13.11.10

¿Para donde cortamos?

Un dicho en el campo, de uso común, cuando existe la duda qué camino tomar, cuál es la mejor dirección para llegar a un lugar determinado, es preguntarse “¿Para dónde cortamos compadre?
Muchos chilenos se deben estar preguntando lo mismo ante el juego que la clase política ha desarrollado en estos últimos días. Acusaciones de intervención en una votación que afecta al futbol, y el rechazo de algunas partidas del presupuesto, pese a los acuerdos solemnemente convenidos.

En una encuesta que publica el diario “La Tercera”, hasta ayer sábado, ante la pregunta ¿Estás de acuerdo con el rechazo al presupuesto de la Segegob, (Secretaría General de Gobierno), por parte de diputados de la oposición y los argumentos para ello?, el 64% de quienes respondieron no estaba de acuerdo con el rechazo y solo un 36 % apoyaba esa posición.
Nada nuevo bajo el sol. Jugar con el presupuesto de la nación, tomar venganzas ridículas, a costa del patrimonio de todos los chilenos, es una vieja jugarreta que revela la calidad de las prácticas políticas en Chile. Nadie está libre de culpa, es la vuelta de mano. No se trata de un acto irresponsable de la Concertación, hoy en la oposición. Es hacer lo mismo que en el pasado, el actual oficialismo, votaba cuando gobernaba la izquierda en nuestro país. Recuerdo la aprobación de un $1 en algunas partidas, como diría un español, solo por joder.
Debemos preguntarnos ¿nuestro país, se merece esta clase de legisladores? Existía un acuerdo, logrado luego de arduas conversaciones entre el oficialismo y la oposición, cada cual cedió la suyo, pero al final, por “quítame estas pajas”, la izquierda se enoja con la ministra Ena von Baer y se toma venganza.
Al final, en algún momento, el presupuesto se aprobará, con recortes más y aumentos en algunas partidas, pero se pierde el tiempo. La discusión política llega a niveles de riña que nada tiene que ver con una democracia moderna.
La brújula se ha perdido, peor, la seriedad de quienes son “nuestros representantes”, queda en claro es la misma que puede tener un payaso en una tarde dominguera de circo barato, sin excepciones.
La postura de la izquierda, es la misma que, cuando gobernaba la Concertación, recibieron de la Alianza. Ahora peor, la votación se pierde porque muchos diputados de gobierno no se encuentran en la sala, la madrugada del viernes.
En definitiva pierde el país, se enrarece la atmósfera y se le falta el respeto a toda la ciudadanía.
Los partidos que nos gobiernan y quienes se oponen a los partidos que nos gobiernan, más que representarnos, mantienen “una pichanga”, a lo Evo cuando juega a la pelota, patadas van y vienen. Como se juega sin árbitro, pasa lo que pasa.
Parece que la clase política sigue sus propios códigos. ¿Cuánto importa la ciudadanía en sus actuaciones?, definitivamente nada. Ya cumplimos con el obligado acto de votar, obligados, bajo amenaza de multa. Llevamos a un sillón parlamentario a damas y caballeros, que, con honrosas excepciones, se olvidan del elector y ejecutan lo que sus propias y bastardas venganzas les aconsejan.
Un motivo cualquiera sirve para crear escándalos y atacar al adversario. En el pasado fue el caso Spiniak, donde se pretendió involucrar a un senador. Recuerden cuando a un menor, otro parlamentario, de manera progresista, le regaló un par de zapatillas, lo metió en un taxi y lo envió a TVN, para que hiciera un declaración basada en mentiras. Ese parlamentario es, ahora, un “honorable” senador de la República.
El tema que ahora les preocupa, parece, es una elección en la ANFP.
Es la misma manera de actuar en el pasado, acusaciones de intervención basadas en rumores, donde nadie se hace responsable de su procedencia. Comisión investigadora para que analice quién lo dijo y se busquen responsables de una supuesta intervención. ¿Se les paga para que pierdan el tiempo de esa manera?, ¿reciben un millonario honorario, para que ejecuten sus particulares venganzas? En nuestro país hay leyes que demoran años en fútiles discusiones. Para hacer política, que solo busca atacarse mutuamente, uso generalizado de formas políticas que son insultos para la ciudadanía, no agrega valor a nuestra tan manoseada democracia.
No se trata de hacer diferencias entre oficialismo y oposición, ambos sectores son iguales.¿Ahora, para donde cortamos compadre?