23.12.06

El circo de tres pistas


Nada se parece hoy más a la política que un circo de tres pistas, con payasos, saltimbanquis, trapecistas, magos escamoteadores y lanzadores de tortas a la cara de otros.

En una pista, el oficialismo con sus mejores exponentes, en la otra, la oposición buscando presentar sus más cotizados números, y en la tercera pista los que no son oposición o gobierno.

El resto de los chilenos, la mayoría, asiste a la función que además es continuada. Todos los días a toda hora un nuevo espectáculo donde ya no se sabe a quien mirar, a cual aplaudir y a quien ignorar.

La política se viste de sus mejores galas para demostrara los chilenos que el congreso ya no sirve para legislar o debatir, con altura de miras y contundentes argumentos, los problemas de la vida nacional.

Hoy furibundos parlamentarios y dirigentes políticos se descalifican por varios temas que deberían estar en manos de la justicia. Chiledeportes, los gastos reservados, el PGE y otros que han alterado la convivencia de quienes tienen la responsabilidad de gobernar al país, como poderes ejecutivo y legislativo.

El Presidente del Senado llamó la atención el pasado jueves sobre el espectáculo que estaba dando la clase política ante el país. Fue una voz de cordura que lamentablemente nadie escuchó, si tomamos en cuenta las últimas declaraciones de Foxley, Novoa, Tarud, Longueira, Duarte, y otros.

Por un lado se acusa al gobierno de tejer “un espiral de silencio” luego de las contradicciones entre la Presidenta Bachelet y la Ministra Veloso, sobre si era legal o no denunciar a quienes pudieran aparecer implicados en el uso de gastos reservados con fines políticos. Por otro, el gobierno acusa a los opositores de utilizar los tribunales de justicia en temas políticos.

Hay mucho de hipocresía en todo esto. Los gastos reservados siempre se han utilizado con fines políticos, me atrevo a asegurar que en todos los gobiernos. Secreto absoluto cubre cualquier indiscreción. ¿Si todos lo saben que es así a qué tanto escándalo?

Si la clase política le quiere hacer un favor al país, lo mejor es que legislen para que desaparezca el término reservado y se les denomine de “libre disposición” señalando expresamente que debe utilizarse para solucionar problemas que precisen de fondos de inmediato que no estén legalmente presupuestados y disponibles. Pero hagan ese gasto de cara a la ciudadanía.

Cuando esos recursos se emplean para pagar sueldos a operadores políticos o para mejorar las rentas de ministros, resulta poco transparente.

Los sobres con dinero por debajo de la mesa, que constituyen sueldo y curiosamente, por ser reservados, no pagan impuestos, interpretación tan dudosa como el procedimiento mismo, deben terminar definitivamente.

Que la clase política no se aproveche de estas situaciones que, cada cual en su tiempo, también practicó.

Pero en este circo de acusaciones y amenazas mutuas, querellas y descalificaciones, estamos adquiriendo las características de un país bananero, donde la cordura y el más común de los sentidos, el sentido común, se han ido de vacaciones.

De todos los parlamentarios que los partidos políticos nos presentan en cada elección, y que, obligados o no, hemos elegido. Aparentemnte, no surgirá una idea inteligente, un argumento serio y meditado y una actitud reflexiva que nos rescate de tanta parafernalia mediática.

Ojalá que la pausa que representa la navidad y el cambio de año nos den tiempo para meditar. ¿Estamos volviendo a la intolerancia de la política de los años 70? ¿O verdaderamente no estamos a la altura de lo que la ciudadanía espera de sus gobernantes y legisladores?

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