19.1.12

¡Plop!

Si Pepo hubiera sido político y su personaje Condorito un parlamentario, en honor a la verdad en algunas caricaturas lo fue, lo más probable es que, enterado del acuerdo D.C. R.N., que esta semana remeció al mundo político, su personaje se habría caído de espalda con el consabido ¡plop! que graficaba la graciosa caricatura.


Nadie esperaba y menos lo pensaba, ver a los presidentes de R.N y la D.C. juntos presentando ante los atónitos periodistas, un proyecto de reforma constitucional a la vena de la política e institucionalidad chilena.
Menos se imaginaban que Carlos Larraín, el para muchos conservador presidente de R.N., jugó en las últimas semanas un movimiento de distracción en cuanto a sus intenciones, fuera uno de los gestores de un proyecto destinado a terminar con el sistema binominal. Cazurro como lo es, dejó a todo el mundo con un palmo de narices.
Mientras los disidentes de Renovación Nacional, hablaban de irse del partido y de terminar con el sistema electoral vigente, Larraín bogaba en dirección contraria en sus declaraciones. De la manera con que se procedió, durante dos meses, las negociaciones que se llevaban adelante con la D.C, ha sido el secreto mejor guardado en la política chilena en muchos años.
Ni la mente más imaginativa podía haber construido un cuadro político de un partido oficialista y otro de oposición, trabajando juntos, obteniendo un acuerdo para reformas políticas discutidas por 25 años.
Golpe a la cátedra, de todas maneras. Los senadores Jorge Pizarro, Andrés Zaldívar, el diputado Jorge Burgos y Gutenberg Martínez, de la D.C. y los senadores R.N. Baldo Prokurica, Francisco Chahuan y el Secretario General Mario Desbordes lograron consenso en la redacción de un texto que, superaba todas las expectativas de aquellos que quieren las necesarias transformaciones constitucionales.
¿Consecuencias de este acuerdo?, enojo inicial de la Moneda. El Presidente perdió protagonismo en una iniciativa importante desde el punto de vista político, pero de materializarse, la administración Piñera pasará a la historia, pese a las encuestas, como la que pudo destrabar una discusión constitucional de peso y , de paso, dejar en claro que ha sido el Presidente que logró después de 20 años de gobiernos de la Concertación, concretar reformas que han llevado a la inscripción automática y el voto voluntario. La guinda de la torta es modificar el sistema binominal y transformar el presidencialismo constitucional actual, como dice el acuerdo, a un régimen semipresidencial que separe la institución de la Presidencia (Jefe de Estado) de la de Jefe de Gobierno (Primer Ministro).
Ahora este acuerdo, cachetada en el rostro de la política chilena que, diciendo una cosa hacía por conveniencia otra, inicia el difícil camino de captar adhesiones. De la UDI, por el momento ninguna, aunque los milagros existen.
En la Concertación, algunos aplauden, no todos están contentos. La verdad, no les gusta el entendimiento de la D.C. con un partido oficialista. El realismo partidario ha dejado en claro que sin acuerdos con las colectividades de gobierno, por lo menos con una de ellas, ningún cambio es posible.
Duele, en la lucha de egos, que un gobierno de “derecha” contribuya a materializar cambios constitucionales inéditos en nuestro ordenamiento político administrativo.
La pregunta es ¿cuántos escollos pondrá en el camino la UDI para descarrilar este nuevo tren de los acuerdos? ¿Cuántos tratarán de hacer lo mismo desde la oposición?
Pero ya está en la palestra un acuerdo y el consabido proyecto. Se inicia la tarea de sumar adeptos y ver que correcciones se quieren introducir, para que cada cual lleve agua a su propio molino. Ese será el momento peligroso donde lo que puede resultar es una suerte de Frankenstein, como en la novela de Mary Wollstonecraft Shelley, de papel que solo terminaría en recriminaciones.
Hay mucho paño que cortar. Las tijeras de los honorables están prestas. ¿Lograrán estar a la altura de estas transformaciones o todo quedará en las palabrerías y recriminaciones de siempre?Como dice uno de los párrafos del acuerdo D.C. R.N. “Todo este cambio puede ser el resultado de un proceso y de un conjunto de reformas. Lo importante es no detenerse, sino que avanzar en la construcción de los consensos y las amplias mayorías que cada una de estas reformas requieren. Todo esto marcado por la exigencia de oportunidad y rapidez.”