8.11.08

Las lecciones de Obama


Hace mucho tiempo que una elección presidencial en Estados Unidos no concitaba una atención mundial tan intensa. Muchas cosas estaban en juego y por definirse, ¿podría un hombre negro, hijo de padre africano y de madre blanca conquistar la primera magistratura?
La respuesta una sola y contundente, si pudo. Una lección para un mundo encerrado en esquemas que se creían inamovibles.
Cuando Chile se enfrenta en poco tiempo a una elección presidencial y a la posibilidad cierta de alternancia en el poder, la elección del senador Barack Obama como presidente de los Estados Unidos, ofrece algunas enseñanzas que bien los políticos nacionales deberían estudiar en profundidad.
Nuestra política, por generaciones, ha sido rígida creyendo que todo se basa, exclusivamente, en grupos dominantes definidos como derecha, centro e izquierda, cuesta encontrar analistas que busquen explicaciones diferentes en la manera de pensar de nuestros ciudadanos. Esa definición tan esquemática ha ido alejando a la ciudadanía de la clase política y de la militancia activa en algún partido.
¿Cómo se explica que el oficialismo tenga más votos en concejales y menos en los Alcaldes?
¿Cómo se explica que un candidato como Ravinet, demócrata cristiano y oficialista, en Santiago sea derrotado por una joven figura de oposición como Zalaquett?
Cuando seguimos con el viejo sistema de vivir anclados en el pasado, recordando lo que ocurrió en el 70, buscando revanchas de ofensas que los nuevos electores no conocieron y menos les interesa, la vieja y retrograda clase política chilena vuelve a las antiguas prácticas. Bueno sería recoger las lecciones de la elección norteamericana. Para ello bastaría seguir la trayectoria de un candidato diferente, un rostro hasta hace 8 años desconocido.
El año 2000, Obama ni siquiera fue invitado a la convención demócrata, solo pudo verla en un café por la televisión.
Finalmente interviene el año 2004, invitado por el senador John Kerry (Demócrata de Massachusetts), candidato presidencial para ese año. Su discurso llama profundamente la atención, es diferente a todo lo que habían escuchado desde los tiempos de John Kennedy. No hay odio en sus palabras, tampoco revanchismo ni lloriqueos por el color de su piel, la discriminación por siglos a su gente, por el contrario les habla de los Estados Unidos, de aquellos esclavos negros que alrededor de sus fogatas entonaban cantos de libertad, junto a ciudadanos blancos y de otros orígenes y que, definitivamente, son parte de la nacionalidad de ese país.
Los demócratas de esa convención del 2004 se dieron cuenta que el leguaje era distinto, llamaba a la unidad, mostraba valores que son comunes, independientes al color de piel o ideas políticas. Palabras que hablaban de grandezas, de cambio, de sueños que se podían concretar, que sepultaban el pasado de odios y disensiones.
Ya en plena lucha por obtener la nominación de su partido, Barack Obama, la noche del Caucus de Iowa en Des Moines, IA, el 3 de enero de este año, pronuncia uno de sus discursos más inspirados, que bien pueden servir para que nuestros pre candidatos presidenciales que se esfuerzan en demostrar cuan diferentes somos unos de otros, nos hablen de un país más unido y concentren sus ideas en el presente, en el futuro y no nos sigan hundiendo en los odios del pasado.
Solo permítanme reproducir un párrafo de ese trascendental discurso ,como corolario de lo mucho que tenemos que entender como país si aspiramos a un destino diferente.
“Se dijo que este país estaba demasiado dividido; demasiado desilusionado para unirse algún día y luchar por un propósito común.
Pero en esta noche de enero, -en este momento decisivo de la historia- ustedes han hecho lo que los cínicos dijeron que no podríamos hacer. Ustedes lograron lo que los Estados Unidos pueden hacer en este nuevo año 2008. En las colas que daban la vuelta a las escuelas y a las iglesias, en pequeños pueblos y en grandes ciudades, se congregaron ustedes como demócratas, republicanos e independientes para ponerse de pie y afirmar que somos una nación; somos un pueblo; y nuestro tiempo para el cambio ha llegado”
Con esa simple promesa de unidad y esperanza conquistó la presidencia de la nación más poderosa del mundo. ¿Tendremos algún candidato que nos hable ese lenguaje?