4.11.11

El laberinto

La educación es un laberinto, nadie encuentra la salida.
Algunos creen que tendremos mejores estudiantes y excelentes profesionales inyectando recursos. Otros piensan que hay que cambiar los métodos de trabajo, eliminar universidades.
Las recetas para salir del laberinto son muchas sin embargo, hasta el momento, nadie encuentra la salida.

El tema educacional ha mantenido convulsionado, con un calendario de protestas que se renueva mes a mes, a todo el país. Ha sido un movimiento que se inició con una muy buena organización, con argumentos potentes y con un apoyo ciudadano mayoritario.
Por meses la discusión fue en aumento, captando mayores simpatías. Los políticos, en un principio desconcertados, oficialismo y oposición para que no me interpreten mal, trataron de subirse al carro de los estudiantes. Las críticas fueron terribles, las caras largas en el parlamento y en las sedes políticas abundaron. Los estudiantes sencillamente los rechazaron, pero cometieron un error, pedir que el tema no se tratara en el congreso y que se llamara a un plebiscito vinculante, materia no contemplada en la constitución política.
Alguien les hizo pisar el palito que, con razón o sin ella, descalificaran la función política, aunque no se puede desmentir que en este movimiento hay una clara injerencia del P.C. es definitivo que faltó habilidad y conocer, además de respetar, ciertos códigos donde lo único que puede unir a oposición y oficialismo es atacando sus fueros.
Hoy el tema está en el Congreso y la verdad, los estudiantes están acudiendo a los políticos para salir con cierto grado de dignidad de un movimiento, bien manejado en un principio, que sin embargo se está desmantelando solo. Persistir en la no asistencia a clases comienza a cansar a los que creen que estudiar es un capítulo importante en su vida. Dar señales de descontento y de poner un tema fuertemente en la mesa de la discusión ya es una tarea cumplida, pero perder un año completo, eso no se acepta.
En toda carrera universitaria hay un promedio, que no siempre es mayoritario de aquellos que ingresan y que la terminan, menos del 50%. Ese menos, que quiere salir con un título universitario, es el que hoy pide con mucha fuerza volver a clases.
¿Pierden los estudiantes si retornan a las aulas universitarias? A mi juicio ya ganaron, no necesitan seguir con ese tipo de presiones. El tema ya está instalado, hay 4 millones de dólares extras puestos sobre la mesa, eso no se negocia con bombas molotov o tomas de colegios, menos con marchas que dejan una señal de destrucción por donde pasan. Hay que sentarse a trabajar con la mente, no con gritos en las gargantas o piedras en la mochila, se tienen que tener ideas claras, argumentos y propuestas.
Las sillas de las salas de clases en las rejas de los liceos, el robo de computadores, la destrucción interior de los colegios son los argumentos de los que no quieren dar ideas constructivas, o sencillamente no las tienen. Los dirigentes principales fueron a Europa creyendo que Chile era el único país con crisis en la educación, en Francia se dieron cuenta que este es un problema globalizado.
Los jóvenes son parte del problema porque se enfrentan a un mundo, en exceso consumista, que tiene que adaptarse a realidades que no se radican en los límites de una nación. Para encontrar el camino de salida se debe entender que es un trabajo de muchas voluntades, padres y apoderados, gobierno, parlamento y políticos en general.
Se contamina un movimiento cuando los dirigentes reciben ofrecimientos, lo que aún no tienen militancia, para que firmen por un partido, algunos en la exageración ya se autonombran como futuros parlamentarios.
Las consignas, los gritos, los insultos, las protestas en las tribunas de la cámara o del senado, la violencia en general, es la antítesis, de los argumentos bien razonados.
Es el momento de ponerse a trabajar, no solo en el tema de financiamiento y costo de educar a nuestros futuros técnicos y profesionales, es el momento de pensar en serio cuál es el modelo de educación que Chile necesita. Quiénes requieren de una oportunidad para educarse que no dependa de cuánto dinero se tiene en el bolsillo, donde se valore su capacidad y deseos probados de surgir.
Estamos en un laberinto buscando la salida, pero ni Jackson es Teseo, ni Camila, Ariadna.