9.3.07

¿No será mucho compañero?

Así se preguntó, en voz alta, un talquino cuando enfrentado a la disyuntiva de pagar más de 45 mil pesos, la entrada más barata, por escuchar al excelente cantautor Silvio Rodríguez, prefirió marcharse desilusionado del teatro Municipal de Talca. Pocas horas después, pese a que todas las localidades estaban vendidas, el cantante cubano suspendió el concierto sembrando la frustración entre sus miles de seguidores.

Los que no podían pagar, por lo caro, una entrada amenazaron con protestar en las afueras del hermoso teatro Municipal de la capital de la VII Región. Naturalmente para el cantante, representante muy visible del gobierno de Castro, eso era inaceptable con lo cual los “piducanos” se quedaron, sencillamente, sin pan ni pedazo.

Los abogados Rodrigo González y Eduardo del Campo demandaron a Rodríguez por incumplimiento de contrato y su productora Multimúsica.

Según explicaron los profesionales, de acogerse la querella, los responsables de la cancelación del evento se exponen a un millonario pago indemnizatorio.

El jueves el cantautor caribeño explicó en un comunicado, que las manifestaciones de inconformidad por el alto precio de las entradas, entre 42 mil y 60 mil pesos, lo llevaron a tomar esa decisión, aunque las 1.030 ubicaciones, que se vendían desde el 15 de enero, ya estaban agotadas.

Traigo a colación esta situación artística, económica y política, solamente por una relación de lo que representa la inconsecuencia entre lo que se dice y lo que se hace, más claro aún, entre lo que se es y lo que se aparenta ser.

Un cantante de calidad, que además hace proselitismo político, con esta actitud, cancelar un espectáculo vendido, muestra que no todo lo que brilla es oro. Podría haber dado su concierto a teatro lleno y llevarse su dinero, que nadie puede discutir se lo gana bien ganado y se lo merece. Si su imagen social no le permite que ella se vea enturbiada por las protestas de gente pobre, que le admira y que también quiere escucharle, la solución era muy sencilla dar un concierto masivo a un precio menor.

Rodríguez señaló que está dispuesto a pagar todos los daños económicos, que su insólita decisión ha provocado, aunque ahora debe enfrentar una querella judicial que llevará al cantante cubano, o a sus representantes, a los tribunales.

Nunca se sabe o se sabrá, cuánto gana Silvio Rodríguez por sus presentaciones, es algo personal, pero lo que muchos de sus seguidores talquinos van a recordar es, probablemente su inconsecuencia. El debía estar enterado de lo que la productora ha cobrado por sus conciertos, es la misma para todas las presentaciones en Chile. ¿Dará ahora instrucciones para que se bajen los precios?

Claro está que cuando el dinero está por medio, las ideologías no cuentan.

No se trata que cante gratis. Tampoco que los chilenos le digamos lo que vale una entrada a sus conciertos. Si tiene público dispuesto a pagar un elevado precio que importa, es una regla del mercado. Y dado su postura política, también legítima, que cante gratis para los que no pueden juntar el dinero.

En Talca, la entrada más cara costaba $60.000, barata para un artista de su categoría, si se toma en cuenta que la última vez que vino Luís Miguel a Chile, la más cara tenía un valor de $220.000.

Pero en definitiva es una cuestión de postura, como en la guitarra, suena distinto el gesto si es el cantautor cubano el que recibe rechiflas de gente que no tiene dinero para escucharlo. Si le pasara lo mismo a otro cantante, no tan identificado con la política como Rodríguez, que por lo demás se aloja en hoteles cinco estrellas y vuela en primera clase, la cosa no daría ni para tres líneas.

La actitud de cancelar un concierto, ya pagado, y dejar a sus admiradores y admiradoras frustrados, no tiene importancia cuando se trata de salvar las apariencias.

Una cosa es lo que se dice que se es, otra es lo que no siempre conocemos.

“Ojalá que la aurora no dé gritos que caigan en mi espalda.
Ojalá que tu nombre se le olvide a esa voz.
Ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado.
Ojalá que el deseo se vaya tras de ti,
a tu viejo gobierno de difuntos y flores.”