9.4.09

¿Candidatura testimonial?

Si los que creyeron que la candidatura de José Antonio Gómez era testimonial y que las primarias reflejaban lo que piensa el país, se han equivocado en toda la línea, ahora, junto con rehacer sus pasos, deben responsabilizarse de los errores cometidos.

No suena bien el discurso de Eduardo Frei que su candidatura nació en la calle y que ha sido elegido en primarias. La única candidatura de las últimas décadas que se generó espontáneamente, desde la base ciudadana, ha sido la de Michelle Bachelet, a la cual adhirieron primero el PPD y posteriormente el Partido Socialista. A poco de iniciadas las primarias abandonó Soledad Alvear.
Lo de Frei tiene el mérito de ser un trabajo de ingeniería política extraordinario, alentado por un equipo que sabía muy bien lo que tenía que hacer, con paciencia, humildad y gran perseverancia.
Paso a paso se fueron derrumbando postulantes de gran peso político como Ricardo Lagos y José Miguel Insulza. Todo tiene, sin embargo, su precio. La Concertación, que el domingo pasado a levantado la candidatura Frei está herida, y con profundas divisiones. Su gran activo, la capacidad de recomponer sus relaciones cada vez que se producían fuertes entreveros, ahora no está presente como antes, lo que se ha comprobado en el anecdótico intercambio de “críticas políticas” de Escalona y Gómez.
Las primarias que fueron una suerte de sinopsis de las celebradas en el pasado, otro activo de la concertación, han mostrado a un candidato más confrontacional, desafiante y duro. “Hagan primarias y entonces conversamos”, “si ellos no vienen es su problema”. No ha pasado desapercibido que Frei se subió, el domingo pasado, al escenario antes que se entregara según lo comprometido los resultados definitivos y eso no gustó a los radicales.
Los resultados mostraron que la Candidatura de Gómez había que tomarla en serio pero que, las primarias de la VI y VII regiones, se hicieron a la medida de uno de los participantes y en ello el radicalismo se ha sentido pasado a llevar.
Lo que se critica a la oposición es el mismo pecado de sus adversarios, designar candidato entre cuatro paredes. Se quiso bajar al senador Gómez con toda suerte de presiones. Los radicales resistieron todos los embates y pudieron mostrar su discurso y de paso dejar la sensación que, si se hacen primarias como deben ser, no en solo dos regiones, las cosas podrían haber adquirido un tinte diferente.
Definitivamente la política chilena tiene dos almas, una la del auténtico deseo de servir al país y la otra, la más fuerte, es la ambición desmedida por el poder, por ello más del 50 % de la ciudadanía prefiere el camino de la independencia, factor que hace que ninguno de los principales pueda cantar victoria con un atisbo de seguridad.
La concertación que antes se presentaba unida y sólida a una elección presidencial, ha tenido un trabajo de parto muy difícil. Entre gritos y garabatos de la parturienta, electoralmente me refiero, nace la criatura, aunque otros hijos ilegítimos, no reconocidos, tres por lo menos, reclaman la herencia intestada.
En la oposición la situación no es muy feliz tampoco, hablar de las carencias, ineficiencias o actos deshonestos de algunos está tan gastado, como seguir achacando todos los desastres a la era Pinochet. Una alianza que teme abrir la puerta a nuevas ideas, es tan retrograda como un concertación a la que ya parece no le quedan ideas.
Una Alianza que cree que puede ganar una elección con los mismos de siempre no resulta convincente. Cuando Chile primero quiere entrar al ruedo con la oposición de la mano, se asustan y especialmente la UDI se escandaliza. Olvidan que el candidato que han levantado fue opositor a Pinochet y votó por el “No”.
Vivimos el siglo XXI donde los temas son absolutamente diferentes a los del año setenta. Somos parte de una época donde el ciudadano está más informado y la política debe ser dinámica, confiable y convincente.
“La gente” pide que se combata la delincuencia, se supere la crisis, no se pierdan los puestos de trabajo, se mejore la salud y se erradique la corrupción.
Los discursos de los candidatos suenan arcaicos y agresivos.
Se estigmatiza a Piñera porque le ha ido bien en la vida y ha sabido generar riqueza. No ha metido las manos a la caja fiscal, ni ha recibido sobre sueldos o administrado empresas estatales que lucen balances con millonarias pérdidas.
Nadie está interpretando correctamente lo que este país busca desesperadamente. Unidad, visión de presente y futuro, una política más madura.