17.4.08

No hay llamas en el infierno.


Nunca una acusación constitucional había estado rodeada de una imagen seráfica, en medio de templos y conventos, de allí que me preocupara hacia que lugar serían derivados los acusadores y redactores del libelo, que terminó condenando al ostracismo político a la profesora, a mucha honra por su puesto, Yasna Provoste.

En mi investigación me encontré con una declaración de Monseñor Gianfranco Ravasi, Presidente del Pontificio Consejo de la Cultura del Vaticano, (“El Día” 9 Abril, Pág.4), donde taxativamente se señala, “naturalmente el Infierno no es el sitio de las llamas que queman, imagen utilizada para representar el lugar de la condenación...” La clase política puede respirar tranquila de hoy en adelante.

Como me cuento entre la mayoría, ¿o minoría?, de los que consideraban que la acusación constitucional no correspondía en el caso de la ex Ministra, me sentí a salvo de todo tipo de condenación.

Aclarada esta parte teológica del tema me parece que, lo que el país ha presenciado en los últimos sesenta días, ha sido una pérdida de tiempo. Con menos palabras y escándalos se podía notificar el término de la impunidad, la misma que de alguna manera rodeó la aceptación de la renuncia del ex Seremy de educación, de la Región Metropolitana, Alejandro Traverso.

Solo un capítulo, de la acusación, precipitó la caída de Yasna Provoste, el primero. Los cuatro restantes, incluyendo aquel que la responsabiliza de no destituir a Traverso, fueron rechazados, este último por amplia mayoría. Coincido que la Ministra no era responsable ya que la decisión se tomó al más alto nivel, en La Moneda.

En la materia anteriormente señalada, se produce el caso curioso que se privilegia no destituir al amigo, ineficiente, con ocho años en el cargo, con cuentas no conciliadas desde el 2004, y se perjudica a una Ministra, con una brillante carrera política por delante.

Traverso puede estar tranquilo, no hay llamas en el infierno, tanto solo un lugar gélido, “porque es la ausencia de amor, el terror”, como dice Monseñor Ravasi. La señora Yasna Provoste ve suprimidas sus legítimas expectativas de acceder al senado de la República, en una porfía que finalmente no valía la pena.

Que distinta la actitud de palacio ante el montaje de Curepto, allí no solamente se destituyó a la autoridad de salud involucrada, también se hizo lo mismo con el Intendente, quien debió asumir la responsabilidad política del desaguisado. ¿Porqué con Traverso no?

El vocero de Gobierno dijo sentenciosamente “A la presidenta no se le miente”, faltó agregar también, “a la ciudadanía tampoco”.

Sin embargo, reiterando mi oposición a la acusación constitucional, parece impropio cargar la culpa de la destitución ministerial a la Alianza, el oficialismo debe preguntarse, recriminarse y arrepentirse, de los motivos que han llevado a la Concertación a perder su mayoría parlamentaria en ambas cámaras.

El mal manejo que han hecho de sus conflictos internos, la impunidad de muchos actos de corrupción, la protección política a quienes claramente han hecho mal el trabajo, como el caso Traverso, han minado lentamente a un conglomerado de partidos que se acostumbró al gobierno, profitando, algunos de sus militantes, de cargos públicos en los cuales han ido rotando indefinidamente. Aquello de que “nadie se repite el plato” fue una frase que el viento de la demagogia se llevó

Los dineros cobrados por trabajos no ejecutados. Los arreglines para adjudicar contratos. Los puentes, como Loncomilla, que se caen por inadecuadas fiscalizaciones. Los millones de dólares que el Estado a tenido que pagar en multas por demoras en el cumplimiento de contratos con empresas que han licitado concesiones. El aprovechamiento que, del desorden en el control de Subvenciones, han hecho prestadores privados en el sector educacional, entre otros muchos errores, han llevado a desertar a parlamentarios que no quieren ser parte de un sistema, casi institucionalizado, de administrar la cosa pública.

No solo son independientes los que hoy actúan en el Congreso, son también los díscolos, que manteniéndose en el sistema partidario, no vacilan en levantar sus propias agendas.

Reitero lo escrito en un anterior artículo, en las próximas elecciones, el número de independientes que postularan a cargos públicos aumentará dramáticamente, pese a todas las barreras que la clase política, oficialismo y oposición, ha construido, sistema nominal incluido, este último del cual todos hablan pero nadie tiene voluntad de eliminar.

De nada sirven las acusaciones constitucionales, los floridos discursos, cuando la verdad y la consecuencia, entre lo que se dice y se hace, está ausente.
¡Qué importa, no hay llamas en el infierno!