15.4.10

¿De quién es la culpa?

Grandes especulaciones frente al “conclave de la Concertación”. Muchos esperaron que hablaran de sus problemas.
Una catarsis sería bueno expresaban otros.
Al final fuertes críticas de “los presidentes” al primer mes de Piñera y, en definitiva, palabras que eluden los diagnósticos.
¿De quién es la culpa que la Concertación perdiera el gobierno de la república y los privilegios de los cuales disfrutó durante 20 años?
Autocalificado como los mejores gobiernos de la historia de Chile se olvidaron de algo, tuvieron un trampolín importante, se encontraron con un país que salía de un gobierno autoritario, con graves violaciones a los derechos humanos, y una ciudadanía que quería cambios. Recibieron, un país distinto al que habría entregado Salvador Allende, si su período constitucional hubiera terminado de manera normal.
El Banco Central tenía dinero, el abastecimiento de alimentos era normal, las colas habían desaparecido y existía una administración pública eficiente. El centralismo ya no era brutal como en el pasado, por el contrario, apareció la regionalización y especialmente los FNDR, que permiten hoy contar con recursos de decisión local.
A partir de allí se pudieron emprender importantes reformas que impactaron fuertemente en el desarrollo del país. El mérito principal de la Concertación fue que, sin reconocerlo, prosiguieron en la ruta económica que el gobierno militar había marcado. Hay que reconocer que mejoraron los aspectos sociales, sin olvidar que el primer mapa de la pobreza extrema también lo levantó el gobierno plebiscitado en 1989.
El primer gobierno recuperó las confianzas perdidas, abrió la “caja de pandora” de los derechos humanos,hizo justicia “en la medida de lo posible”. Nadie buscaba el fracaso, mérito de la clase política, que no se puede desconocer.
El germen de la derrota comienza incubarse, en medio de exitosas gestiones y un panorama mundial que avanzó, rápidamente, a la globalización.
La Concertación debió reconocer que el terrorismo era una realidad en Chile, no una consigna para restringir libertades. Crean “la oficina” y emplean métodos, ajustados a la ley, que la extrema izquierda aún les reprocha.
Pero vienen dos gobiernos más, culminando con el cuarto, una Presidenta que se retira con un 84% de “popularidad”.
La Concertación no ha sabido interpretar las cifras electorales, menos las encuestas, como la IPSOS de esta semana.
La “gente”, de la cual tanto se habla en las campañas electorales no se sintió interpretada, curiosamente, ni de uno u otro lado.
Se escribió y discutió quién era más progresista, término que se puede interpretar según la ponencia de cada cual., “La gente” no lo entendió. Entienden como progreso, tener un mejor trabajo, estable, bien pagado. Entienden vivir en casas bien diseñadas, seguras, no Copevas.
A “la gente” le gusta un barrio seguro, los buenos colegios.
“La gente”, sintiendo una gran simpatía por la Presidenta Bachelet, castigó el intervencionismo electoral. Presentía que, ahora, la lucha no era por sus intereses, la lucha se libraba por mantener el poder y las prebendas. El idealismo de la Concertación, la mística y la creatividad, que fueron sus grandes activos, en alguna parte del camino se perdieron, de a poco, sutilmente, y no se dieron cuenta. Con las excepciones obvias, había más interés en mamar y profitar de los puestos del Estado que servir a los ciudadanos.
Lo que fracasó, fue un proyecto desdibujado, con un candidato que no ofrecía el desafío de la novedad. En elecciones presidenciales eso vale mucho.
No deben perder el tiempo buscando culpables, flagelarse innecesariamente. Ha fallado la forma de hacer política, de complementarse. No se visualizó, oportunamente, que el elector es esencialmente práctico, la majadería ideológica no la entiende, no la quiere, tampoco le gusta.
Me quedo con lo expresado por el docente de la Universidad de Chile, Sergio Micco (DC) sobre las razones de la derrota – El Mercurio 11 de abril - “..la institucionalización y la burocratización del poder, hasta perder contacto con la sociedad civil y los incentivos llamados colectivos, la patria y el bien común, son sustituidos por incentivos selectivos: status , poder y dinero eso es lo que nos ocurrió”.
Importante que, el actual gobierno también piense en ello, ahora.