23.8.12

Hablemos en Serio

La última encuesta CEP dejó flotando en el ambiente más dudas que respuestas. Reveló, malo para la democracia, que la política y quienes orbitan en torno a ella, siguen en caída libre, perdiendo el favor ciudadano, cosa no menor cuando en poco más de un año el país habrá enfrentado tres elecciones.
La democracia moderna funciona cuando existe sintonía, equilibrio y respeto entre los poderes del estado, Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Quienes juzgan y otorgan los atributos antes mencionados son los ciudadanos, que hoy tienen más medios de expresión que el de manifestarse mediante el voto.
La ciudadanía aprendió a manifestarse directamente, sin intermediarios, pero los políticos apegados a viejos y añejos códigos de conducta e interpretación, aún no logran entender un fenómeno social que les evalúa con sentido crítico en aspectos, como su conducta ética y  moral y la consecuencia de sus actos en Municipios, parlamento, gobierno o poder judicial.
La posibilidad de expresarse más allá de una carta al director, más aún, cara a cara con quienes se dicen sus representantes, con razón o sin ella, se extendió a través de las redes sociales donde la posibilidad de comunicar ideas, anónimamente, crea una opinión pública, fenómeno importante de considerar, más valiente, directa y polémica.
El parlamento y los partidos políticos han perdido prestancia y consistencia. Las ideologías ya no pesan, nace una manera diferente de juzgar las necesidades y de participar en el reclamo por que sean satisfechas.
La ciudadanía ya no sigue a los políticos de viejo cuño, los juzga. Ya no son los políticos y sus partidos los que nos representan, somos la ciudadanía, sin mirar rango ni profesión, la que pide y exige. La política va detrás de los problemas que los ciudadanos de todas las edades levantan.
La última encuesta CEP demuestra que los caciques de antaño son piezas de museo y que, diputados y senadores mediáticos, caen en picada en su popularidad.
La Concertación tiene una candidata que cuenta con el favor expresado en las encuestas, pero el piso político que le ofrece la oposición es débil, con baja aceptación y altos niveles de rechazo.
Ha llegado el momento de dar paso a un conversación seria, que pasa por recobrar la confianza perdida, de una ciudadanía, que no tiene fe en la política de viejo estilo y anhela respuestas concretas a sus aspiraciones.