13.3.10

La bandera rasgada

En momentos difíciles para un país los símbolos son relevantes.
Un artesano rescatando de las ruinas del terremoto una bandera chilena, embarrada y desgarrada en el centro, conmovió a la Patria.
Pese a todo, simbolizaba que el país puede levantarse, sin que nadie se reste, y flamear orgullosa en el menor tiempo posible.


Chile y el nuevo gobierno, y quienes habitamos en esta tierra tenemos el compromiso de colaborar, cada cual en lo suyo, para que las heridas se restañen, que cada casa destruida se levante, las escuelas, colegios y liceos llenen sus aulas, y la vida de la Nación retorne a la normalidad.
Luego de las primeras cruciales 48 horas, donde fallaron muchas cosas, donde las decisiones tardaron más de lo que era justo para quienes fueron víctimas del terremoto, del pasmo y la demora en tomar las acciones correctas, la autoridad de ese momento se puso manos a la obra y paulatinamente las cosas comenzaron a enrielarse por un cauce de mayor actividad.
Creo que ha terminado el tiempo de las recriminaciones, hay otro gobierno que deberá asumir la inmensa tarea de reconstruir nuestro país. Paralelamente, hay que revisar que cosas fallaron, en qué parte la legislación deberá ser más estricta y cuáles son los protocolos que deben operar automáticamente, no a criterio del gobierno de turno, sino que en base al concepto de buenas prácticas.
Ya aprendimos que en catástrofes de esta naturaleza, de las cuales periódicamente somos afectados, movilizar a las fuerzas armadas, desde el primer minuto, es un requisito importante.
Hemos aprendido que la ONEMI debe contar con recursos disponibles, distribuidos en todo el país, potenciando, especialmente a las municipalidades que controlan al detalle las comunidades repartidas hasta en los rincones más increíbles de nuestra geografía.
El terremoto y posterior maremoto, nos hicieron conocer el nombre de pueblos y caletas que no identificábamos antes, donde viven familias numerosas.
El desafío de reconstrucción será gigantesco y ha hecho cambiar las prioridades. El programa del gobierno entrante debe ser re articulado. No se puede retroceder en los inmensos aspectos de progreso de los gobiernos anteriores, que no se pueden desconocer, a partir de allí recuperar lo perdido y, en la medida de lo posible, seguir progresando.
Los daños recibidos solo son comparables a los dos grandes sismos de 1960, pero nos encuentran en una mejor posición económica, hay más tecnología, y profesionales de alto nivel, muchos de los cuales quedaron representados en el gabinete del Presidente Piñera.
Hoy es el momento, la oportunidad, de mejorar el enfoque gubernamental frente a estos golpes de la naturaleza. Nuestra preparación debe ser más acuciosa y responsable. La clase política puede recuperar el prestigio perdido, en tantos años de sectarismo y divisiones, demostrando que cuando la Patria debe levantarse de las ruinas, todos aportan con sus mejores iniciativas. El gobierno entrante debe tener inteligencia y prudencia para manejar acuerdos razonables que permitan, a todos los actores políticos, aportar con sus iniciativas en un dialogo permanente de buena voluntad.
Es de esperar que, por los menos en los próximos tres años, solo pensemos en la inmensa tarea que hay por delante, sin empezar a buscar ya, futuros candidatos presidenciales. Será el tiempo del despacho de leyes bien pensadas, mejoradas y revisadas, pero un tiempo breve. Los que han perdido un techo bajo el cual cobijarse, los que tienen un empleo precario, los que necesitan una salud de calidad, eficiente y oportuna, los que buscan la mejor educación posible, no pueden esperar.
En tanto en nuestra Región tenemos nuevo Intendente. Como lo escribimos en un artículo anterior – Ganó Frei – en su momento fuimos dirigidos por tres Intendentes de gran calidad humana, técnica y política y la Región progresó notablemente. Estamos seguros que Sergio Gahona, hombre joven, creativo y motor de muchas iniciativas en el campo educacional, estará a la altura de quienes, antes, gobernaron nuestra IV Región.
La bandera que simboliza la Patria está sucia y rasgada, herida, pero en el simbolismo de la foto, que todos hemos visto, está el chileno, levantándola a lo alto, mostrándola al mundo y, junto a él, los propios ciudadanos, que nuevamente la izaremos, para que sea acariciada por los vientos del progreso, la amistad cívica, y la grandeza política de un Chile que renacerá, sin que nadie falte a este compromiso y esfuerzo.