingues ganancias políticas.
Los parlamentarios que, ridículamente, ayunaron en un acto de absurda solidaridad, nunca levantaron un dedo por la causa mapuche cuando el gobierno, del que formaban parte, pedía su encausamiento bajo las leyes anti terroristas.
La herencia que recibió el Presidente Piñera, se complicó cuando se inicia la huelga de hambre de los comuneros. No se hizo en la administración anterior, ahora, parecía propicio presionar más, hay que decirlo, con una cueca avivada por la oposición, como si ellos fueran inocentes y no corresponsables de aplicar medidas legales que hoy quieren reformar a su manera.
Las soluciones no son fáciles. No se trata que un gobierno, que actúe responsablemente y con apego a las leyes, diga finalice los juicios y todos quedan libres. Este tema lo maneja la justicia, un poder autónomo del Estado, eso los políticos, de oposición y oficialismo, lo saben bastante bien, sin embargo, los discursos siempre se disfrazan y queda la impresión que, más que buscar una solución, se trata de proseguir la guerrilla parlamentaria que marca el actuar de una oposición que privilegia el enfrentamiento y no el acuerdo.
El Congreso Nacional, en ambas cámaras, debe asumir la responsabilidad histórica de trabajar rápido las reformas legales que están pendientes. Si son consecuentes con la causa mapuche trabajen rápido. Recordemos, cuando tuvieron que legislar para ellos sacaron una ley en 24 horas, ahora, legislen para Chile protegiendo al que es agredido, dejando de lado los oportunismos políticos.
Legislen por una justicia sin excesos, pero también sin rendiciones ante la violencia y la injusticia.
Como en toda herencia se recibe lo bueno y lo malo. El inventario dice que hay causas que, los que hoy las defienden, nunca fueron solucionadas y solo se parcharon sin llegar al fondo del problema.
Quienes ahora gobiernan, lamentablemente, deben hacerse cargo de “la otra herencia”, la que menos se conoce en toda su cruda realidad.