11.11.09

La búsqueda del tesoro

Todo niño, en sus juegos, soñaba con descubrir en algún lugar desconocido el tesoro escondido de algún pirata. Un cofre inmenso del cual hacerse gratuitamente, quitado a otros, y disfrutarlo como propio. Para los niños un sueño, para la clase política una realidad. El tesoro público.
No quiero ser exagerado en esta apreciación, pero la lucha desatada por ganar el poder es comparable a un grupo de personas interesadas en hacerse del gobierno y, más que favorecer a la ciudadanía, instalar en cargos de privilegio a sus más destacados operadores políticos, amigos y familiares.
La lección que dejan, las últimas décadas, hace que el votante desconfíe.
Candidatos que, colgados de los programas de empleo, utilizaron a gente humilde para sus propios fines electorales. Ministros que recibieron sobre sueldos, sin pagar impuestos como lo hacen todos los chilenos. Otro que recibió de regalo un costoso caballo de un empresario, favorecido con contratos del ministerio que representaba, son algunos ejemplos.
Altos cargos que luego de servir al Estado migran a la empresa privada, con jugosos sueldos, pero que se mueven en el entorno regulado por algún ministerio o servicio público donde sirvieron, lo que permite el uso personal de una red de contactos.
Funcionarios públicos que ven peligrar sus cargos, única y exclusivamente, por denunciar actos de corrupción de personajes importantes. Pese a que lo hacen en conformidad a una ley, esa ley resulta letra muerta, como ocurre en el Consejo Nacional de la Cultura, donde nada se hace cuando se exonera a quienes han denunciado, con valentía, a los que se han aprovechado de recursos puestos bajo su administración, para fines personales.
La puerta giratoria de la justicia, que tanta polémica ha causado, entre el candidato del Gobierno y los altos magistrados de la Corte Suprema, tiene replica en la puerta giratoria de funcionarios que entran y salen del gobierno. ¿Caras nuevas?¿nadie se repite el plato? ¡Pamplinas!
Cuando se termina la pega que da el gobierno de turno, de inmediato a buscar otra en la “demonizada” empresas privada, a la que se acusa de todos los males y se amenaza con mayores impuestos.
En un país de tan poca población como el nuestro, la empresa privada que genera más del 80% del empleo, son la Pymes, las mismas que los actuales candidatos al parlamento prometen ayudar en todos sus discursos.
Este tesoro al que tantos aspiran encontrar todos los sectores políticos pasa, además, por otras decisiones que se hacen utilizando el dinero de todos. Se inaugurará un museo de la memoria. Parece justo, pero resulta que solo representa una parte de la memoria de Chile, con una parte de la historia que, naturalmente, no quisiéramos repetir.
Da la impresión que la memoria de los chilenos empieza el 11 de Septiembre de 1973. ¿Y qué pasó antes? ¿Donde está la memoria de las marchas amenazantes de los militantes extremistas? ¿Dónde está la memoria de los muertos en atentados y bombazos antes de 1973? ¿Dónde está la memoria a los mineros del cobre, de El Teniente cuando, marchando hacia Santiago con sus familias, sufrieron una fuerte represión en el puente que cruza el río Maipo?
¿Donde está la memoria, en ese museo construido con el dinero de todos, de las tomas ilegales de edificios de departamentos, que se construyeron para gente de clase media, que había ahorrado, y eran arrebatados por otros que solo querían que les fueran regalados?
¿Dónde está en la memoria de los bloques de pescado congelado, que capturaban las flotas rusas porque las nuestras habían sido intervenidas y esquilmadas?
¿Porqué, no colocan algunas latas de “chancho chino”, o el pan negro del cual solo podíamos comprar medio kilo?
La memoria colectiva es un todo, no algo parcial. Tanto antes como después del 11 de septiembre. hay acciones que debemos recordar y errores que no se deben repetir, incluidos las graves violaciones a los derechos humanos.
No es bueno que la historia de Chile de esos períodos se escriba parcialmente.
Quienes la narran, según les conviene, fueron aquellos que callaron ante un muro en Berlín, y ante los crímenes de las policías secretas de la RDA, o de la URSS.