6.3.07

¿Porqué pocos pescan la política?

Desde hace años la política viene en descenso. Todo pareciera ser blanco o negro. Los que gobiernan, todo lo encuentran bueno y los que no gobiernan, todo lo encuentran malo.

Desde los primero albores de la política hemos partido mal. La primera junta de gobierno fue, y nadie se ofenda de ello, una hipocresía. Criollos y españoles se reúnen para acordar una forma de gobierno que preservara los territorios para el Rey Fernando VII, aunque muchos estaban enterados que lo que se buscaba era, definitivamente, librarnos del dominio español.

350 personas reunidas, en el Tribunal del Consulado en Santiago, para decidir el destino de Chile, y un partido, el “español”, oponiéndose absolutamente a este acto independentista.

De allí en adelante la política nunca ha sido un factor de unidad, por el contrario, siempre ha tenido arrestos absolutistas. Lo que cada cual cree, es lo único que vale. Si alguien piensa diferente se le descalifica o, cuando no se tienen argumentos o razones, se le insulta.

De a poco, generación tras generación los chilenos nos hemos ido alejando de la política y de los partidos. Mucha gente valiosa, sencillamente, se aparta, no participa y no se presta a postular a cargos de elección popular.

No quiere decir que el ejercicio del servicio público, como militante de un partido, debe terminar. Por el contrario, lo inteligente es que reflexionemos sobre esta actividad, destinada a servir a la sociedad en democracia.

Los chilenos cada vez pescamos menos a la política y a los políticos. Debemos actuar bajo sus reglas de juego aunque sean minoría, sabido es que menos de un 5% de los chilenos milita en algún partido político.

Ellos hacen las leyes y protegen un sistema que se mantiene por décadas sin variaciones. Se ha construido toda una barrera legal para evitar las candidaturas independientes, y otra, como el sistema binominal, para acotar la participación solo a las grandes mayorías y a conglomerados ideológicos contra natura.

En definitiva, votar sigue siendo obligatorio sino te multan. Participar en la fiesta como vocal, presidente o secretario de mesa, también constituye una suerte de lotería. Nunca sabes como hacen las listas y quienes se sacan el pillo. Si no concurres también debes pagar.

Los nombres de los “honorables” se repiten. Período a período son las mismas caras, iguales promesas y una lentitud para despachar leyes, casi siete años para ley del deporte, y para que al final, quienes se apitutaron con algún cargo en Chiledeportes, se robaran el dinero de los deportistas.

Las últimas encuestas muestran un fenómeno que no nos debe parecer extraño. Baja el apoyo a quienes nos gobiernan y ocurre lo mismo con quienes no están gobernando. Algo significa. ¿Es que los chilenos les estamos dando vuelta la espalda?

Durante mucho tiempo hemos creído que determinadas formulas, economía centralizada, libre mercado, globalización etc. son las únicas panaceas para que un país crezca y se desarrolle. No es así. Hay aspectos relevantes, como una educación de calidad, una reforma política que permita que todos participen, sin exclusiones, un mayor espacio para la racionalidad, más que para las ideologías, parecen ser buenas recetas.

Cambiemos el sistema de hacer política. Dejemos de lado a Diputados y Senadores, que llaman por teléfono, ellos o sus secretarias, para que le hagamos algún favor a alguno de sus electores. Elijamos a los que están dispuestos a trabajar y no permitamos ser engañados con promesas.

Cambiemos la costumbre de tener en torno a cada campaña, a profesionales de la política, los famosos operadores. Dejemos de lado los regalitos, las pelotitas de fútbol, las camisetas deportivas o los canastos familiares, el pago de las cuentas de luz y agua, que en tiempo de elecciones es una suerte de cohecho encubierto.

Cuando uno observa el panorama político y ve la disidencia al interior de los propios partidos. Cuando una gobernante no cumple un año y ya se está buscando al candidato o candidata para reemplazarla.

Resulta difícil entender a esta “clase política” enquistada con sus costumbres y códigos propios, en la sociedad chilena. Dejen gobernar primero y cuando llegue el tiempo busquen los candidatos.

Hoy ya se están peleando ¿quien presidirá la Cámara de Diputados, alguien colorín o alvearista.? En la Alianza unos quieren elecciones primarias mientras otros piensan si ello es conveniente o no.

Somos muchos los chilenos que hemos dicho basta, aunque decirlo no tenga ningún efecto o significado, porque nada cambiará.

¿Cuál es la receta para mejorar la historia?

A mi modesto entender alguna luz se ve al final del túnel y, para ello, quiero traer a colación un acuerdo del año 1998, del Partido Socialista, destinado a limitar la reelección de autoridades que se eternizan en los cargos. Esa iniciativa pionera también se está discutiendo en el PPD y en algunos sectores de RN.

Es un paso importante para alentar a nuevas voces, más jóvenes y renovadas, para que incursionen en una política seria, de gente estudiosa de los problemas y que, mirando el bien común de una sociedad como la nuestra, destierren las prácticas del compadrazgo, del amiguismo y de la influencia artera.

Menos frases para el bronce, menos descalificaciones, menos marketing político y más ideas constructivas.

La política Chilena necesita con urgencia recrearse.