8.3.08

El tumor maligno


Cuando se interviene en política hay que tener en claro algunas reglas no escritas, pero dignas de ser respetadas siempre.
La primera regla dice que, en política, no hay amigos, solo oportunidades. Cuando conviene se hacen amistades que luego se dejan con la misma facilidad.
Segunda regla es tener presente que todo es posible, incluso lo que no lo parece. Como ejemplo claro el acuerdo del viernes entre Colombia, Ecuador y Venezuela, abrazos incluidos.
Tercera, jamás descalificar, denigrar, denostar, lanzar befas, anatemas o denuestos varios, nunca se sabe, cuando a quien se ofende puede lograr una posición superior con la cual, obligadamente, debemos encantar, negociar, o alabar posteriormente.
La tercera y última, pueden haber más, tener presente que la política es, en democracia, esencialmente dinámica. Un día se puede estar arriba, el otro abajo. Un día somos enemigos y mañana estrechos aliados.

La historia nos ha mostrado ejemplos de manera continua, sin embargo, nunca aprendemos.

“El pueblo lo llama Gabriel”, escribió en alguna oportunidad el destacado poeta Pablo Neruda. En 1946 es nombrado jefe nacional de propaganda de la campaña presidencial de Gabriel González Videla. Durante el desarrollo de sus actividades proselitistas escribe el poema, “El pueblo lo llama Gabriel”.

“Desde la arena hasta la altura, desde el salitre a la espesura, el pueblo lo llama Gabriel, con sencillez y con dulzura, como a hermano, hermano fiel, y entre todas las cosas puras, no hay otro como este laurel, el pueblo lo llama Gabriel”. Al poco tiempo el vate, arrepentido, muerde con sus versos encendidos, “El pueblo lo llama traidor”. En enero de 1948, Neruda, pronuncia un discurso en el Senado, que fue publicado tiempo después con el título "Yo acuso", a raíz del cual el Presidente Gabriel González Videla pidió su desafuero, el que fue aprobado por los tribunales de justicia, ordenando su detención. Neruda sale al exilio.

No fue un error de Neruda alabar a González Videla, quien era apoyado por el partido comunista. Los versos cambiaron cuando los comunistas son expulsados por los radicales, y se aprueba la ley de defensa de la democracia, que solo sería derogada al término del gobierno de Carlos Ibáñez.

Hoy nuestro flamante ministro del Interior, don Edmundo Pérez Yoma, debe estar muy arrepentido de calificar, hace un par de meses, al senador Adolfo Zaldívar como un tumor maligno que había que extirpar. Ese tumor maligno tiene las más altas posibilidades, el próximo martes, de ser elegido presidente del Senado de la República, la segunda autoridad más importante del país.

La política ha sido definida como el arte de lo posible, de allí que las cosas que pueden ocurrir, muchas veces, se producen por circunstancias y momentos específicos, donde las embestidas y posteriores arrepentimientos, forman parte de la historia de nuestra fronda gubernamental y parlamentaria.

La literatura, por alguna extraña razón, siempre se ha ligado a los momentos políticos de nuestra historia. Probablemente la sensibilidad creadora, les hacen ingresar con fuerza, en prosa y verso, a una arena tan veleidosa.

Nuestra poetisa Gabriela Mistral, sostuvo una nutrida correspondencia con Pedro Aguirre Cerda, José Antonio Ríos y Eduardo Frei Montalva. Para algunos críticos de la época, Gabriela, era radical, para otros falangista, creo que ni lo uno ni lo otro, solo poeta comprometida con su tiempo y consecuente con sus visiones. Con ambos Gabriela Mistral sostuvo correspondencia antes que fueran Presidentes de la República. En 1929 Aguirre Cerda le envía, con una dedicatoria, su libro “El problema agrario”, sabiendo de la preocupación de la poetisa por los temas que afectaban a los campesinos, bien conocidos por su entorno de vida en Montegrande. Algunos años después, Gabriela respondería el gesto del recordado Presidente, escribiendo en la primera página de su obra Desolación la siguiente dedicatoria: “Al señor don Pedro Aguirre Cerda y a su señora Juana A. de Aguirre a quienes debo la paz que vivo”.

En el caso de Eduardo Frei Montalva, Gabriela escribió el prologo del libro de Frei, escrito antes de ser primer mandatario, “La política y el espíritu”

En política, como en literatura, las vueltas de la vida son violentas. Braulio Arenas, partidario del Presidente Allende, escribía en 1976, “Era el reinado de la Jap con largas colas por doquier, banderas rojas por doquier, mercado negro por doquier, era el despojo sin impunidad, era el canalla, como rey, era la orgía más bestial, y por la calle, a plena luz, se paseaba el criminal. Y de improviso terminó, la pesadilla tuvo fin: Chile se alzó con gran poder y disipó la oscuridad”. (Extracto de, Chile es así)

Los políticos hacen declaraciones, pero de manera muy excepcional escriben, por ello los escritores y poetas dejan en versos y en libros, huellas de su participación en política y así trascienden a las generaciones.

En definitiva, dependiendo de las circunstancias, el tumor maligno de ayer, puede ser hoy cualquier cosa diferente al cáncer que se diagnosticó. Así es la política, enferma y cura. Milagro, milagro.