16.6.12

Dialogando con el dialogo.




Una polémica, que amenaza con develar otros problemas internos en los bloques políticos mayoritarios, es la que se ha desatado desde hace 15 días. No hay acuerdo para dialogar con el Gobierno, pero el problema es mayor, no hay acuerdo entre quienes necesitan, la oposición, dialogar con el gobierno.

Quien gobierna es el que marca la pauta. La democracia, cacareada y acariciada por muchos, parece funcionar solo cuando sirve a un lado político determinado. La misma democracia, en sus usos y costumbres, nos enseña que quien gana el gobierno lo hace en razón de una mayoría que se inclina favorablemente por programas que abarcan todo el espectro de las expectativas ciudadanas.

La subdesarrollada política chilena pretende que quienes gobiernen lo hagan conforme las ideas de los perdedores de una elección, ello hace que al transformarse, en opositores-perdedores, dediquen parte importante de su tiempo a torpedear al gobierno de turno, en palabras del Senador Quintana, Presidente del PPD, no dar facilidades para que un gobierno termine exitosamente su período.

El dialogo se plantea en que el gobierno cambie sus propuestas de acuerdo a lo que le gusta a la Concertación, pero hay un detalle, esta última perdió la elección y con ella su propio programa. Lo importante de un dialogo es que se reconoce que el derrotado representa una parte de la ciudadana por lo cual conversando se pueden consensuar acuerdos intermedios que deje satisfechas a las partes. Cuando no se quiere dialogar es la política la que pierde credibilidad y confianza frente a una ciudadanía, que cada vez, mas evalúa negativamente a senadores, diputados y partidos políticos.

Lo peor de un dialogo “mal parido”, es cuando una de las partes, la Concertación está dividida como nunca antes. Dice Camilo Escalona (P.S.), Presidente del Senado “La coexistencia de dos estrategias antagónicas nos paraliza en la Concertación”.

Tiene razón el Honorable Senador ya que su colega Quintana les tiene parados en el semáforo de los acuerdos, con la luz roja y el viraje señalizando hacia la izquierda a la tentadora calle que les muestra el P.C.

De esa manera cuando uno de los dialogantes no tiene clara su tarea ¿qué se puede esperar?

Las próximas elecciones nos podrían entregar una respuesta.