14.6.08

La lucha por el poder


Nunca, como cuando se aproximan elecciones, quedan más claras las inconsecuencias que genera la lucha por el poder. ¿Es auténtico espíritu de servicio público, a una masacre, donde no hay amigos o se comparten visiones similares? La lucha por el poder nos muestra el combate de egos, de pisotearse unos con otros, para subir más alto en la escala política.

Tenemos por delante dos años de elecciones, lamentable para un país que enfrenta muchos problemas, en lo social y político, y que pese a sus avances notables en variadas áreas debe sustentar, aún, focos de desigualdad social, que serán aprovechados para prometer soluciones que nunca se aplicarán y que sirven la costumbre de conseguir votos.

Nuestras puertas serán golpeadas por lo nudillos de personas cuyas caras ya hemos visto en oportunidades anteriores. Serán aquellos que hacen de la política, autodenominada “servicio público”, una profesión con sus mismos y viejos códigos que por décadas han profitado de la buena fe ciudadana.

Hay buenos políticos pero no siempre son destacados por el periodismo, son aquellos que generan leyes inteligentes, que gestionan proyectos de bien común, sin otro norte que contribuir al crecimiento económico y social del país. Lamentablemente en ese grupo están los menos.

Chile necesita con urgencia una renovación de nombres y de ideas. La ciudadanía no merece presenciar la lucha encarnizada por el poder, donde siempre son los mismos. La clase política no acusa recibo del mensaje que revela la cantidad enorme de “descolgados”, cansados de esperar una oportunidad para demostrar sus capacidades en un cargo de elección popular. Listas paralelas en una misma coalición y falta de acuerdo en las nominaciones donde prima la palabra final de las directivas centralistas que, a dedo, ajustan las propuestas que se hacen desde regiones, son un todo que desalienta.

No me gusta la actitud de un Contralor General de la República, seguramente deberá echar pie a atrás, que anuncia que no se publicaran las investigaciones de malas prácticas en Municipalidades, con la fútil excusa que podrían ser utilizadas, políticamente, en las próximas elecciones, absurdo, cuando precisamente el conocimiento de lo que se hace mal es una fuerte orientación para el elector al momento de decidir.

Más relevante resulta este tipo de decisiones cuando se descubre que no solo se actúa irresponsablemente, en Municipios controlados por el oficialismo, ocurre lo mismo en la oposición.

No me gusta, pienso que a quienes leen esta columna les ocurre lo mismo, cuando el gobierno anuncia que el estadio nacional es para el deporte, cosa que muchos aplaudimos, y en 24 horas se desdice para que la cancha sirva al espectáculo de una diva extranjera. Ya podremos observar, en las tribunas, a muchos políticos faranduleros prestos para escuchar a una cantante, pero no tan prestos para generar recursos que ayuden a deportistas de elite.

La lucha por el poder endurece el lenguaje, con descalificaciones y términos hirientes, de los unos y de los otros, agitando un clima hostil donde lo que interesa es impresionar al ciudadano.

Creo que ha llegado el momento de privilegiar a las nuevas generaciones, las que no fueron parte de las violentas décadas de los setenta y ochenta. Aquellas mujeres y aquellos hombres que miran al país como un todo, no en blanco y negro o lo dividen entre los buenos y los malos.

Ojala que las caras que veamos, en el “puerta a puerta”, sean diferentes, las palabras suenen auténticas, sinceras e innovadoras, no impersonales.

Que la lucha por el poder no sea una pelea de ambiciones, donde lo que se busca es ganar, ser el primero, posicionarse mejor para futuras elecciones, y en esta, la municipal, se tenga presente a la mujer y al hombre de Chile, más que al partido político. Que se pongan la camiseta del jubilado, al que ya le mintieron cuando se le prometió eliminar el 7% de salud que aún paga. Que se piense que no se puede transformar un impuesto transitorio en permanente, como es el caso de los combustibles.

Solo así creeremos que se sirve al país y lo que tenemos por delante es una elección, no una lucha.