20.11.10

¡Puro pueblo!

¡Soy puro pueblo! Por eso me eligen, exclamó a manera de explicación el Diputado René Alinco luego que fuera sorprendido manejando su auto, en presunto estado de ebriedad. Presunto porque se negó a la alcoholemia que todo ciudadano debe hacer en dichas circunstancias.

El diputado Alinco, celebró con varios tragos por sobre lo normal el que Chile ganara a Uruguay y que, de paso, se despidiera con emoción al entrenador argentino Bielsa. No es la primera gracia del diputado por la zona austral, antes fue sorprendido con una dama en un entrevero íntimo que la justicia no consideró ofensa a la moral, tiene razón no escandalizaba a nadie, quizás por ello no se habló más del asunto.
Pero, ahora, cuando dice ser parte de nuestro pueblo, miente e insulta a quienes dice representar. Hace mucho tiempo que el honorable cambió de clase social. En el sur lo sorprendieron en una camioneta, presumo de su propiedad, en Santiago lo controla carabineros manejando un auto, presumo también, de su propiedad con fuerte aliento etílico.
No es delito tener dos vehículos, una camioneta y un auto. Un sueldo de casi siete millones de pesos, más gastos de representación y otras prebendas permiten tener ese status que nadie le puede criticar, pero de allí a decir que es “puro pueblo” hay una tremenda distancia.
La gente modesta, con la que el diputado quiere compararse, para ganar 200 mil o 300 mil pesos, debe trabajar mucho y naturalmente sus celebraciones se hacen con la solidaridad de varios que, la noche del partido, juntaron algunos pesitos, pero ese pueblo no tiene dinero para comprar un auto y manejar en presunto estado de ebriedad, ese lujo se lo puede dar el diputado Alinco, poniendo de paso en riesgo la vida de quien se cruce por su camino.
Una figura pública, representante de la ciudadanía que lo eligió, sabe perfectamente que la imagen y la conducta que se observe puede ser un buen o un mal ejemplo ante el resto de los chilenos.
Este asunto que tiene un rasgo policial, nos lleva a otros temas de la política contingente y del mundo en que sus actividades se desarrollan.
No puede escapar al escrutinio ciudadano las peleas del último presupuesto, ya tratado la semana pasada. Utilizar la discusión presupuestaria para tomar revanchas políticas fue devolver la mano al oficialismo que utilizó lo mismo, en el pasado, cuando eran oposición a los gobiernos de la concertación.
Los chilenos solo observan estas peleas, guardan silencio, pero naturalmente la balanza electoral se inclina, de uno u otro lado, dependiendo de las señales que la opinión pública percibe.
Otra polémica se instaló al finalizar la semana por las críticas que, en Japón, hizo el presidente Piñera refiriéndose al crecimiento experimentado en los últimos gobiernos. No es bueno utilizar la tribuna de prensa, fuera del país, para hablar de política interna. Las discrepancias son recogidas por el periodismo foráneo, de allí que el Presidente Lagos deslizara fuertes críticas al respecto. Es verdad, Chile hace años no crecía al ritmo que hoy lo está haciendo, sin embargo se debe reconocer que influye la reactivación económica en el mundo, aunque ya hay señales de debilitamiento en el entorno global que, nuevamente, colocan una luz amarilla de lo que pueda venir en los próximos meses.
Chile crece mucho gracias a los proyectos que permiten desarrollar los niveles históricos del precio de cobre y las probabilidades de mantenerse en un mediano plazo. Para cantar victoria aún hay que esperar cómo se comportan las economías norte americana y europea.
“El puro pueblo”, una frontera indefinida entre modo de vida, educación y renta, parece ser a quien la política chilena dirige todos su mensajes, pero quedan en eso, promesas de redención en lo económico, trabajos estables y bien remunerados. Muchas veces “el pueblo”, con una imagen poco clara de quiénes son y dónde están, adquiere rostros dependiendo del prisma político con que se le observa, probablemente seguirá esperando, especialmente cuando quienes dicen ser sus representantes, buscan venganza en las discusiones parlamentarias, o enviando mensajes como que manejar en estado de ebriedad, un buen auto, es ser también “puro pueblo”.
¿Y ellos que piensan? En un libro, un autor, cuyo nombre en este momento no recuerdo escribió, con muy justa razón “No hay malos políticos, hay malos electores”.