5.2.10

El canto del cisne

Muchos dicen que la política es como una droga. Cuesta dejarla y los síntomas que produce, cuando se deja el poder, son parecidos, es difícil alejarse.
La Concertación vive ese momento, desintoxicarse de 20 años de trabajo político.
¿Se pregunta si lo hice tan bien, por qué el electorado me abandonó?

Ha propósito de toda la polémica que se ha originado esta semana que finaliza, campaña publicitaria de los últimos días de marzo, queda la sensación que el difícil parto de dejar el poder está siendo complejo de asumir para la Concertación.
No se entiende de otra manera que se gasten más de cien millones de pesos para decirle a los chilenos cuáles son sus derechos, especialmente en el campo social.
Durante varios años, con oportunidad por lo demás, se han desarrollado campañas, informativas y publicitarias, destacando los diferentes avances, la forma de obtener beneficios sociales, se agradece, y como se ha implementado todo un sistema de mejoramiento de la seguridad social, de créditos para las pequeñas empresas, de préstamos y seguros para la agricultura, tecnología en la educación, plan Auge, defensa de los derechos laborales, etc.
Cuesta dejar el poder cuando se ha ejercido durante 20 años. Se acostumbra a ser parte de una vida política muy activa. Marca las pautas y las orientaciones en el desarrollo de un país. Despedirse parece ser una larga ceremonia donde “gobernar hasta el último día”, se hace en medio de una campaneo publicitario que debemos pagar, se quiera reconocer o no, todos los chilenos.
La ciudadanía no puede desconocer los progresos logrados en estos 20 años. No desmerecen los mismos si, junto a ello, se reconoce que se recibió un país ordenado económicamente, sin barcos rusos pescando por nosotros, sin colas en los supermercados, o productos imposibles de encontrar.
A partir de un esquema de desarrollo regional definido, con un mapa de extrema pobreza, inédito en Chile, se sentaron, a fines de la década de los 70, las primeras bases de un ordenamiento jurídico, administrativo y económico que puso a Chile en el camino de un progreso armónico y sostenido.
Cuando la Concertación asume el gobierno, legítimamente, prosigue la obra modernizadora con nuevos ingredientes. No es la política panfletaria de las izquierdas tradicionales. Se asume una visión moderna, de país, frente a un mundo globalizado. Hicieron una buena tarea que es un activo muy importante para el país que hoy disfrutamos. Abrieron nuestras fronteras a tratados de libre comercio. Manejaron muy bien la economía y las finanzas en la última crisis.
Uno de los activos de la Concertación fue modernizar la nación creando infraestructura, insertando en el desarrollo , capital privado, especialmente en autopistas, puertos y aeropuertos.
Tienen el derecho a sentirse legítimamente orgullosos de lo logrado. ¿Por qué duele tanto, entonces, perder una elección? Nada es eterno. Creer que eran los únicos capacitados para dirigir el país fue uno de sus errores. Los partidos políticos perdieron su originalidad inicial. Sus líderes, en algún momento, extraviaron entusiasmo y creatividad, incrementando luchas de poder propias, egoístas. Se olvidaron que el objeto de gobernar es crear un estado de bienestar común.
Quedó una sensación de no preocuparse suficiente por las regiones, la otra parte de Chile, sin Metro y sin Transantiago, con cientos de millones de dólares gastado para beneficio de una parte de la población.
Se produce lo insólito, que una Presidenta obtiene la más alta popularidad, pero quienes son el sustento político de su gobierno pierden la elección frente a la oposición. ¿Cuál es el mensaje? Difícil decirlo pero, en principio, se podría concluir que los pasivos de gobernar, errores y mucha corrupción en algunos cargos, terminaron por pasar cuenta.
La cortesía ciudadana premió al gobernante, pero, el voto castigó a quienes creyeron tener la única autoridad moral para gobernar Chile.
Pretender hacer una campaña publicitaria, cuyas cifras han variado entre los 100 y los 150 millones de pesos, para despedirse, incluso sobrepasando el propio período presidencial, es ilógico.
¿Es esa publicidad, un reproche para decirle a los electores que no votaron por el candidato oficialista, que son unos desagradecidos?
¿O es tan solo el canto del cisne?