16.8.12

Cambalache

Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador... ¡Todo es igual! ¡Nada es mejor! Lo mismo un burro que un gran profesor. No hay aplazaos ni escalafón, los ignorantes nos han igualao. Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, Rey de Bastos, caradura o polizón.

Luego de condenar a un terrorista, víctima de su propia bomba, a vivir seis años en libertad vigilada y que un tribunal, que debe impartir justicia dice que intentar colocar una bomba no es un acto terrorista, estamos notificados…¡Todo es igual! ¡Nada es mejor!

Que recuerdos los de la década del sesenta cuando el hombre llegó a la luna y regresó a la tierra con algunas piedras de muestra. En Chile cada momento registramos alunizajes, no en nuestro satélite natural, pero si en algo más valioso, los cajeros automáticos que orbitan tiendas, supermercados y farmacias.

Ahora, inspirados probablemente en el “Curiosity” que nos traerá nuevas imágenes de Marte, nuestros inspirados delincuentes, descubrieron que pueden “amartizar” en murallas de casas para apropiarse de lo ajeno.

¿Quién tiene la culpa? los llamados “Jueces garantistas” o los que hacen leyes que no se cumplen o, simplemente, no se pueden cumplir.

¿No es terrorista el que porta una bomba si le estalla en las manos antes de colocarla? Según la justicia su intención no es provocar miedo o terror, es un pobre descuidado que no hizo bien su anarquista pega.

“Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor” La justicia interpreta la ley de acuerdo a cómo, pésimos legisladores, las redactaron y la pelota corre de vuelta entre tribunales y Congreso.

Esta semana, un grupo de diputados ingresó un proyecto que podríamos considerar “aclaratorio” y que busca señalar también como delitos terroristas, además de la colocación de bombas, su diseño, fabricación o transporte.

Como Pitronello portaba la bomba y por “menso” le reventó antes, que poca consideración con la justicia y las leyes, debería haber completado la faena y no dejar que le volara un brazo y algunos dedos de la mano y derechamente colocarla, como era su intención.

Pero en eso estamos, entre leyes y legisladores, un solo “cambalache” ¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!