10.4.12

Acúsome Padre



Acúsome Padre, que la Semana Santa me puse reflexivo frente a la política y las ideologías, eso creo que es pecado, especialmente si se medita sobre quienes gobiernan las sociedades. Mercaderes del templo donde se legisla, pero también se miente.

Confieso que en la reflexión aparece la hipocresía de los que prometen y no cumplen, de los que peregrinan a Cuba y no denuncian la opresión, o el despotismo de una familia. Confieso que hay pecado cuando se adoran a nuevos becerros, forrados en el oro que no les pertenece.

Hace tiempo escribí un artículo, en un diario ciudadano, donde describí el gobierno de los Castro en Cuba. Mea culpa, que para muchos fui como una persona ciega sin cayado, esquivando las piedras de un camino sinuoso. Algunos lo leyeron, entre ellos un muy querido amigo, comunista, yo no le miro la etiqueta a quien elijo como compañero de ruta. El, ya fallecido, ateo por la gracia de Dios, confeso creyente a la hora de su muerte, escribió en el mismo diario, alabando mi artículo y diciendo que me encontraba razón en lo escrito, se llamaba “La Cuba de Fidel”. El título, ex profeso, era irónico pero en su contenido decía que, cuando Fidel se fuera con sus barbas al otro mundo, del cual creo está convencido sin dudar, dada sus largas audiencias a dos Papas, los cubanos le deberían una buena educación y un buen sistema de salud, además de hacer, como costumbre, lo que a nosotros cuesta tanto, bajar de peso. Ellos viven en una dieta permanente.

Acúsome Padre, que en Varadero nada falta, que un profesor Universitario cargó mis maletas, porque la propina de un dólar que yo le di, representaba el 10% de su sueldo, Arrepíentome, pecador, porque mi mesa fue atendida por una geóloga que me ofreció la carta de una cena y no habló de minas, de rocas o de tesoros escondidos en las serranías isleñas.

Derramo sobre mi cabeza, las cenizas de la culpa por no entender la revelación que representó Michelle Bachelet, corriendo desatada, para estar con el nuevo profeta de la revolución, en pobreza y desigualdad, tampoco de la beata Camila, descubriendo el faro de luz que mana de Fidel.

Ciego de mí que no veo en Fidel, la carta de navegación para Chile.

Acúsome Padre.