9.12.06

Pastelero a tus pasteles


No puedo menos que estar absolutamente de acuerdo con un documento, "¿Democracia clientelista o democracia de los ciudadanos?", entregado el pasado miércoles por cuatro parlamentarios de la concertación, llamados los “díscolos”. Ellos son: Marco Enríquez-Ominami (PS), Alejandro Sule (PRSD), René Alinco (PPD) y Marcos Espinosa (PRSD).

El punto que plantean en su escrito no es menor y pone el acento en algo que pocos parlamentarios se atreven a mencionar, la verdadera función o tarea de un diputado y un senador.

Qué dicen estos parlamentarios que se caracterizan por ser, de alguna manera, novatos en estas lides pero no por ello audaces y hasta innovadores en su manera de entender la política.

Un párrafo inicial y muy quemante: "la existencia de ‘proyectos concursables’ administrados por algunas personas de dudosa honradez, aumenta las probabilidades de que los recursos no lleguen al destino para el cual fueron asignados. No todos son santos y con vocación de servicio público y resguardo del interés general de los ciudadanos".

Luego agregan con especial certeza, refiriéndose a una ciudadanía que ha distorsionado la función pública confundiéndola con una necesidad de pedir favores a cambio de votos o apoyo electoral: "La posibilidad de tener éxito en la petición depende del concejal, alcalde, gobernador, diputado, senador o ministro. Como la mayoría de la gente ignora a quién acudir ante sus necesidades, termina con más frecuencia en los diputados o senadores, cuya función es muy diferente de este mercado clientelista".

Las verdades que estos parlamentarios plantean son más agudas y quemantes: "si nuestra democracia marchara correctamente, los parlamentarios debiéramos ser legisladores, fiscalizadores, servidores del interés general y, sobretodo, orientadores de la opinión pública. Para eso hemos sido elegidos y en eso consiste nuestro mandato".

El trabajo legislativo se hace, pero diputados y senadores nunca son juzgados por el electorado en ese su trabajo fundamental, generalmente obtienen más votos por la figuración en denuncias inconsistentes, en una suerte de juego de escandalillos que más les acercan a la farándula que a la política seria y consistente.

Luego advierten que; “Si la Concertación no sabe reinventarse constantemente, innovar en propuestas y contenidos, renovar las vocerías, en definitiva, si hacemos de la política una profesión, sin entender la transformación y el cambio como instrumentos de una nueva política, el ejercicio del poder se transforma en un ente vacío que solo sirve para satisfacer ambiciones personales en perjuicio de los principios fundacionales de esta coalición, vale decir, la justicia social, la democracia y la libertad".

Cuesta, a veces, encontrar un grupo de diputados, independiente de su signo político con una claridad de ideas frente a lo que es la “madre de todas las corrupciones” hacer favores a cambio de mantener un capital electoral que le garantice la permanencia en el cargo indefinidamente.

Llevado a escala esto ocurre en todas las áreas y, de manera especial, en el servicio público llevando a los excesos que hoy todos condenamos.

Los diputados Enríquez-Ominami, Sule, Alinco y Espinosa, concluyen en su documento: "ahora más que nunca se hace necesaria una reestructuración del sistema de gobierno que nos rige. Terminar con la excesiva concentración del poder que genera el sistema presidencialista y pasar a un régimen que otorgue a la función parlamentaria su verdadero sentido".

Las declaraciones de uno de los implicados en el caso Chiledeportes, que explicaba la lista de parlamentarios que contaban con asignaciones, “a priori” de recursos, indica esa práctica. El dinero se reservaba para aparecer como quienes obtenían, gracias a su gestión, recursos para su clientela electoral, práctica de la cual abusó hasta el delito la política en las últimas elecciones, la llamada, tan graciosamente, “hojarasca”.


1 comentario:

Chile Liberal dijo...

Estimado

Interesantes sus artículos. Me parece que los díscolos de la Conertación son los únicos que yo salvaría.

De todos modos, la política chilena está demasiado desprestigiada.

Le invitamos a visitarnos en www.chileliberal.blogspot.com

Carlos