12.6.09

Los fenómenos de la política.

Para muchos la candidatura de Marco Enríquez Ominami es todo un fenómeno político. Para otros solo un entusiasmo electoral pasajero. ¿Quién tendrá la razón? Las encuestas, en su mayoría telefónicas, le empinan a las alturas del Olimpo político. Lo uno o lo otro, pero tiene de cabezas a la Alianza y la Concertación.

El viernes pasado Marco Enríquez Ominami, “con serenidad y tristeza”, hizo efectiva su renuncia al Partido Socialista ante el SERVEL. Cerró, de esa manera, un capítulo de una ascendente carrera política que a sus 36 años, cumplidos ese mismo día, le colocan en una posición expectante en el firmamento de figuras emergentes.

Mucha gente está firmando para que presente su candidatura presidencial como independiente. Nuestra democracia, tan cacareada, sigue siendo cerrada y exclusiva como lo ha sido siempre.

Sufre la tiranía de los partidos políticos y es presa de las decisiones copulares. Nadie se salva. Basta ver como se pelea la gente de un mismo signo por ser candidato y podemos darnos cuenta que, al final, pese a las votaciones nos gobierna una minoría de militantes partidarios. Como decía un viejo amigo mío ya fallecido; No somos nada.

Me atrae el desafío que plantea Enríquez Ominami. Algunos le llaman mediático, otros oportunista y algunos hasta desleal. Yo creo que es consecuente y valiente. Se planta desafiante en la arena electoral y deja con un palmo de narices a una Concertación que se siente y se sabe desgastada.

En la Alianza por el Cambio hace rato entendieron que esta nueva senda que abrió el ex diputado socialista, interpreta a una importante mayoría ciudadana, por ello los esfuerzos de los seguidores de Piñera por salirse del esquema tradicional de la Alianza, bipartidista, incorporando otros movimientos que permitan más expresiones ideológicas.

De alguna manera, el rápido crecimiento experimentado por el nuevo candidato es una señal de alerta que “la gente” quiere, desea y exige, caras nuevas, ideas del siglo XXI. Nuevas formas de enfrentar el proceso democrático. Nitidez en las acciones, menos flojera y más acción. Más propuestas que sean inéditas.

Enríquez Ominami llama a que se privatice un 5% de Codelco. Dice, especialmente orientado a las AFP, donde está representada la mayoría de los chilenos en sus ahorros previsionales.

La Inquisición partidaria rasga vestiduras. Lanza cenizas en señal de duelo sobre sus cabezas. Sacrilegio, gritan desde los partidos y el parlamento. Les duele que el diputado les diga en su cara que esa empresa estatal la tiene secuestrada un partido político oficialista.

Ni siquiera se discute la propuesta que representa que el 95% sigue en manos del Estado.
En política hay muchas cosas que cambiar y el desafío de las candidaturas es señalar cuáles son esos aspectos. Hasta el momento, en boca de la pléyade de postulantes a la Moneda, se escuchan denuestos, anatemas y befas. Son pocas las propuestas concretas. Se promete a destajo sin saber si se cumplirán posteriormente los ofertones.

En cada visita se accede a lo que se pide. Se promete lo que no se tiene y se anuncia lo que no se sabe. Es la tradicional carrera por recoger votos, de donde sea, como sea.

Muchos chilenos ayudaremos a que Marco Enríquez Ominami se inscriba. A lo mejor no votaremos por el, pero existe simpatía por sus propuestas y especialmente presiento que muchos chilenos buscan, en la figura presidencial que encarna, vengarse de aquellos políticos excluyentes, caducos, aprovechadores del poder. Busca vengarse de parlamentarios que no hacen su pega, de funcionarios nombrados a dedo que han terminado llevándose el Santo y la limosna.

Flota en el aire la necesidad de romper los esquemas y códigos de una clase política desgastada, sin propuestas acordes con el siglo XXI.

Bastaría tomar como ejemplo el camino marcado por la actual presidenta con un nivel de popularidad transversal nunca antes conocido. Pese a los errores de su gobierno, uno no forzado, como el Transantiago, ha puesto todas sus energías en hacer reformas sociales de fondo y efectivas. Ha enfrentado la crisis internacional con serenidad y medidas adecuadas a la situación. Eso se agradece.

Si el sistema democrático permitiera la reelección no cabe duda que la Presidenta Bachelet sería reelecta.

Por ello que se siente que la mayoría de los chilenos desea, caras nuevas. Propuestas que representen a un Chile que, evidentemente, ha progresado en estas últimas décadas. Que no es el mismo de los 70 y que la ideas estatístas de esa época ya no están en el discurso de nadie.