15.9.07

¿Delincuencia, lumpen o política?

Los sucesos del pasado 11 de septiembre han provocado una fuerte polémica en la sociedad chilena. Cada cual busca encontrar una explicación y, de verdad, da pena oír a los políticos, con las excepciones de siempre, hablar de frustraciones en la gente, desigualdades económicas, colusión con el narcotráfico, y complejas situaciones sociológicas.

En todas las opiniones escuchadas una verdaderamente razonable, creo que expresada por el mejor diputado de la Cámara, su presidente Patricio Walker, “ me molesta que haya agrupaciones que siguen explicando este tipo de delitos por cuestiones sociológicas".

"Algunos representantes del Frente Manuel Rodríguez explican esto por la desigualdad y los bajos ingresos. Eso no es aceptable". El diputado tiene toda la razón. Nuestro país crece, para algunos a ritmo muy lento, pero las exportaciones aumentan año con año, la cesantía disminuye y ahora solo el brote inflacionario nos preocupa. Tenemos tratados comerciales con las economías más desarrolladas del mundo.

Desde la propia coalición oficialista surgen opiniones tan increíbles como la del secretario general del PS, Marcelo Schilling, quien señala que es también relevante la desigualdad social al intentar explicarse los hechos de violencia, en especial frente a la constante "incitación a un consumo de alto estándar, principalmente a través de la TV, que se puede traducir en irritación".

Si el gobierno nos dice, todos los días que la pobreza ha disminuido y es uno de sus logros importantes, resulta insólito asegurar que los avisos de la TV impulsan a robar supermercados, destruir colegios y asesinar carabineros.

Aquí hay una alta responsabilidad de la clase política chilena, sin excepciones, ellos todos los días compiten con un lenguaje descalificador, con ironías, como la del propio Ministro Secretario General de Gobierno al hablar del “millonario Piñera”, como si ser exitoso fuera un estigma, un delito.

Ese tipo de lenguaje, las agresiones entre parlamentarios, la contienda entre comunistas y socialistas para demostrar quien es mas leal al ex presidente Allende, la siembra del odio constante por lo ocurrido hace más de 30 años sigue, por boca de esta elite parlamentaria y gobernante, dividiendo a los chilenos entre los unos y los otros.

Por eso si usted, lectora o lector, se compra con mucho esfuerzo un auto nuevo, es probable que a los pocos días se lo rayen con un clavo, o le roben la radio o le tiren una piedra. No importa si en su mejoría de vida usted ha trabajado de sol a sol, no faltara el político que siga hablando que es una desigualdad que a usted le vaya bien. Si hace una ampliación en su casa, si la pinta bonita para el dieciocho no faltara quien le raye sus murallas con spray, mientras en la Cámara de Diputados duerme una iniciativa, por tres años, que castiga esa conducta.

Desde la oposición se señala que el culpable de la violencia es el gobierno. No creo que así sea, pero sí es responsable y en ello hay una diferencia notable. Todo Gobierno no puede eludir su responsabilidad de dar seguridad a la ciudadanía. La culpabilidad es una actitud dolosa, no aplicable a esta situación.
Con el Gobierno, todos somos responsables ciudadanamente. Padres, que no les interesa si sus niños están quebrando vidrios, lanzando bombas incendiarias, quemando neumáticos, robando y asaltando.

La clase política, con sus ejemplos de descalificar, en cada oportunidad al adversario, de hacer declaraciones irónicas, de inducir a diagnósticos errados a la ciudadanía, nos conduce por el camino del antagonismo.

Los que vivimos como periodistas la década del 70 vemos, con mucha preocupación como el lenguaje político y la violencia que genera en la sociedad, nos golpea nuevamente.

El gobierno es responsable, no culpable, cuando vimos el año pasado, con asombro, a la Presidenta Bachelet descalificando el actuar de carabineros. Hoy se llora la muerte de un cabo que estaba impedido de responder, más allá de defenderse con su escudo y su valor, de quienes como los cobardes siempre lo hacen, le dispararon en la oscuridad de la noche.

Hoy nos prometen mano dura, actuar hasta las últimas consecuencias. Primero, que la política modere su lenguaje panfletario. Que los políticos dejen de lado la ambición enfermiza por mantenerse o conquistar el poder, como si fuera un trofeo necesario para derrotar al adversario. Cuando dejen de lado ese odio enfermizo que les anima y trabajen para que vivamos y progresemos en paz, con justicia real y piensen solo en Chile y su bienestar, terminaran los saqueos, las bombas, los rayados y los robos.