26.2.07

Un país de farandula


He tratado, toda esta semana, de buscar un buen tema para plantear en el presente artículo, algo contundente en materia política. Nada, todo inútil. Por ningún motivo quería tocar el transantiago, algo que revela como el centralismo “es más fuerte”, tanto que obliga a suspender sus vacaciones a la Presidenta de la República, aunque no a sus ministros.

Finalmente me doy cuenta, tarde talvez, que somos un país farandulizado. Hasta las mentes más brillantes deben estar preocupadas de las pifias a Lagos, el animador, porque no dejó que Ana Torroja, que por lo demás canta muy bien, siguiera en el escenario de la Quinta Vergara.

La gente corre a ver los reality y se preocupa de cuántos centímetros, más o menos, intentó mostrar Marlen Olivari, o que Diana Bolocco le ganó por dos votos el reinado del festival de Viña.

En gran titular un diario oficialista anuncia que la Presidenta Bachelet toma la conducción del Transantiago. Que bueno y ¿quien conduce el país?, cuando ministros y subsecretarios (s), han estado todo el verano en lo mismo. Los santiaguinos tienen para ellos solos, a tiempo completo a la Jefa de Estado para que resuelva un problema que fue mal estructurado desde un principio.

No es que la idea sea mala es que partió a pedazos y sigue a pedazos, lleno de parches, remiendos que en un ejercicio previo se pudieron subsanar, sin tanto trauma.

Pero estamos inmersos en la farándula. Qué mejor reality que la puesta en marcha del transantiago. Gran escenario, calles y avenidas de la capital repletas de actores secundarios que se pelean por subir a una micro, a trompicones para acceder al metro, otros que, al frío de la madrugada, se sientan en las escalas esperando que alguien les abra las rejas de acceso.

Y las cámaras llenan el escenario de usuarios llorosos, suplicantes, enojados, que reclaman porque deben caminar cuadras y cuadras para encontrarse con un paradero y ver pasar de largo micros completamente llenas.

El resto del país, en tanto, es solo espectador del más grande reality de las últimas décadas. Más del 60 % de la información solo nos habla del drama de la región metropolitana. Los que vivimos en provincia no nos perdemos noticiario o extra que, incluso, nos muestran graves accidentes provocados por lo malos, los buses piratas, que deberían ser expulsados, por convivencia, como en todo buen reality.

Vemos también que, como justificación de la mala movilización, se hacen manifestaciones mostrando personajes que tienen, que duda cabe, genes del mono, aunque por respeto a ellos, los monos, debemos señalar que estos últimos son más civilizados. De antología es una imagen donde uno de estos, humanóides, como los llamaba graciosamente un Almirante, se sube sobre un semáforo y lo derriba manteniéndose solidamente afirmado a su estructura. Otros farfullan algunas frases entrecortadas mientras esconden sus rostros en parkas y pasa montañas.

Pues que siga la farándula, aunque luego se aparece marzo, mes donde se junta toda clase de cuentas, particulares y fiscales. Veremos que nuestro crecimiento como país no avanza, que las garantías de contar con el gas argentino se esfuman, y que los estudiantes vuelven a clases con las mismas inquietudes con que se fueron de vacaciones el año pasado.

Medio Chile preocupado de si Marlen se separa o no, que la Sotela no quiere verse con la Kenita, y si Diana tiene un romance con Muñoz.

Gobierno y oposición se lanzan acusaciones, “tienen un doctorado en críticas”, dice el Ministro del Interior. La alianza replica que el gobierno se ha ganado “un doctorado en improvisación”. Así de fácil se logran, ahora, los títulos académicos de la mutua denigración política.

Y los chilenos seguimos en lo mismo, cambiándonos de canal, para no perdernos el último escándalo.

No se cumple un año de gobierno y ya los partidos políticos están pensando en quienes competirán en la elección, municipal, parlamentaria y presidencial.

El show tiene que continuar, motivos nunca faltarán.