12.11.11

Esperando a Michelle

“Ya tendría que estar aquí. No aseguro que viniera. ¿Y si no viene? Volveremos mañana. Y, después pasado mañana. Quizá. Y así sucesivamente. Es decir. Hasta que venga. Eres inhumano. Ya vinimos ayer.”
Dialogo de Vladimiro con Estragón. (De la obra de Samuel Beckett, “Esperando a Godot”).

En la Concertación se anuncian primarias, algunos levantan su propia candidatura, como el ex ministro Velasco, independiente políticamente y concertacionista por doctrina, mientras los restantes partidos proclaman el legítimo derecho a sus propios candidatos.
Pese a todas las declaraciones y al diseño cómo serán las primarias presidenciales, siguen esperando a Michelle, una “hada madrina” de la política que, con su varita mágica, puede resucitar a una Concertación ya fenecida.
Todos miran hacia Naciones Unidas, esperando el momento milagroso en que Michelle Bachelet anuncie su retorno a Santiago, y la esperan, como en la obra de teatro de Beckett, Vladimiro y Estragón esperaban a Godot, no teniendo muy claro para qué lo hacían.
Hay algunos aspectos que considerar, la manera en que han plantado cara, como oposición ha sido equivocada. Las encuestas señalan unánimemente que tienen menos apoyo que quienes gobiernan, que tampoco lo están pasando bien.
Ninguno de los dos sectores, oficialismo y oposición, han encontrado la fórmula adecuada para interpretar a la ciudadanía. Siguen en los esquemas políticos del pasado y en estrategias de enfrentamiento que una sociedad, más participante e informada, requiere.
La Concertación cree que una persona puede devolverles el poder a un esquema político, que hizo modernizaciones innegables en sus 20 años de gobierno, pero la costumbre de intercambiar la banda presidencial, en cuatro oportunidades, les hizo perder fuerzas y también ideas. La corrupción entró de lleno con una serie de escándalos que conmovieron a la sociedad.
Esperando a Michelle para recuperar el poder es un profundo error. Lo que hace ganar las elecciones son las ideas y un liderazgo en torno a las mismas. Mediten, si Michelle Bachelet deja el gobierno con los más altos niveles de popularidad y cariño de la gente, diría yo, en la historia política chilena y sin embargo no puede traspasar el poder a su propia coalición, ¿podría ahora recuperar el poder solo por el carisma de su persona?
En el conflicto educacional los temas que se pusieron sobre la mesa, en mucho, son los mismos, con mayores argumentaciones, de la revolución “pingüina”.
Los chilenos tenemos mala memoria, pero es imposible olvidar la foto de la presidenta alzando sus brazos, con las manos tomadas del oficialismo , y la oposición, la misma que hoy gobierna.
Piñera ha tenido un gobierno con mala suerte. Se recibe de un país que tiene un 30% de su territorio destrozado, con un problema educacional que 20 años de concertación no solucionó.
Marchas y violencia en la calles nos hacen perder la perspectiva de otras cosas, que si se han hecho, donde en el pasado no existió voluntad para materializarlas.
Veamos, en el tema universitario se están destinando mayores recursos. Se está corrigiendo los altos intereses y endeudamiento que provoca el 6% la tasa de los préstamos, sistema implementado en el Gobierno del socialista Ricardo Lagos. Hoy Piñera la disminuye a un tercio. Más de 600 mil chilenos han vuelto a tener trabajo. Amplios sectores de jubilados no se les descuenta del 7% de aporte a la salud. Las listas de espera del AUGE. en la mayoría de las patologías. están llegando a cero. Ese programa prometió solucionar los temas de salud en cinco semanas, en muchos casos las demoras llegaron hasta dos años. Las madres pueden estar más tiempo con sus hijos recién nacidos con el aumento del post natal.
Pocos se acuerdan, ahora, del “jarrón de la Corfo”. Los mil millones de dólares que perdió la Enap, los cientos de millones de dólares que cuesta el Transantiago, los despilfarros de Ferrocarriles o de Cenabast, los sobresueldos, sin pago de impuestos, los escándalos en el Mop y la triangulación con una universidad del Estado etc.
Esperar a Michelle, como una figura milagrosa, revela que más interesa recuperar el poder que servir a la ciudadanía.
Vladimir y Estragón nunca supieron quién era el “Godot” que esperaban.
Terminan diciendo: “El no vendrá. ¡Qué!, ¿nos vamos? Sí, vámonos.