27.10.07

Tiempo de encuestas.


Debo confesar que nunca he sido partidario de gobiernos presidenciales de cuatro años. Lo ocurrido con el actual mandato parece darme la razón.

Los gobiernos tan breves distorsionan la política, para quienes participan directamente de ella, así como nos distraen de las preocupaciones fundamentales del país real, aquel del ciudadano común que tiene que vivir el día a día, contar con un trabajo seguro y dinero para llegar al final de cada mes.

A poco más de seis meses del gobierno de la Presidenta Bachelet y ya los partidos políticos, directa o indirectamente, comenzaron a pensar en una nueva presidencia.

Las encuestas contribuyeron a generar expectativas en uno y otro bando con la cual la agenda de tareas del oficialismo se ha visto dificultada, más que nada, desde un punto de vista comunicacional.

Otros factores como el escándalo de Chile Deportes, los fondos del PGE utilizados, en algunos casos con fines electorales, y la cantidad de millones de dólares que se inyectado al Transantiago y a EFE, generado nuevas encuestas de percepción ciudadana. El gobierno teniendo varios éxitos en el área social y en la inversión pública, no logra que esos esfuerzos sean reconocidos y valorados por la ciudadanía.

A la fecha el oficialismo tiene en la cancha, aunque no se quiera reconocer, cinco candidatos “virtuales”, en tanto que la oposición levanta mínimo tres. Aunque niegan estar en campaña la maquinaria interna está caminando, Lagos, Insulza, Trivelli y Soledad Alvear. La alianza, en medio todas su peleas, políticamente fratricidas, cuenta con Piñera, Lavín, que solapadamente se instala con su esquema “bacheletista – aliancista” y Longueira quien juega todavía a las escondidas con sus pretensiones políticas.

Las encuestas suben y bajan candidatos y en la conversación del ciudadano común la futura presidencia, los candidatos a Concejales y Alcaldes y las posibilidades parlamentarias son parte del tema diario.

En el gobierno el asunto preocupa. Los asesores oficialistas se inquietan cuando las encuestas hablan de falta de liderazgo presidencial. En lo personal pienso que no es comparable el estilo de liderazgo masculino con el que muestra una mujer. Son estilos diferentes a los cuales no estamos acostumbrados, en el machismo genético que solo permitió el derecho a voto femenino en la década del cincuenta

En los últimos días la Presidenta Bachelet se enojó cuando fue interrumpida en una actividad pública, habló de ella en tercera persona, a mi juicio un craso error, dejó de ser ella misma, perdió el encanto y el estilo que le permitió ser elegida, fue por minutos una fotocopia del ex presidente Lagos.

Aunque lo nieguen, la clase política reacciona a las encuestas de opinión y olvida su hoja de ruta, al incluir o cambiar su actitud frente a la presión de eventuales minoría que tienen la capacidad de gritar más fuerte y encontrar, en los medios de comunicación, un eco a sus demandas.

El diario “El Mercurio”, en su edición de ayer, publica los resultados de una encuesta reservada realizada por la empresa Subjetiva, entregada a Soledad Alvear en los primeros días de septiembre, donde su eventual candidatura no queda bien parada, al igual que la DC. No cabe duda que esa información fue filtrada desde la propia falange.

En la medición que citamos, se confirma que Soledad Alvear es la figura que mejor puede competir con Piñera, en una eventual confrontación por la primera magistratura, pero igual pierde, aunque por menor margen, que si el candidato fuera Lagos.

Ante una pregunta de respuesta espontánea sobre quien quiere que sea el próximo presidente de la República, Piñera es mencionado con un 29,9 % y Alvear con tan solo un 13,9%.

En el ítem “imagen de partidos políticos”, ante la frase “es un partido honesto”, la DC ocupa el penúltimo lugar superando solo al PRSD.

Las encuestas son fotos del momento y probablemente a la DC le ha hecho mucho daño, en su imagen ante el electorado, los escándalos de mala gestión en EFE, donde los principales ejecutivos han salido de su militancia.

Piñera aparece en una muy buena posición, pero Lavín y Longueira ya encontraran la manera de bajarlo de ese pedestal, como dignos discípulos de Richelieu.