25.5.07

¿Desobediencia civil?

Algunos se alarmaran con el título de esta columna. No se trata que esté llamando a la desobediencia civil, sería irresponsable y fuera de tono, pero uno puede atisbar una suerte de resentimiento en la población que va creciendo y resulta difícil explicar.

Cuesta entender cómo un país que tiene el presupuesto fiscal más expansivo de su historia, que puede rebajar en medio punto la regla de superávit agregando 750 millones de dólares al gasto del estado, luce niveles tan altos de descontento.

Una explicación la encontré frente a mi propia frustración cuando, el pasado jueves, intenté tomar el metro, en la línea uno, estación Universidad Católica. No pude subir, pasaron dos trenes más y tampoco me fue posible, hacerlo ante una muralla humana que taponaba las puertas..

Nunca, en lo casi treinta años que empleo el metro para moverme en Santiago, había tenido una experiencia igual. No era la hora punta, mi reloj marcaba las 09.30 hrs mientras los parlantes de la estación indicaban que se iniciaba la hora de cobro de tarifa baja.

De vuelta en esta querida ciudad, leía una entrevista al Presidente del Senado, Eduardo Frei, en el diario el Mercurio, el senador decía textualmente refiriéndose a los fondos para el sistema del Transantiago: “si no hay claridad en el tema de los US$ 290 millones y los otros dos proyectos respecto al Transantiago, si no hay certeza de que los recursos van a usarse para darle calidad al servicio a favor de la gente, si no se sabe a dónde va a ir la plata y no se entregan los antecedentes, difícilmente se va a conseguir aprobarlos".

De alguna manera se siente un cansancio y agotamiento de todos los sectores, ante un país que es exitoso, pero que no puede dar satisfacción a una demanda tan sencilla como movilizarse cómodamente.

Se decreta pre emergencia en la capital y la mitad de los autos que se les prohíbe circular, salen a la calle porque de otra manera no se puede llegar al trabajo.

La ciudad, donde vive casi la mitad de los chilenos, está descontenta por una calidad de vida que se les complica por los cuatro costados.

La Presidenta Bachelet se queja de esta actitud: "Es cierto que el Estado tiene que hacer algo y lo va a hacer, pero aquí requerimos como en muchos otros temas, el compromiso de todos, se trata de que la sociedad civil cumpla su rol, haga su parte y que se comprometa de verdad con la salud de todos, sin ciudadanos comprometidos con los problemas de todos, la verdad es que no hay ley ni sanción que funcione.

El Presidente del Colegio Médico Juan Luis Castro declara en “La Nación” cuestionando las políticas de gobierno:“se están adoptando medidas que son equívocas, que no apuntan a la médula del problema y lo peor es que siguen dando promesas y la gente ya está cansada porque todas las iniciativas han fracasado”.
Todos nos confundimos con el lenguaje cruzado de descalificaciones mutuas entre gobierno y oposición: “aquí hay una contradicción total entre un lenguaje confrontacional y descalificatorio que está utilizando la Presidenta y un lenguaje amigable y cariñoso que está haciendo el ministro Viera-Gallo. La pregunta es: ¿A cuál de los dos tenemos que creerle?”, dice Piñera.
"Todo esto está en perfecta sintonía y no hay ninguna contradicción. Lo que la Presidenta ha señalado es que seamos capaces de dejar atrás lo que es la política menor, aquello que nos distrae, y enfocar los recursos y la energía para sacar adelante los proyectos que les interesan a los chilenos", responde Ricardo Lagos Weber.

Cuando la gente hace un escándalo y se revela porque le cierran una estación del metro. Cuando le prohíben salir en su auto y salen igual, es que algo está pasando.
En definitiva, la política está tan contaminada como el aire y eso no es bueno. De allí la pregunta de esta columna.