1.5.10

Sabores y sinsabores


Legítimamente las fuerzas políticas buscan obtener el poder.
En la moderna democracia se hace mediante el voto de aquellos que la ley califica, con una edad apta, para definir al gobernante o sus representantes parlamentarios.
Muchos cargos quedan a la discrecionalidad del sector gobernante.


La política tiene sabores y sinsabores eso, quienes han sido postulantes y posteriormente electos, lo entienden con claridad en todo el arco ideológico político en Chile.
Estos últimos meses, quienes durante 50 años estuvieron alejados del poder ejecutivo democrático, experimentan que gobernar no es un lecho de rosas, por el contrario, hay días buenos y malos.
Los que durante 20 años fueron gobierno sufren un efecto contrario, entender que ya no mandan, que hay una pérdida de poder del cual ampliamente dispusieron, y que muchas veces tienen que volver a adorar lo que ayer quemaron.
Primero, al que deja el gobierno, se le hace difícil asumir porqué lo perdió y queda pendiente, en sus adherentes, ese juicio que requiere de análisis desapasionados, discusiones académicas de buen nivel y definiciones de tácticas y estrategias para recuperarlo.
Para oficialismo y oposición, cuando transcurren períodos muy largos en que todo se ha mirado en una sola dirección política, asumir nuevos roles, que se encuentran en las antípodas, es una tarea difícil. Los ejemplos son claros, Allamand y M.E.O.
Pero más difícil aún es aceptar que, el cómodo rol de ser opositor durante 20 años, se debe cambiar por el que hace propuestas, marca nuevos rumbos y ejecuta programas que puedan hacer realidad las promesas de campaña.
Me refiero especialmente que, el Presidente Piñera, ha tenido buena y mala suerte al inicio de su gestión, casi parecido al que tuvo la administración Bachelet. Piñera inicia su gestión con un terremoto de gran magnitud que produce millonarios daños en seis Regiones del país, las más pobladas del país. Podríamos, emulando un juego de tenis, error no forzado de la naturaleza además de un mal diagnóstico inicial del gobierno saliente y sus instituciones. Tiene la posibilidad de demostrar su capacidad y la de su equipo para superar esta gran prueba, la reconstrucción.
Bachelet tuvo su propio terremoto derivado de otras causas, más vinculadas a lo sociológico y malas decisiones políticas. La revolución pingüino, fenómeno único e irrepetible por las nuevas generaciones estudiantiles y el Transantiago, proyecto heredado de la administración Lagos fueron gran carga. En menos de un año y medio hizo dos cambios de gabinete. Su nivel de aceptación cayó, agosto del 2007, a un nivel debajo del 40%. Cuando inicia su gobierno obtiene un puntaje ligeramente superior al 50%. (Adimark).
Piñera inicia su gestión con un porcentaje alto, incluso superior al de Bachelet, pero su caída reciente de 9 puntos pone, sin razón, nervioso al oficialismo.
Sería bueno recordar algo de la historia de presidentes anteriores. Aylwin, pese a varios altibajos en la encuestas se retira con niveles de apoyo superiores a un 50%. Eduardo Frei, accede a la presidencia con el porcentaje de votos más alto del período democrático. Gobernando, sin embargo, nunca dejó de caer en las encuestas – la crisis asiática – fue su propio terremoto. Frei termina con un 28% de aprobación y un 48% de desaprobación.
Ricardo Lagos, después de pasar un gran susto electoral ante Joaquín Lavín y recibir de Frei un piso de votación muy degastado, inicia su gestión bajo el 50%, pero, como se dice en deporte, fue de menos a más. Su gobierno finaliza con más de 60% de aprobación y solo 20% de desaprobación. Los empresarios, se dijo, amaban a Lagos quien los trató muy bien.
La administración Bachelet debió enfrentar manifestaciones de la Cut, cuando su popularidad había caído a un 39,1 %: “En agosto de 2007, el gobierno de Bachelet enfrentó una manifestación de parte de la Central Unitaria de Trabajadores CUT, presidida por Arturo Martínez. Las causas de dicha manifestación fueron la inequidad de la repartición de la riqueza, el sueldo mínimo y la incapacidad del gobierno para cumplir las promesas presidenciales. Acudieron a dicha marcha unos 3.000 manifestantes. Junto con esto, el apoyo popular a su mandato bajó a menos de un 40%”. (Prensa 2007).
Hay muchas lecciones que aprender de la historia política reciente. Cosa de leer e investigar.