18.7.08

Con la música a otra parte


Esta es una historia triste. La estudiante del jarrón de agua, es nieta de un ex preso durante el gobierno militar. Su madre es activista de los derechos humanos, lo que obviamente no la desmerece, pero de alguna manera, María Música ha sido depositaria de rencores que permanecen vivos en las generaciones pasadas y que se transmiten a quienes no vivieron los momentos ni las circunstancias de la década del 70.

La semana que termina quedó marcada por el contenido, agua, de un jarro lanzada al rostro de la Ministra de Educación Mónica Jiménez, por una estudiante de 14 años de nombre María Música Sepúlveda.

Desde la Presidenta de la República, el periodismo, la política, la farándula, los profesores y el ciudadano común y corriente, se involucraron en una polémica con defensores y detractores, de la actitud poco musical de María Música.

Lo ocurrido es reflejo, muy claro, de una sociedad que ha perdido la capacidad de dialogar con argumentos, encerrándose cada cual en sus propias verdades y mitos, cambiando la historia como mejor acomoda a sus respectivas ideologías, incluyendo el sacar desde la mesa de diálogo una jarra con agua.

¿Fue el gesto de María Música un acto irresponsable propio de su edad?, creo que no. Conozco muchos jóvenes que a esa edad estudian, practican deportes, reflexionan sobre los temas que les afectan y piensan en términos positivos. Ya construyen su propia carta de navegación de una vida futura, asumiendo la responsabilidad de perfeccionar su formación.

A María Música la han transformado, algunos, en una suerte de heroína, una juvenil Juana de Arco, que se atreve a lanzarle agua en la cara a una ministra de estado. Su argumento para hacerlo, sin embargo, ha sido equivocado, culpa a la autoridad educacional de lo que denomina represión policial cuando se ha protestado contra la LOCE, primero, y ahora contra la LGE. Esa no es decisión, no es tarea del Ministerio que dirige Mónica Jiménez, es del Ministerio del Interior. María Música olvida a los jóvenes encapuchados que destruyen los bienes públicos y privados, que aprovechan de robar en locales comerciales, o apedrean vitrinas y causan grandes pérdidas a modestos comerciantes.

Por su parte los dirigentes máximos del Colegio de profesores califican el acto ocurrido como bochornoso, en un doble discurso, que debió ser rectificado ante las protestas de muchos dirigentes del magisterio, pero igual justificaron lo ocurrido. Han sentado un precedente, cualquier día un alumno podrá arrojar agua, o una manzana, la tradicional fruta de cariño, a su profesora o profesor si no le gusta alguna actitud del maestro o discrepa de la manera de enseñar. Ya ocurre que el magisterio se ve sacudido por denuncias de agresiones de alumnos o de apoderados, dentro y fuera del aula.

¿Quién tiene la culpa, padres permisivos que no se preocupan de sus hijos, y que dejan toda la función educativa al establecimiento educacional, la clase política que se arremete públicamente en el propio Congreso de la República a golpes de puño, empujones, garabatos y descalificaciones?

María Música, se ha formado en una sociedad donde muchos valores, como el respeto al maestro, la disciplina, los conceptos fundamentales de una sociedad integradora y no excluyente, se pierden en el tráfago de las ambición por la conquista del poder, cueste lo que cueste. En una sociedad donde la política figura con frecuencia en las páginas policiales del periodismo nacional.

La jovencita de 14 años, seguramente, recibe el apoyo y las felicitaciones de gente adulta, incluida su propia familia, de dirigentes de un gremio que ya no tendrá la autoridad moral de reclamar cuando alguno de los suyos sea humillado o agredido por otras “Músicas” que pensaran que hay que imitarla en la sala de clases.

La autoridad, en este país, debe ser respetada por la investidura que la sociedad les ha entregado, en un ordenamiento democrático que se valida con el voto, pero dudo que eso se enseñe hoy y se reafirme en el hogar. Se puede discrepar, argumentar, dar razones documentadas. Para María Música su único argumento fue lanzar agua al rostro de una Ministra y culparla de reprimir a los estudiantes, cosa de la cual el ministerio no es responsable.

¿Es ella la única culpable? No, definitivamente no, hay más violencia en los foros políticos de la televisión y en los discursos del Senado o la Cámara. Hay más confusión de la clase política que elucubra pactos, con quienes son opositores, en una lucha, casi enfermiza por hacerse o mantenerse en el poder.

Con esos ejemplos, diarios, María Música ha hecho lo que aprende de sus mayores, en la calle y de aquellos que hoy aplauden su gesto. Más que una suerte de heroína, es una víctima.

Sencillamente, lo mejor, es irse con la Música a otra parte.