26.12.09

Hay que evitar que la derecha gobierne.

Evitar que la derecha gobierne parece ser la consigna más importante de la campaña del equipo oficialista. No se trata de hacer mejoras o propuestas en lo que se ha hecho en 20 años. Solo importa evitar que gobierne la derecha.
¿Le importa eso a la gente?


En la medida que transcurren los días y se aproxima la fecha fijada para segunda vuelta cunde, en el gobierno y el oficialismo, la sensación que se pierde el poder. La bizantina discusión, que aún se mantiene, si deben irse los presidentes de partidos de la Concertación es una clara demostración de diagnósticos político errados.
Se ha tratado de convencer a la ciudadanía que 44 % es menos que 29%. Se ha tratado de convencer que no perdió en primera vuelta el candidato del gobierno, porque sumando votos, que no fueron logrados, igual se ganó, aunque la mayoría parlamentaria no existe.
Perdió en la primera vuelta la propia Presidenta Bachelet que apostó en una sola y desgastada carta toda su popularidad. La legítima autoridad moral, que le da casi un 80% de apoyo a su gestión, la desperdició saliéndose de su papel de jefe de Estado para asumir la de jefa de campaña en las sombras.
El 29% de la votación Frei, la pérdida de todos los doblajes, y algunos candidatos que se salvaron solo gracias al sistema binominal fueron, de alguna manera, un derroche de su personal prestigio.
En esta segunda vuelta no hay más llamados presidenciales, seguramente tampoco puerta a puerta ministeriales. El mensaje ciudadano fue claro, gobierne hasta el último día, como lo prometió. Gobierne para todos los chilenos como fue el mandato que recibió de la ciudadanía y no exclusivamente para los fines electorales de una concertación que no ha sabido renovarse.
Evitar que gobierne la derecha resulta un contrasentido, cuando el programa económico, exitosamente aplicado en estos últimos años, nada tiene que ver con el programa de la Unidad popular de los años 70.
Evitar que la derecha gobierne, como único gran objetivo estratégico político, resulta inconsecuente, si le vamos a creer a las promesas que “vamos a vivir mejor”, “más Estado” “más impuestos”.
Nos prometieron que nadie se repetiría el plato, caras nuevas, y ya ven, son los mismos, salvo honrosas excepciones, los que siguen comiendo del mismo plato durante 20 años, incluso llevándose algunos hasta el plato.
Piñera, por su parte, no lo tiene fácil. Si gana tiene solo 4 años para demostrar que la caricatura que de ellos, la derecha, se hace no es real en el siglo XXI.
Debe convencer que su programa representa una diferencia, cambio y progreso real para quienes están bajo la línea de pobreza o en la inmensa mayoría que se define como clase media. No debe ponerse a igualar las promesas del adversario.
Tiene que demostrar que ejercerá el gobierno para servir al país. Que implementará leyes justas, pero severas, para combatir la delincuencia. Que introducirá cambios en la gestión de salud y no permitirá los abusos que hoy, impunemente, hacen algunas Isapres.
El triunfo, que ya se percibe, implica desafíos. Es una oportunidad para sacudirse aquellos mitos que la vieja izquierda aún le atribuye.
Piñera no lo tendrá fácil si gobierna, pero ese es el desafío. No se espere ética de una concertación que calla ante los asesinatos que comete las FARC en Colombia, que silencia el encarcelamiento de disidentes políticos en Cuba, o que aplaude la política estatista de Chávez en Venezuela.
Hay muchas inconsecuencias en quienes demonizan a lo que llaman derecha.
Quienes nos gobiernan, lo primero que hicieron fue cambiarse al barrio alto, comprar una casa en algún balneario. Auto del año. Isapre, no Fonasa y sus hijos, en colegios pagados particulares.
Los que dicen que hay separar la política de los negocios, cuando dejaron la política siguieron con los negocios. Directorios de empresas importantes, asesorías para aprovechar los contactos con el gobierno. Todo eso se llama inconsecuencia.
No se trata de evitar que gobierne la derecha, se trata de evitar que se destapen las ollas podridas y los escándalos que aún no se conocen. Escándalos que por años solo se vienen murmurando.
Que no gobierne la derecha, así puede evitarse conocer el lado oscuro de la galaxia gobernante.