4.5.12

Progresismo, entre la verdad y la mentira



¿Pueden llamarse progresistas los mismos que gobernaron el país durante 20 años? ¿Es el progresismo una manera programática o una definición más, tras la cual se esconden las viejas consignas de la izquierda tradicional? mezcla de quienes muestran una sensibilidad social, pero aceptan la “dictadura del proletariado”.

En política es importante el marketing y el uso frecuente de consignas, manera rápida de convertir a un electorado incauto. Mucho de lo señalado lo veremos en las tres campañas electorales que se aproximan, municipales, parlamentarias y presidenciales.

Más de cinco millones de electores esperan ser conquistados por las diferentes visiones ideológicas que, en lo doctrinario dominan las cúpulas partidarias, ya que la ciudanía siempre ha tenido otros parámetros para decidir su voto.

Oficialismo y oposición, la política en general, se encuentra profundamente debilitada de cara a una ciudadanía que, hace bastante tiempo, les ha dejado en el camino castigándoles con una total indiferencia.

Lo que le falta a la política chilena es “consecuencia”. Se adora lo que antes se quemó y se quema lo que se adoraba.

El slogan que hoy ha puesto de moda la Concertación el “progresismo”, está basado en una mezcla de añejos idearios marxistas, con utopías sociales que no fueron capaces de aplicar cuando gobernaron al país.

Progresismo, que no impide hacer alianzas con el Partido Comunista, defensor acérrimo de dictaduras, Cuba y Corea del Norte, con fuertes herencias de violaciones sistemáticas a los derechos humanos, incluyendo su apoyo a las Farc de Colombia.

Guido Girardi, no ve problemas en que ingresen a un eventual gobierno de Bachelet, ministros comunistas, partido totalitario que cuando gobierna lo hace sin aceptar otras manifestaciones doctrinarias.

El progresismo es interpretativo y auto referente. Es un apellido que se usa como propaganda y que nunca ha sido definido con claridad. Es una máscara para que los mismos que ya gobernaron el país vuelvan por sus fueros, incluyendo una presidenta muy querida en lo personal, pero que de ser candidata se tendrá que adaptar a nuevas reglas que bogaran contra las que utilizó en su mandato.