3.12.11

Encuestas y elecciones

Esta semana se conoció la encuesta Adimark, que muestra que la carrera presidencial inicia sus aprontes. La medición de los ministros pone en punta a Allamand y un poco más atrás a Golborne.
La concertación, con un pobre 17%, apuesta todas sus fichas a Michel Bachelet, descarta a Velasco y confía que la ex Presidenta corra el riesgo de perder con tan magro apoyo.

Las encuestas siempre dan que pensar, especialmente cuán asertivas pueden ser al momento de tener certeza qué estrategia política se debe emplear.
En lo que a la carrera presidencial se refiere, la Concertación llegará desarmada, desarraigada de sus bases y la Coalición por el cambio irá en el mismo camino, con R.N. a punto de dividirse y con la cordura perdida en medio de un mar de ambiciones y agendas personales.
¿La figura de Michelle Bachelet, por si misma, ya que sus partidarios poco o nada le aportaran en imagen, puede ganar una elección? Difícil pregunta y más complicada la respuesta.
Reflexionemos, la Concertación pierde el gobiern, luego de 20 años con una Presidenta que registra los más altos niveles de popularidad, ¿puede ganar una elección apoyada por un conglomerado que, según ellos mismos han señalado, ya no existe y ha perdido completamente su identidad y adhesión ciudadana?
Es la Concertación un conglomerado, cuyos principales líderes han envejecido, se auto protegen para seguir postulando a senadurías y diputaciones. Muchos le cierran la puerta y el paso a gente más joven que se declara de izquierda, sin pretender mimetizarse, como lo hacen otros que solo tienen la pose.
La izquierda, tradicionalmente liderada por el Partido Comunista, se ha transformado en una serie de facciones que solo buscan desprestigiarse los unos a los otros. El movimiento estudiantil, guiado por el comunismo, no supo aprovechar su momento de gloria y se ha desmembrado en medio de las más variadas recriminaciones.
Hay una crisis de identidad ante una ciudadanía que si logra tener, en las próximas elecciones, las herramientas democráticas de inscripción automática y voto voluntario, será un enigma al cambiar las bases sociales en las que cada candidato, tradicionalmente, asentaba sus campañas políticas.
Son 4 millones y medio de nuevos electores, no digo votos, porque millones podrían enviar un mensaje a la clase política de rechazo absoluto absteniéndose de votar.
Las figuras solitarias, en una carrera presidencial, son un enigma. Pocas veces se ha dado en la historia electoral de Chile, que los políticos representen tan poco, con un parlamento que tiene un rechazo de 60%, por ello habrá que ver cuánto representan los nombres, como capital propio, en la boleta con la cual nos enfrentemos a la urna.
Hoy estamos en presencia de una lucha desatada por la nominaciones parlamentarias del 2012. Diputados jóvenes, como Marcelo Díaz, han puesto el dedo en la yaga. El discurso de las nuevas generaciones suena más potente que algunos carcamales, que insisten en ser nuestros representantes, aquellos que el Presidente de la D.C. calificó como que necesariamente deben estar en las listas.
Probablemente el sistema de primarias puede mejorar las cosas. Transparentar las candidaturas y los eventuales apoyos que poseen. Nunca en el congreso ha sido posible establecer límite a los períodos de servicio parlamentario y es así como hemos conocido casos de personajes que salen de la UCI, para ir a votar, aunque sea en camilla.
Es necesario abrir ventanas y puertas en las conciencias de chilenas y chilenos, dar paso a generaciones más jóvenes que no carguen con los odios, persecuciones y venganzas post 1973.
Tender puentes entre las diferentes ideologías. El capitalismo ha fracasado muchas veces, pero la izquierda carga también con sus propios errores e inconsistencias, como apoyar a sus propias dictaduras. Una Presidenta democrática que corre a abrazar a Fidel. Dar refugio a un dictador alemán, custodio del muro de Berlín.
En definitiva las encuestas comienzan a marcar tendencias, pero la historia aún no está escrita. Quedan casi dos años para seguir, cada cual, haciendo sus propias teorías.
Ojalá algunos resultados nos puedan hacer pensar en un Chile pluralista, donde la política sea el foro deliberante donde las ideas sean un factor de discusión seria e informada, no un enfrentamiento de fanáticas barras bravas.