2.2.08

Lo que la política no resuelve


Querámoslo o no, la política y quienes han hecho de ella una profesión nos hacen comulgar con ruedas de carreta, casi siempre. Cosas que nos parecen grandes novedades, éxitos y logros, de gobernantes y legisladores, nos benefician y nos alegran, sin darnos cuenta que el dinero se saca de nuestros propios bolsillos.

La carga impositiva que sufren los chilenos, no solo el aporte de impuestos que todos los meses se restan a los ingresos, situación justa y natural en cualquier estado organizado, honesto y ordenado financieramente, se suma a los que pagamos diariamente en el consumo que hacemos solo por sobrevivir.

Alimentarnos representa un impuesto del 19 %. Encender la luz en la noche, lavarnos la cara y bañarnos todos los días, se lleva una fracción del gasto en impuesto, agregando a ello el peaje en las carreteras, el ornato y el aseo, la extracción de la basura. Cada acto de la sociedad civilizada, como curar la salud se paga y se grava con impuestos no solo el neto que representa el servicio requerido, también el impuesto que el fisco, representante de todos los ciudadanos, nos cobra para, según se dice y reconoce, servir a los que menos tienen, hacer obras de beneficio común que a su vez nos representarán nuevos y cada vez más abundantes impuestos.

Nada se dice, no hay mea culpa, salvo una que otra comisión investigadora, y algún funcionario de menor rango que pasa algunos días en “Capuchinos” recibiendo, de paso, la solidaridad de amigos, compañeros, camaradas y correligionarios que les van a expresar su apoyo.

El 19% del IVA, es una deuda pendiente. Cuando se aprobó el alza el 2003, la clase política y los gobernantes de turno, se comprometieron a rebajarlo a un 18% a partir de enero del año 2007. Antes ya habían hecho similar promesa cuando lo subieron a un 18%. Como siempre nos engañaron. Creo que pocos chilenos se acordaron de esas promesas, una de tantas que nos afectan directamente, incumplida. Mantener el IVA en 19% fue un “amarre” a la reforma provisional. Los Gobernantes y legisladores se ufanan de esta reforma que beneficiará a miles de chilenos, los mismos que tendrán que pagar por recibir tan importante ayuda.

Si tan solo no se botara la plata como en el transantiago, entre 40 y 45 millones de dólares mensuales, si se cuidaran los recursos de CORFO y no se robarán, ante la vista y paciencia de sus administradores, el costoso jarrón de miles de millones de pesos. Si cuidáramos los recursos perdidos en Chiledeportes, los tributos despilfarrados en las facturas falsas, en el dinero orientado a generar empleos y que sirvieron para pagar activistas políticos, o en los 1.100 millones de dólares del tren al sur, inaugurado con pompa y circunstancia, y que solo obtuvo las “pompas” de su propio funeral , seríamos felices, porque algunos impuestos, solo por el concepto de una sana administración serían rebajados y las promesas que la clase política hizo al país, especialmente en el caso del IVA, serían honradas con su cumplimiento.

En definitiva los gobernantes de turno se ufanan de una serie de “avances”, progresos y reformas, no se pueden desconocer, pero, finalmente, las pagan los mismos beneficiados, hasta los más pobres. Cuando compran “los más necesitados”, pan o leche y algún huesito para el caldo, o una medicina para su enfermedad, deben pagar un 19%. Si necesitan parafina para cocinar los alimentos, hay más chilenos pobres de lo que se cree que utilizan ese combustible, pagan un impuesto específico que encarece aún más el precio de un derivado del petróleo, que ya tiene un alto valor internacional. Así los necesitados siguen más necesitados.

Pagamos impuestos por timbres y estampillas, impuestos cuando las utilidades se reinvierten, por exportar vinos y alcoholes, y el ya tantas veces reclamado impuesto especifico a los combustibles.

Cuando se acercan las elecciones y se presiente que los votantes van a pasar factura por tanto desaguisado, los políticos se ponen ocurrentes y creativos. Desde el gobierno y la oposición se comienza a hablar de la rebaja de los impuestos y proponer serias ideas para que ellos se materialice.

No hay que preocuparse, aunque los ingresos por el mayor precio del cobre sean cada vez mayores, ya se buscarán maneras de compensar los menores ingresos del estado. Para eso están los ciudadanos que, para vivir, comer, educarse, leer libros, tienen que pagar un impuesto como el Iva. Si agregamos los impuestos a los combustibles, que se calculan sobre la base del precio internacional, en continua alza uno tiene derecho a preguntarse.

El presupuesto fiscal 2008 alcanzará a US$ 40.236 millones. Los diferentes ministerios recibirán US$ 29.000 millones. ¿Quién paga el progreso del país? ¿A quien pertenece el mérito y el sacrificio?