5.4.07

¿La violencia ya viene?


Vergonzoso denigrante, supera la capacidad de asombro, pasmo permanente de quienes tienen que garantizar la tranquilidad y seguridad de la familia chilena. Son pocos los adjetivos y afirmaciones para describir lo que han representado estos días para muchos chilenos.

Algunos políticos parecen haber perdido la brújula y, de paso, envían mensajes de intolerancia, insolencia y desparpajo en lo que se refiere a las secuelas que dejó el cambio de gabinete.

Lo señalado anteriormente son los dos temas que quisiéramos tocar en esta columna. La violencia desatada durante 48 horas en Santiago y en más de 20 ciudades del país y las reyertas entre políticos de la concertación y la alianza.

Protestar por el transantiago, tarea de la ciudadanía metropolitana, no requiere de mayores explicaciones. Es tanto el cúmulo de errores y desaciertos que no se puede menos que justificar la ira de los usuarios de este sistema de transporte ciudadano. Sin embargo, utilizar ese tema como pretexto y ligarlo al llamado “día del combatiente”, ahora rebautizado como el día del delincuente, para causar todo tipo de destrozos y desmanes, facilitados por un actuar en extremo paciente de carabineros que deben obedecer órdenes de un gobierno que, da la impresión, cree que es menos comprometedor dejar hacer que reprimir a quienes destruyen, roban, atacan a una Ministro de corte indefensa, ante la impunidad más absoluta.

La ciudadanía, con toda razón, se siente indefensa, dejada de lado por una clase política que cuida sus propios valores, que reacciona con más agilidad cuando las encuestas no le favorecen o se acerca un período electoral.

Vivimos un clima de violencia inusitado, curiosamente incubado en los sectores más jóvenes de nuestra sociedad. Con padres complacientes que no saben lo que hacen sus hijos y los riesgos que sus acciones conllevan. Cualquier día en una de estas protestas algunos de estos jóvenes encapuchados, o aquellos que, artera y cobardemente, agreden a un carabinero, pueden resultar fatalmente heridos, ¿qué tendremos? ¿Un nuevo día del estudiante combatiente?

Pero la violencia no nace de los núcleos juveniles de la sociedad, se imita y se hereda de aquellos que, hace tiempo, vienen convirtiendo la política en el centro de las descalificaciones, y peor aún del rapiñaje de los recursos de todos los chilenos.

Cambio de gabinete y un ex ministro busca a quien echarle la culpa. Replicas y contra replicas mantienen el tema del gabinete desde el lunes unido a la quema de buses, barricadas, robos colectivos y desordenes generalizados.

Estamos, todos, tirando por la borda la imagen de nuestro país, junto a la posición, justificadamente lograda, de una nación que progresa y crece.

Cuando estas cosas ocurren, las sociedades legítimamente, esperan un recambio o alternancia en los gobiernos. En el horizonte político no se visualiza a nadie. Basta que Piñera diga que hay que buscar soluciones en conjunto con el gobierno, para que el senador Larraín le replique que, “ojalá no dinamite el trabajo de la alianza”. Continuamos con un sistema electoral arcaico que divide, ahora más que nunca a la oposición y no se ve espíritu de acuerdo.

De esta manera ¿en quién se puede confiar para que reine el orden y la cordura? ¿Quién guía a este país por una senda de buena convivencia y de respeto a las leyes? Los políticos con su lenguaje rutinario de una permanente descalificación, incluso entre quienes comparten la misma ideología, no son el mejor ejemplo para una juventud, no toda evidentemente, que vaga por las calles tirando piedras, destruyendo lo que encuentra a su paso, ante una fuerza policíal que no cuenta con las atribuciones necesarias para contenerla.

Aquellos, que en el pasado nos cantaron que “La alegría ya viene”, nos hacen reflexionar si no tendremos que cambiar la letra para cantar, con amargura y desencanto, “La violencia ya viene”.